Incertidumbre
PEDRO IBARRA
Dice el polit¨®logo norteamericano Schmitter que para que exista democracia debe existir incertidumbre. Incerteza no s¨®lo en qui¨¦n va a ganar las elecciones, sino tambi¨¦n en que es lo que va a hacer el Gobierno de turno. Si de antemano se sabe que el Gobierno va a hacer exactamente lo mismo que antes de ser elegido dijo que iba hacer, ello demostrar¨¢ que no existe ninguna posibilidad de oposici¨®n pol¨ªtica o social capaz de hacer cambiar las pol¨ªticas previstas; ello demostrar¨¢ que no existe la sociedad civil, que no existe relaci¨®n pol¨ªtica interactiva entre individuo y poder pol¨ªtico y que por tanto falla uno de los principios b¨¢sicos de la democracia.
De lo que se demuestra que el que no existan sorpresas en la pol¨ªtica, que nadie nunca se salga del gui¨®n, puede ser bien visto por aquellos ciudadanos que -muy respetablemente- han decidido estar m¨¢s preocupados por sus afanes privados que por las pr¨¢cticas democr¨¢ticas; pero puede ser peor visto por aquellos ciudadanos -que tambi¨¦n muy respetablemente- han decidido estar muy atentos, han decidido preocuparse por el mantenimiento y revitalizaci¨®n de la democracia.
Creo que la reflexi¨®n es ¨²til para poder tener criterios de valoraci¨®n respecto a determinadas y recientes incertidumbres pol¨ªticas. As¨ª se dice que el PNV constituye el paradigma de esta incertidumbre; no se sabe que es lo que quiere, cuando lo quiere, quien lo quiere de ellos, etc. Un desastre.
Sin duda el PNV se halla en un momento de redefinici¨®n. El contexto, el cambio de contexto, lo hacia inevitable. La crisis del Estatuto abre el debate sobre nuevos modelos -y sus correspondientes ritmos- de autogobierno, y la tregua desbloquea y permite la aparici¨®n de discursos decididamente ideol¨®gicos, de propuestas, en este caso, m¨¢s nacionales. ?ste es el nuevo escenario y el mismo sin duda genera una cierta perplejidad hacia dentro y hacia fuera respecto al quehacer pol¨ªtico del PNV.
Esta incertidumbre podr¨ªa merecer varias criticas. La primera consistir¨ªa en decir que la misma constituye una imposici¨®n; que son problemas internos con los que nos tratan de liar unos pocos dirigentes nacionalistas y que nada tienen que ver con las preocupaciones reales y cotidianas de la sociedad y que por tanto se viven como un carga impuesta.
No es as¨ª. Tal incertidumbre tambi¨¦n existe hoy en significativos sectores de la sociedad vasca. Las encuestas de opini¨®n demuestran por un lado que una notable mayor¨ªa desea un mayor autogobierno y que se dialogue y que se consulte un eventual nuevo marco pol¨ªtico. Pero tambi¨¦n demuestran, por otro lado, que no resulta claro hasta donde se desea ese autogobierno, como y con que intensidad se reclama. La perplejidad tambi¨¦n est¨¢ en la sociedad.
Otra critica afirmar¨ªa que la incertidumbre provoca la ingobernabilidad -par¨¢lisis en la toma de decisiones- de las instituciones en las que est¨¢n los nacionalistas. Tampoco parece ser as¨ª. Porque s¨ª se aprueban presupuestos y se toman decisiones de pol¨ªtica cotidiana. Otra cosa es que no se tomen las decisiones deseables (para unos) o que se tomen con aliados indeseables (para los mismos). Pero tal critica nada tiene que ver evidentemente con los problemas de la incertidumbre.
Con ello la critica queda reducida a considerar la incertidumbre como valor negativo en si mismo. Aquellos que la hacen deber¨ªan ahora considerar que a lo mejor es bueno para la democracia que los partidos reflejen los diversos mensajes, y las diversas intensidades de esos mensajes, que existen en la sociedad, aunque ello se traduzca en propuestas pol¨ªticas mas tentativas que afirmativas. Deber¨ªan considerar la dimensi¨®n democr¨¢tica del asunto.
Y si no les interesa, si lo que les interesa es que la pol¨ªtica exprese una inamovible, invariable y nunca imprevisible voluntad, ya saben a quien tienen que votar. Tampoco pasa nada.
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