Sentido de la realidad
Estamos en 1999. No en 1975, tras la muerte del general Franco, ni en 1977, cuando se inici¨® formalmente el proceso constituyente tras las elecciones del 15 de junio de dicho a?o. Han pasado m¨¢s de 20 a?os desde la entrada en vigor de la Constituci¨®n, casi 20 desde la aprobaci¨®n de los Estatutos de Autonom¨ªa del Pa¨ªs Vasco y Catalu?a y m¨¢s de 15 desde la aprobaci¨®n de todos los dem¨¢s. Se han celebrado seis elecciones en las dos comunidades aut¨®nomas mencionadas y cinco en las dem¨¢s.El Estado de las Autonom¨ªas no es, en consecuencia, un proyecto por desarrollar. Es una realidad extraordinariamente vigorosa. Casi todos los dirigentes del pa¨ªs y, sobre todo, casi todos los que cuentan de cara al futuro se han formado pol¨ªticamente en el marco de la descentralizaci¨®n pol¨ªtica que se inici¨® con la Constituci¨®n de 1978. El actual presidente del Gobierno fue previamente presidente de Castilla y Le¨®n. Y es muy probable que el candidato por el PP que lo sustituya para las elecciones del 2004 sea uno de los presidentes de alguna de las comunidades gobernadas por el PP. Y algo por el estilo es probable que ocurra en el interior del PSOE. Y cuanto m¨¢s tiempo pase, m¨¢s. La vida pol¨ªtica espa?ola es incomprensible ya, y lo ser¨¢ cada vez m¨¢s, sin tomar en consideraci¨®n la descentralizaci¨®n en la estructura del Estado introducida por la Constituci¨®n.
Esto ha sido posible porque el constituyente espa?ol del 78 acert¨® a traducir normativamente la que podr¨ªamos denominar constituci¨®n material territorial de Espa?a. La definici¨®n de la estructura del Estado mediante la combinaci¨®n del principio de unidad y del derecho a la autonom¨ªa en el art¨ªculo 2 y la regulaci¨®n de las condiciones de ejercicio de tal derecho en el T¨ªtulo VIII de la Constituci¨®n, aunque en un primer momento ni siquiera los redactores de la Constituci¨®n o los comentaristas especializados supi¨¦ramos valorarlas adecuadamente, se han revelado como un acierto de los que hacen ¨¦poca. Si a cualquiera de los parlamentarios de las Cortes Constituyentes o de los comentaristas de la Constituci¨®n se le hubiera ocurrido pronosticar en 1977 que en 1999 nos ¨ªbamos a encontrar donde nos encontramos en lo que a la estructura del Estado se refiere habr¨ªa sido considerado un visionario.
Y, sin embargo, aqu¨ª estamos. Y quien desconozca esta realidad va a estar incapacitado para hacer pol¨ªtica. El problema de la estructura del Estado ha dejado de ser desde hace casi dos decenios un problema vasco y catal¨¢n para ser un problema general. Nadie puede resolver ya sus problemas en solitario o en una negociaci¨®n exclusivamente bilateral con el Gobierno de la naci¨®n. En lo que a la estructura del Estado se refiere, adem¨¢s del Gobierno de la naci¨®n hay 17 comunidades con las que hay que contar. Cualquier presidente de comunidad se va a encontrar con un presidente del Gobierno que ha sido previamente presidente de comunidad o que ha llegado a ser presidente del Gobierno como consecuencia del apoyo de los presidentes de comunidades de su propio partido.
Tengo la impresi¨®n de que esto no se ve as¨ª en parte por el nacionalismo catal¨¢n y, sobre todo, por parte del nacionalismo vasco. Todav¨ªa siguen con la ilusi¨®n de que todo lo que no es Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco es el Estado espa?ol, como si la existencia de 15 comunidades fuera un dato irrelevante. Fue as¨ª, y no del todo, en el momento de la negociaci¨®n de los Estatutos catal¨¢n y vasco por parte del presidente Su¨¢rez en el oto?o de 1979. Pero dej¨® de ser as¨ª relativamente pronto y, desde luego, ya no es as¨ª de ninguna de las maneras.
Justamente por eso me llamaron mucho la atenci¨®n las declaraciones de Carlos Garaikoetxea publicadas el domingo pasado en EL PA?S. Coincido con ¨¦l en que ETA est¨¢ fuera de la realidad. Pero no menos fuera de la realidad, aunque de manera completamente distinta, lo est¨¢ el propio Garaikoetxea. ?Es que hay alguna alternativa pol¨ªticamente m¨¢s integradora y t¨¦cnicamente m¨¢s viable para la direcci¨®n del Estado que la representada por la Constituci¨®n y los 17 Estatutos de Autonom¨ªa. ?No habr¨¢ ninguna alternativa para el Pa¨ªs Vasco que no encuentre de alguna manera la aceptaci¨®n por el resto de las comunidades? No s¨®lo por el Gobierno de la naci¨®n.
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