Entre lo acad¨¦mico y cultural

Las religiones son uno de los caudales culturales m¨¢s preciados de la humanidad y una fuente de sabidur¨ªa. En ellas se encuentran depositadas algunas de las grandes preguntas sobre el origen y el futuro del universo, el destino de la historia y el sentido o sinsentido de la existencia humana. A su vez, constituyen otros tantos intentos de respuesta a dichas preguntas. Han hecho importantes aportaciones a la cultura de los pueblos, y en muchos casos han contribuido sobremanera al desarrollo del pensamiento humano. En no pocas tradiciones culturales, filosof¨ªa y religi¨®n est¨¢n estrechamente unidas. Adem¨¢s, las religiones contienen principios ¨¦ticos fundamentales en favor de la paz, de la justicia, de la igualdad de los seres humanos y de la defensa de la naturaleza. Proponen, en fin, v¨ªas de salvaci¨®n, tanto inmanente como trascendente, que iluminan el camino de la humanidad hacia su plena realizaci¨®n.Pero no es oro todo lo que reluce. Las religiones han operado, con frecuencia, como fuente de fanatismo e intolerancia y como factor de violencia, dando lugar a guerras religiosas; han avanzado por caminos contrarios a la raz¨®n fomentando actitudes supersticiosas, y han impuesto sistemas de creencias por medio de la coacci¨®n. Lejos de fomentar el sentido cr¨ªtico, han destacado por su conformismo. Todo esto lo ha puesto de manifiesto la cr¨ªtica moderna de la religi¨®n. Remedando el t¨ªtulo del libro de Adorno y Horkheimer, bien puede hablarse de la "dial¨¦ctica de las religiones".

Espa?a es un buen ejemplo del cruce de culturas y de encuentros y desencuentros de religiones. La identidad de los pueblos que lo conforman, sus estructuras sociales, econ¨®micas y pol¨ªticas, y su legado cultural acusan la marca de los sistemas religiosos que han convivido pac¨ªficamente unas veces y de forma conflictiva otras. Y, sin embargo, durante siglos, las religiones han estado ausentes del entorno acad¨¦mico. S¨®lo el catolicismo, convertido en religi¨®n oficial del Estado -nacionalcatolicismo-, gozaba del don de la ubicuidad y ten¨ªa trato de favor en la escuela m¨¢s por v¨ªa de adoctrinamiento catequ¨¦tico que de estudio cient¨ªfico. Era precisamente en la escuela donde empezaban a gestarse las actitudes cat¨®licofundamentalistas, que desembocaban en exclusi¨®n del resto de las religiones.

Hoy nos encontramos en un nuevo escenario, caracterizado por la laicidad del Estado, el pluralismo sociocultural y religioso y el di¨¢logo entre las distintas religiones y culturas. Ello exige revisar la propia Constituci¨®n, que, a mi juicio, mantiene restos de confensionalidad cat¨®lica indirecta o, si se prefiere, encubierta, en el art¨ªculo 16.3, donde se empieza afirmando que "ninguna confesi¨®n (religiosa) tendr¨¢ car¨¢cter estatal" para, a rengl¨®n seguido, concluir, de manera poco coherente, que "los poderes p¨²blicos... mantendr¨¢n las consiguientes relaciones de cooperaci¨®n con la Iglesia cat¨®lica y las dem¨¢s confesiones religiosas".

Deber¨¢ revisarse, asimismo, la legislaci¨®n sobre la ense?anza religiosa escolar que conserva elementos confesionales procedentes del art¨ªculo citado de la Constituci¨®n y de los Acuerdos entre la Santa Sede y el Estado espa?ol. Creo que el estudio de las religiones, de todas las religiones, y muy especialmente de las que han configurado nuestra cultura, debe formar parte del curr¨ªculo escolar y ser cursado por todos los alumnos. Ning¨²n estudiante puede ser privado del conocimiento de dicho caudal. Ahora bien, dicho estudio ha de hacerse no apolog¨¦ticamente, sino con sentido cr¨ªtico, con rigor cient¨ªfico, es decir, desde las distintas disciplinas que se ocupan del fen¨®meno religioso: etnohistoria, antropolog¨ªa cultural, filosof¨ªa de la religi¨®n, fenomenolog¨ªa de la religi¨®n, sociolog¨ªa de la religi¨®n, psicolog¨ªa de la religi¨®n, historia de las religiones, teolog¨ªa, etc¨¦tera. Con la pedagog¨ªa adecuada, ?claro est¨¢! Esas ense?anzas deben ser impartidas por profesores/as con titulaci¨®n universitaria. El acceso a la docencia no puede tener lugar por designaci¨®n de las autoridades religiosas, sino que ha de seguir los mismos cauces que el resto de los profesores del claustro. Habr¨¢ de someterse, adem¨¢s, a los procesos evaluativos normales, como corresponde a una asignatura del curr¨ªculo acad¨¦mico.

La adopci¨®n de esta modalidad en el sistema educativo espa?ol supondr¨ªa un paso importante en la laicidad de la instituci¨®n escolar, contribuir¨ªa a superar la ignorancia enciclop¨¦dica en materia religiosa y pondr¨ªa las bases para la multiculturalidad y el di¨¢logo interreligioso en un pa¨ªs tan aferrado a las "tradiciones" y tan dado a las cruzadas. Y quiz¨¢ lo m¨¢s importante desde el punto de vista cultural: las religiones saldr¨ªan del ¨¢mbito de la insignificancia intelectual en que fueron colocadas por determinadas corrientes ilustradas y adquirir¨ªan la relevancia acad¨¦mica que les corresponde en el campo de los saberes.