Grass defiende la tradici¨®n oral de la literatura
El escritor se?ala en la Academia Sueca que "siempre habr¨¢ narradores que nos hablar¨¢n al o¨ªdo"
ENVIADO ESPECIALNadie sali¨® decepcionado de la Academia Sueca ayer en Estocolmo. Unos buscaban al Grass intimista que indaga con la palabra en las emociones propias y ajenas, y otros, al degustador de la iron¨ªa y el sarcasmo. En v¨ªsperas de su discurso ante la Academia, y agobiado con el problema de comprarse unos zapatos para el traje de gala requerido para las solemnidades de la ceremonia de entrega del Premio Nobel el pr¨®ximo viernes, Grass bromeaba sobre "la necesidad de pensar que esta semana es muy c¨®moda y ligera". "As¨ª estar¨¦ hecho polvo cuando termine, pero por lo menos no antes de que comience".
Al hablar del humor y de la sabidur¨ªa en el sal¨®n de actos de la Academia Sueca ante un auditorio de unas 400 personas, Grass recurri¨® a su vena hispana. "Yo vengo, como habr¨¢n sabido leyendo, de la escuela morisca-espa?ola de la novela picaresca. En ella, la lucha contra los molinos de viento ha seguido un modelo transmisible a trav¨¦s de los siglos. Por eso, el p¨ªcaro vive de la comicidad y del fracaso. Su ingenio se mea en las columnas del poder y sierra las patas de sus sillas, pero al mismo tiempo sabe que no lograr¨¢ que el templo se derrumbe ni que el trono se vuelque".
Ternura
Grass habl¨® con ternura libre de sentimentalismo del proceso de encuentro del joven alem¨¢n en plena Segunda Guerra Mundial con algo tan propio en casa y ajeno a los tiempos como la literatura y la introspecci¨®n. Record¨® los libros que su madre guardaba en un armario en aquella casa en las afueras de la ciudad alemana b¨¢ltica de Danzig, hoy la polaca Gdansk. Evoc¨® a Melville y a D?blin, a Swift y a Rabelais, as¨ª como a esa tabla de los mandamientos de la lengua alemana que ha sido durante siglos la traducci¨®n de la biblia de Lutero. "?C¨®mo me convert¨ª en escritor? La capacidad de larga enso?aci¨®n, el gusto por el chiste y los juegos de palabras, la pasi¨®n por mentir sin beneficio porque la verdad habr¨ªa sido demasiado aburrida, en fin, lo que vagamente puede llamarse talento, exist¨ªa de hecho. Pero es la brusca irrupci¨®n de la pol¨ªtica en el idilio familiar lo que confiri¨® a ese talento tan ligero cierto peso permanente y un cierto calado".
G¨¹nter Grass habl¨® con humor sobre sus primeros intentos de perge?ar una narraci¨®n escrita sobre los cachubos, una minor¨ªa ¨¦tnica a la que pertenec¨ªa su madre. Record¨® c¨®mo en aquel primer experimento narrativo, inducido por una convocatoria de las juventudes hitlerianas, hab¨ªa querido relatar los avatares de unos cachubos en el siglo XIII y su vehemencia le hab¨ªa llevado a exterminar a todos los protagonistas en el primer cap¨ªtulo. Fue entonces cuando se propuso mayor precauci¨®n y econom¨ªa en la gesti¨®n de los personajes de sus relatos.
El t¨ªtulo del discurso pronunciado ayer por Grass ante la Academia Sueca llevaba el t¨ªtulo de "Continuar¨¢...", esa breve y poco satisfactoria soluci¨®n escrita habitualmente bajo los cap¨ªtulos de las novelas por entregas. El escritor alem¨¢n record¨® que muchas de las grandes novelas, como Ana Karenina, de Le¨®n Tolst¨®i, y los Errores y extrav¨ªos, de Theodor Fontane, ese magn¨ªfico autor decimon¨®nico berlin¨¦s que pas¨® a ser un protagonista de la novela de Grass Es cuento largo, fueron publicadas en diarios y revistas con el inevitable "continuar¨¢..." al final de cada entrega.
Pero Grass quer¨ªa adem¨¢s dejar claro que todo "continuar¨¢" y debe continuar, no s¨®lo en la literatura. Que continuar¨¢n los relatos y la necesidad de relatar, las ganas de leer y el inter¨¦s por saber qu¨¦ nos quieren contar, pero tambi¨¦n las f¨®rmulas de encuentro y de lenguaje entre los seres humanos y sus f¨®rmulas para afrontar sus grandes retos, ante todo el hambre, la violencia y la injusticia.
El futuro
Frente a aquellos que quieren dar la historia por concluida y las verdades por definitivamente incontrovertibles, las verdades del capital y el mercado, las de las ideolog¨ªas redentoras en general, Grass propuso ayer una actitud del "continuar¨¢" en la que todas las voces tienen algo que aportar y en la que nunca habr¨¢ una que pueda arrogarse el derecho de acallar a las otras. "De eso habr¨¢ que hablar en el futuro", dijo finalmente el Nobel. "En definitiva, la novela de todos nosotros debe continuar. E incluso aunque un d¨ªa no se escriba o pueda escribirse, o imprimirse ya, cuando no se disponga ya de libros como medios de supervivencia, habr¨¢ narradores que nos hablar¨¢n al o¨ªdo, devanando otra vez las viejas historias: en voz alta o baja, jadeante o demorada, pr¨®xima a la risa y a veces pr¨®xima al llanto".
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