Cristina Iglesias
El Ministerio de Cultura ha instalado la figura de los premios compartidos. Los premios ya no s¨®lo se merecen (como los goles, que dec¨ªa Alfredo Di St¨¦fano), sino que se comparten. De tal forma, se puede galardonar lo que se sabe y lo que se anuncia: una realidad que empieza y una trayectoria contrastada. En el caso de las artes pl¨¢sticas, eligieron para lo primero (el futuro) a Cristina Iglesias y para lo segundo (el presente) a Pablo Palazuelo. Para futuros t¨¢ndems, quedan pendientes artistas consagrados como Chillida o T¨¤pies y j¨®venes realidades como Antonio Clav¨¦ o Esther Ferrer.Resulta, sin embargo, sorprendente que en la justificaci¨®n del premio, el jurado valore en Cristina Iglesias (San Sebasti¨¢n, 1956) "su proyecci¨®n y reconocimiento internacional adem¨¢s [sic] de haber abierto caminos en las artes pl¨¢sticas". En cualquier caso, y en particular en cuanto a Cristina Iglesias, parece m¨¢s razonable invertir el orden de los factores sin riesgo de alterar el producto. Porque de ambas cosas dispone la artista donostiarra, investigadora y combinadora sincera de materiales para configurar recintos donde invita tanto a la privacidad como al acercamiento.
El arte contempor¨¢neo, quiz¨¢s el arte en general, tiene una condici¨®n de sugerencia, ya sea mediante la provocaci¨®n, la sensibilidad, el contraste, los materiales, la luz o la oscuridad. El arte es, en definitiva, muchas cosas a la vez, como en la sugerencia caben muchas interpretaciones y distintas conclusiones.
Cristina Iglesias ha encontrado en las casas, en las habitaciones, el ocultamiento de lo privado, la sugerencia de los detalles que a primera vista distraen la atenci¨®n, pero que act¨²an como agentes del inter¨¦s. El suyo es un arte meticuloso, lleno de trabajo y gestado entre recortes de cualquier cosa. Un arte de texturas, de b¨²squeda permanente de formas y espacios por el que usted y yo transitamos de forma diferente participando del contenido. La celos¨ªa es el emblema de esa privacidad abierta poco a poco, de esa minuciosidad construida con gusto, de ese secreto desvelado. Una de ellas figura en la colecci¨®n permanente del Museo Guggenheim de Bilbao, donde Cristina Iglesias expuso su obra en noviembre de 1998, anunciando su noticia art¨ªstica a muchos y confirm¨¢ndosela a quienes ya ten¨ªan conocimiento de su trayectoria.
"Revelaci¨®n"
Porque Cristina Iglesias, a la que Francisco Calvo Serraller defini¨® en los a?os 80 como una "revelaci¨®n convincente", era en los 90 una realidad igualmente convincente. Formada en la Chelsea School of Arts de Londres, particip¨® de todo el debate art¨ªstico que pretend¨ªa una renovaci¨®n absoluta en Gran Breta?a. Es decir, si el arte es una revoluci¨®n permanente, Cristina Iglesias la vivi¨® in situ, lo vio y lo sinti¨® de cerca e interioriz¨® sus claves y sus consecuencias.
Su trayectoria le ha ido abriendo caminos y circuitos internacionales. La Bienal de Venecia, la Kunsthalle de Berna, el Stedelijk Van Abbemuseum de Eindhoven. Estados Unidos se le resisti¨® un poco m¨¢s hasta que expuso en el Solomon R. Guggenheim Museum la colecci¨®n que luego se pudo ver en Bilbao. Como dec¨ªa el jurado del Premio Nacional de Artes Pl¨¢sticas, "proyecci¨®n y reconocimiento internacional" no le faltan a esta creadora de espacios intimistas, muy particularizados y trufados de detalles singulares que juegan con la luz y los reflejos y ampl¨ªa el abanico de los elementos con tratamiento delicado.
Se puede decir, en cierta medida, que es un arte po¨¦tico, con el espacio y la forma como argumentos personales. Sin embargo, Cristina Iglesias tambi¨¦n se revela como constructora. En B¨¦lgica construy¨® un estanque reflectante y con Antoni T¨¤pies ocup¨® el pabell¨®n de Espa?a en la Bienal de Venecia en 1993.
Casada con Juan Mu?oz, escultor tard¨ªo y originalmente organizador art¨ªstico, hermana de Alberto, compositor de bandas musicales para el cine de Julio Medem o Imanol Uribe, entre otros, y de Eduardo, economista y escritor/poeta vocacional (casado a su vez con una hija de Eduardo Chillida), Cristina Iglesias ha vivido desde el principio la experiencia art¨ªstica en San Sebasti¨¢n y en Madrid, donde ha fijado su residencia m¨¢s habitual.
Un recinto, en definitiva, abierto al mundo del arte, una habitaci¨®n con vistas interiores y que se proyecta al exterior. Lo dicho, poes¨ªa pura.
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