Los infortunios de la virtud
Naturalesa i prop¨°sit de l"UniversDe Christopher Durang, en adaptaci¨®n de J. V. Mart¨ªnez Luciano. Int¨¦rpretes, Manuel Puchades, Salom¨® Sanjuan, Mamen Garc¨ªa, Domingo Chinchilla, Sergio Caballero, Jer¨®nimo Cornelles, Empar Canet. Vestuario, Joan Miquel Reig. Iluminaci¨®n y espacio esc¨¦nico, Carles Alfaro. Direcci¨®n, Rafael Calatayud. Espai Moma. Valencia.
Cualesquiera que sean las virtudes del texto original de Christopher Durang, de quien conoc¨ªamos por aqu¨ª algunas obras de menor aspereza, hay que destacar en este montaje una puesta en escena de Rafael Calatayud que logra algunos de los mejores momentos de teatro de nuestra escena en los ¨²ltimos a?os, un espacio esc¨¦nico que juega en todos sus detalles a favor de los prop¨®sitos mayores de la obra y una interpretaci¨®n que, si bien arrastra una cierta diversidad de registros, obediente sin duda a la pluralidad de procedencia, se sit¨²a muy por encima de lo que estamos habituados a ver sobre los escenarios valencianos.Se habla mucho, a veces sin saber lo que se dice, de un teatro de la crueldad que podr¨ªa haber causado estragos cuando el siglo era joven y del que apenas quedan algo m¨¢s que reminiscencias. La direcci¨®n de Rafael Calatayud, manejando siete personajes de manera pr¨¢cticamente simult¨¢nea en una especie de foso dom¨¦stico que en algo alude a la arqueolog¨ªa que se querr¨ªa enterrada en el residuo del subsuelo, sabe rescatar en sus mejores momentos algunos episodios de un teatro cruel que pudo ser y no fue y siempre en trance de regresar a la luz de los grandes desprop¨®sitos del mundo del fin de siglo.
En esta cr¨®nica atormentada -y simulada- de la miseria dom¨¦stica concurren varios tejidos emblem¨¢ticos de la literatura dram¨¢tica del siglo que nos deja, pero tambi¨¦n la disposici¨®n, en el montaje, a convertir la desesperaci¨®n en burla distanciadora y la iron¨ªa en un sutil entramado de irreverencias posibles y ajenas a cualquier asomo de complicidad complaciente. Este espect¨¢culo -lo apunto por la rareza de ese logro- es tambi¨¦n un regalo para la mirada atenta, un obsequio notable para quienes no desde?en integrar en su experiencia la instancia de lo furioso.
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