Las cajas de los truenos
A. R. ALMOD?VAR
Desgraciadamente, en el debate de la ley de Cajas de Ahorro, se han cumplido los peores pron¨®sticos. Un revoltijo de intereses privados, personales y partidistas, dio al traste el pasado d¨ªa 1, en una turbulenta sesi¨®n parlamentaria, con lo mejor de una norma destinada a ser el broche de oro de cuatro a?os de gobierno. A estas horas, ni el propio Chaves debe saber muy bien qu¨¦ hacer con los restos del naufragio. Y hasta es posible que se est¨¦ lamentando de no haber virado a tiempo. Quiz¨¢s porque ¨¦l mismo hab¨ªa abierto la caja de los truenos, no pudo o no quiso evitar la tormenta, y se ha conducido como un principiante, llevando un asunto de tanta trascendencia a los bordes de una campa?a electoral. Algo le ceg¨®.
A pique se fueron los dos cargamentos m¨¢s preciados: la caja de cajas (anticipo o sustitutivo de una caja ¨²nica), y el Instituto Andaluz de Finanzas. El primero, por un asalto de los filibusteros del PP, que aprovecharon la norma que obliga a la unanimidad en la proposici¨®n de enmiendas transaccionales, para irrumpir en cubierta y maniatar al timonel. El segundo, como consecuencia l¨®gica de lo anterior.
A salvo quedaron dos o tres fardos menores: poder m¨¢s repartido entre instituciones, una facultad del Ejecutivo para marcar directrices en la obra social, una limitaci¨®n en el n¨²mero de mandatos a los presidentes... Pero ni siquiera en esto se consigui¨® tirar por la borda a unos cuantos amotinados, que contaron en el ¨²ltimo momento con una ayuda inestimable desde el interior para abrir una v¨ªa de agua, y a cambio de no se sabe qu¨¦ parte del bot¨ªn. Pero hay que comprenderlo: el invierno electoral est¨¢ a la vuelta de la esquina y es preciso abrigarse en puertos seguros. Lo m¨¢s triste -m¨¢s a¨²n que el esperpento de C¨®rdoba o que la deserci¨®n del PA- fue ver c¨®mo hasta IU claudicaba en el ¨²ltimo camarote, el que queda junto a las sentinas, y les echaba otro salvavidas a los presidentes actuales. Vivir para ver.
Quiz¨¢s no est¨¦ de m¨¢s recordar qu¨¦ es lo que verdaderamente importa en esta penosa singladura. El principal problema hist¨®rico de Andaluc¨ªa es que nunca ha sabido retener su propia riqueza, sino que ¨¦sta, en forma de capital, ha ido a financiar a otras comunidades. As¨ª lo ha querido siempre su propia burgues¨ªa -vulgo, se?oritos- como m¨¦todo m¨¢s c¨®modo y seguro con que mantener sus privilegios sobre una sociedad descapitalizada por ellos mismos. De ah¨ª la ferocidad con que el PP se ha comportado en esta pelea, y la connivencia de la Santa Madre Iglesia, que a fin de cuentas no ha hecho sino lo de siempre: ponerse al lado de los ricos. No es casualidad que las tres autonom¨ªas m¨¢s poderosas cuenten hoy tambi¨¦n con un sistema financiero muy fuerte, apoyado en sendas entidades bancarias: La Caixa (7,65 billones), Cajamadrid (4,65), Bancos vascos (ni se sabe). Frente a ellos, las seis cajitas andaluzas no suman ni lo que la m¨¢s peque?a de las otras. Una caja grande permite hacer muchas cosas: invertir en sectores estrat¨¦gicos, como la energ¨ªa, las comunicaciones, la investigaci¨®n... en lugar de especular como nuevos ricos en urbanismo de rapi?a, por ejemplo, u organizar muchos conciertos de ¨¦lite, muchos.
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