El Real pide amparo a la Virgen
"Margarita la tornera", ingenua historia de monjitas y milagros, cierra el siglo de ¨®pera en Madrid
El Teatro Real estrena ma?ana la obra que va a despedir el milenio del escenario que aspira a ser referencia mundial del panorama oper¨ªstico espa?ol. Margarita la tornera, ¨®pera olvidada de Ruperto Chap¨ª que narra las desventuras de una monja de clausura a la que la Virgen asiste con sus milagros, reitera la apuesta belcasticista que tanto gusta programar a los responsables del Real en las fechas se?aladas. Como contraste, los grandes teatros del mundo apuntan a otros objetivos: La Scala de Mil¨¢n dice adi¨®s al siglo con Fidelio, la ¨®pera sobre la libertad de Beethoven; el nuevo Covent Garden monta un Falstaff espectacular, y el Metropolitan de Nueva York prepara una versi¨®n de El gran Gatsby, la novela maestra de Scott Fitzgerald.El mi¨¦rcoles pasado, en el ensayo general, hab¨ªa muchos nervios. La tensi¨®n volaba en un patio de butacas abarrotado, rodeando las mesas llenas de papeles y termos de caf¨¦ del director de escena, Emilio Sagi. Este asturiano de oficio, uno de los m¨¢s reconocidos profesionales espa?oles, ha querido salvar con su visi¨®n de cuento g¨®tico, con paseantes a lo Dr¨¢cula de Coppola y un vistoso segundo acto con cabar¨¦s y algo de lujuria, el argumento, entre caduco e ingenuo, de una obra que mucha gente entre el heterog¨¦neo p¨²blico del mi¨¦rcoles consider¨® "rancia". Javier Torres, aficionado bilba¨ªno residente en Madrid, dec¨ªa: "Es un buen ejemplo para cerrar un siglo con Gobierno del PP".
Otros muchos sonre¨ªan al comprobar c¨®mo la Virgen se aprestaba a hacer milagros -en pleno d¨ªa de la Inmaculada Concepci¨®n- para ayudar a Margarita, interpretada por la soprano portuguesa Elisabeta Matos, que considera la obra una muestra de "tolerancia religiosa".
El montaje ha costado unos 200 millones de pesetas, que salen de las arcas del teatro, de la Oficina del Centenario de la SGAE y de los Teatros de la Generalitat valenciana (Chap¨ª naci¨® en Villena, Alicante). Para el Real, es uno de los hitos del a?o.
La verdad es que las desventuras de esta monja tornera que se escapa del convento para vivir su pasi¨®n con Don Juan (Pl¨¢cido Domingo) y vuelve a su celda despu¨¦s de comprobar en sus carnes lo dura que es la vida al lado de un pendenciero no tienen desperdicio. La "dulce y c¨¢ndida" tornera, seg¨²n reza el libreto de Fern¨¢ndez Shaw, ve que su donju¨¢n pretende lograr los favores de La Sirena, una cabaretera "luz de la org¨ªa" (?ngeles Blancas). Entonces vuelve a su encierro y comprueba que la mism¨ªsima Virgen ha ocupado su puesto mientras ella viv¨ªa su amor. "Es una historia sobre la espiritualidad, y al principio pens¨¦ en quitar a la Virgen", dice Sagi, "pero luego me plante¨¦ que est¨¢ ah¨ª y ah¨ª tiene que quedar: ella representa esa espiritualidad. ?Qu¨¦ m¨¢s da que sea ella o Nosferatu?".
El caso es que la obra gasta leyenda de mal ag¨¹ero. Fue estrenada en 1909 en este mismo teatro y s¨®lo un mes despu¨¦s muri¨® Chap¨ª. Luego cay¨® en un olvido de 90 a?os. Ahora ha sido recuperada en una versi¨®n del compositor Jos¨¦ Luis Turina, que ha arreglado y modernizado la partitura y la ha puesto en manos de Garc¨ªa Navarro, que desde ma?ana, y hasta enero, dirigir¨¢ desde el foso a la Orquesta Sinf¨®nica de Madrid.
El apoyo de Pl¨¢cido Domingo ha sido clave. El tenor madrile?o estuvo en el ensayo rodeado de los suyos. Marta Domingo, su mujer, andaba en los descansos echando un ojo a sus sobrinas y sobrinos, que acudieron debidamente encorbatados, ellos, y con lazos, ellas. "Pl¨¢cido est¨¢ en plena forma, es todo energ¨ªa", dec¨ªa su esposa.
Energ¨ªa y entusiasmo se le suponen al tenor que con tanto ah¨ªnco defiende el repertorio patrio. Y eso pese a que en la rueda de prensa de presentaci¨®n parec¨ªa preocupado. "Veo algo cabal¨ªstico en esta ¨®pera. Estamos en 1999. Se estren¨® en 1909, y hoy en la mesa somos nueve", apunt¨®. No fue nada en comparaci¨®n con el lapsus del music¨®logo Emilio Casares, que dijo que "un mes despu¨¦s de su estreno, en 1909, muri¨® Pl¨¢cido Domingo". Entre las risas de los asistentes, alguno corri¨® a tocar madera.
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