El Manchester impone su pegada

Despu¨¦s de 17 partidos consecutivos sin perder en Europa, el Valencia cay¨® en el campo del campe¨®n de Europa y del mundo. Por un lado, el conjunto de C¨²per pag¨® el peso de sus cuatro bajas, los cuatro centrocampistas, lo que oblig¨® a variar todo su esquema; por el otro, la patente potencia del rival, que es un equipo con una pegada tremenda. Te puede matar de mil maneras distintas: con los interiores, los dos delanteros, el media punta o el medio centro, mientras que el Valencia se present¨® a la cita demasiado abrigado y timorato. Sus tres centrales al final no sirvieron para nada y ese defensa de m¨¢s que introdujo C¨²per se ech¨® de menos en el ataque, donde el Piojo, muy solo, apenas demostr¨® su pedrig¨ª. Con los dos goles en contra, el Valencia jug¨® eventualmente menos encorsetado y lleg¨® con mucha m¨¢s facilidad, sobre todo por medio de Angloma, el mejor de los de C¨²per. Pero ni Piojo ni ?scar tuvieron su noche, sobre todo este ¨²ltimo, al que C¨²per le dio la oportunidad en el peor momento. Si un jugador no tiene ritmo, no parece lo mas conveniente que salga a Old Trafford a medirse al campe¨®n del mundo.Y eso que Mendieta empez¨® el encuentro como una exhalaci¨®n, regateando a cuantos le salieron al paso por el carril derecho y sirviendo un centro al ¨¢rea del que Farin¨®s sac¨® un t¨ªmido tiro bien resuelto por el meta Van der Gouw. El Manchester replic¨® con voracidad a trav¨¦s de sus magn¨ªficos interiores, Beckham y Giggs, el primero con sus medidos centros, el segundo con el culebreo de su cuerpo. El equipo de C¨²per se escor¨® mucho hacia la derecha, consciente quiz¨¢ de que all¨ª hab¨ªa un fil¨®n con el lateral izquierdo irland¨¦s, Irwin.

El c¨¦sped estaba en p¨¦simas condiciones y pese a ello Milla, en su primer partido serio desde la final de la Copa del Rey, apel¨® a su sentido t¨¢ctico y a su inteligencia para tratar de dar criterio al juego de su equipo. La entrada de Millla en el grupo le dio m¨¢s control de bal¨®n al Valencia, que tocaba en la medular pero no se acercaba a Van der Gouw. El Piojo estaba demasiado solo. Y ?scar no enganchaba como deb¨ªa. El problema para el Valencia es que no sab¨ªa muy bien lo que quer¨ªa. Si se trataba del contragolpe, ?scar, seg¨²n explic¨® el propio C¨²per, no era el m¨¢s conveniente; si se trataba de llevar la iniciativa, entonces sobraba uno de los tres centrales.

El juez de l¨ªnea del ataque valencianista tambi¨¦n contribuy¨® a la tranquila primera parte de Van der Gouw: levantaba el bander¨ªn aun cuando los delanteros sal¨ªan tras los pases un par de metros por detr¨¢s del ¨²ltimo defensa. Por eso el Piojo L¨®pez lo intent¨® desde unos 25 metros con un disparo muy intencionado. No tanto como el de Beckham, que estrell¨® posteriormente una falta en el larguero.

La hinchada del Manchester estuvo especialmente cari?osa con su capit¨¢n, el irland¨¦s Roy Keane. Quer¨ªa premiar la decisi¨®n del medio centro de quedarse cuatro a?os m¨¢s en Old Trafford, aunque sea cobrando 400 millones de pesetas por temporada. Y les correspondi¨® el pelado y contundente centrocampista, que apenas si entr¨® en juego pero fue quien encarril¨® el encuentro al aprovechar un despeje en corto de Carboni: envi¨® un pelotazo cruzado e imparable desde el borde del ¨¢rea. Era su cuarto tanto en la Liga de Campeones, en la que es el m¨¢ximo anotador de su equipo.

Keano, como es conocido por los aficionados, era el hombre del partido y eso lo sab¨ªa hasta el mism¨ªsimo ¨¢rbitro, que no quiso amonestarle pese a una entrada por detr¨¢s mucho m¨¢s dura que otra de Mendieta que s¨ª vio la tarjeta amarilla. El ¨¢rbitro dan¨¦s, Milton Nielsen, el mismo que ech¨® a Beckham y consecuentemente a Inglaterra del Mundial de Francia, en ese famoso partido frente a Argentina, no quer¨ªa agraviar m¨¢s a los ingleses. Result¨® especialmente casero. Aunque hubiese sido innecesario.

No hay permiso para despistarse cuando uno se enfrenta al campe¨®n del mundo, y eso es lo que hizo Pellegrino en el primer minuto de la segunda parte. Dej¨® pasar un centro de Beckham pensando que all¨ª no hab¨ªa nadie, pero c¨®mo no iba a estar esa ardilla pelirroja de nombre Solksjaer, que s¨®lo tuvo que tocar a gol. Asunto resuelto. El campe¨®n no perdona. Se vio entonces la tendencia de Palop a quedarse demasiado atrapado en su l¨ªnea de gol, lo que era una invitaci¨®n a marcarle. Despu¨¦s, sin embargo, tambi¨¦n mostr¨® sus excelentes reflejos a dos disparos a bocajarro de Cole, aunque nada pudo hacer ante el impecable cabezazo del menudo Scholes, otro de los infinitos recursos del Manchester.