JOAN DE SEGARRA
Josep Maria Carandell se ha convertido en el astro n¨²mero 18 de la curiosa constelaci¨®n de catalanitos y catalanotes que los ingenieros industriales J. M. Garc¨ªa Ferrer y Mart¨ª Rom, "los ingenieros humanistas", como les llamaba en estas mismas p¨¢ginas Fernando Valls, llevan descubriendo y homenajeando desde hace eso, 18 a?os. "Escritores o artistas catalanes", escrib¨ªa Valls, "que no han tenido el reconocimiento o el eco que su obra merece" (lo cual no es del todo exacto, pues entre estos 18 astros los hay con el Premi d"Honor de les Lletres, con la llufa de Sant Jordi, con la orden del m¨¦rito agr¨ªcola, con el garbanzo de oro, la llave de Barcelona, el Pepe de barro (que anta?o conced¨ªa el semanario La Codorniz)... incluso creo que Carandell tiene el Premio Carlomagno, o el Premio Goethe, o el Premio Schiller, o el Premio Marlene Dietrich, vamos, uno de los premios m¨¢s importantes de la crema intelectual alemana, y yo, que soy el astro 14 de la constelaci¨®n de marras, estoy en posesi¨®n de la Grande Guidouille del College de Pataphysique que en su d¨ªa fund¨® Boris Vian (ah¨ª es nada).Convertirte en astro de la constelaci¨®n de J. M. Garc¨ªa Ferrer y Mart¨ª Rom o, lo que es lo mismo, del cineclub de la Asociaci¨®n de Ingenieros Industriales de Catalu?a, te da derecho a librito, v¨ªdeo y presentaci¨®n de los mismos. El librito suele consistir en una extensa entrevista a la que te someten los ingenieros humanistas -que m¨¢s que preguntar saben escuchar, am¨¦n de beberse todo el wiskey (en mi caso era irland¨¦s) que tienes en casa-; unas florecitas de los amigotes, y una docena larga de fotograf¨ªas, la mayor¨ªa de ellas in¨¦ditas, en las que se te ve mamando de la teta de una oronda gallega, jurando la bandera en Larache o bailando el mambo con Abee Lane en los lavabos del Ritz. El v¨ªdeo, afortunadamente, no suele ser tan brutal y tiende, preferentemente, a mostrarte arrastrando tu sombra por La Rambla, tomando el sol en la terraza del Z¨²rich, mirando el escaparate de La Central o d¨¢ndoles de comer cacahuetes a los mandriles del zoo, im¨¢genes pol¨ªtica y ciudadanamente correctas de ese jubilado en agraz que siempre fuiste, de ese astro tard¨ªo -se es astro, astro fugaz, en la mocedad, y lo dem¨¢s son pu?etas- que en el fondo, y en la superficie, te recochinea.
Pero despu¨¦s del librito y el v¨ªdeo viene la presentaci¨®n, y con ella la venganza. En la presentaci¨®n es el astro quien corta el bacalao. El d¨ªa en que se present¨® el librito y el v¨ªdeo sobre Carandell en la Asociaci¨®n/Colegio de los Ingenieros Industriales de Catalu?a, en el 39 de la Via Laietana, quinta planta, el pasado mi¨¦rcoles, no funcionaba el ascensor. Y para mayor inri, la proyecci¨®n del v¨ªdeo, debido a un fallo t¨¦cnico, no fue lo que se dice una maravilla. Y hac¨ªa un calor de mil demonios (por lo visto fall¨® tambi¨¦n la calefacci¨®n, la refrigeraci¨®n o lo que sea). Total, que yo aguardaba, impaciente, la venganza de Josep Maria. ?Por d¨®nde desatar¨ªa su colera mi amigo, mi hermano mayor? Trat¨¢ndose de Josep Maria Carandell, los tiros pod¨ªan venir de todas partes. El hombre de la Gu¨ªa secreta de Barcelona, el que nos familiariz¨® con las primeras comunas -beatniks para m¨¢s se?as-; el mayor conocedor del Gaud¨ª drogadicto y mas¨®n, entre otras lindezas; el hombre que public¨® el primer trabajo sobre Peter Weis (Marat Sade), que se invent¨® una generaci¨®n que abarcaba de Eugenio Tr¨ªas a Ana Mar¨ªa Moix y de Jaume Perich a Rubert de Vent¨®s, aquel tipo que, como nos contaba Mart¨ª G¨®mez en La Vanguardia, era capaz de montarse en un seiscientos camino de Praga despu¨¦s de, mientras tomaba el caf¨¦ en casa de sus padres, evocar el embrujo de aquella ciudad; de ese hombre se pod¨ªa esperar todo.
Pero aquel mi¨¦rcoles, en el sal¨®n de actos de la Asociaci¨®n/Colegio de los Ingenieros Industriales, adem¨¢s de los amigos, se hab¨ªa congregado buena parte de la tribu Carandell y, para ser m¨¢s exactos, de la tribu Carandell-Gottschewsky, es decir, de los hijos, cuatro, de Josep Maria Carandell y de Christa Gottschewsky, y de sus seis nietos. Y Josep Maria Carandell se olvid¨® de las comunas, del Gaud¨ª drogadicto y mas¨®n, de la Barcelona secreta, de Marat y el divino marqu¨¦s, de Praga y el seiscientos, y acord¨¢ndose de cuando era ni?o, de las funciones teatrales que hac¨ªa con sus hermanos en la finca de Reus o en el piso de la calle de Proven?a, nos devolvi¨® sorprendentemente, agradablemente, a la Sala Mozart de nuestra infancia. Y acompa?ado a la guitarra por Bernat Jim¨¦nez de Cisneros, se puso a cantar -desafinando como un condenado-, en compa?¨ªa de Lali Canosa y de su hijo Andreu, una nana a su nieta Lola, hija de su hijo Julito y de su mujer, Anna. "Dorm, Lola, dorm, / que el bressol / de la nit / et gronxar¨¤. Si els teus pares no hi s¨®n pas / el Mat¨ªas, el Mat¨ªas / si els teus pares no hi s¨®n pas / el Mat¨ªas hi ser¨¤". Pero el Mat¨ªas, el hermano de la Lola, que ya se sab¨ªa el papel, y que estaba all¨ª, formando con la tribu, se rebel¨® y dijo: "Si els teus pares se n"han anat, / la ve?na, la ve?na/, la ve?na et cuidar¨¤". Y Josep Maria, para mayor tranquilidad de Lola y de Mat¨ªas, improvis¨® unos versos en los que daba a entender que, a falta de padres, de Mat¨ªas y de vecina, ser¨ªan los enginyers quienes cuidar¨ªan de la peque?a Lola.
Pobre Lola, en manos de unos ingenieros a los que se les estropea el ascensor, el proyector, la calefacci¨®n, el aire acondicionado... Huelga decir que la tribu Carandell-Gottschewsky, los ingenieros, los amigotes, todos lo pasamos en grande. En las 8.976 presentaciones de libros, v¨ªdeos y otras golosinas a las que he asistido en esta ciudad, jam¨¢s me hab¨ªa divertido tanto como en la consagraci¨®n de Josep Maria Carandell como el astro 18 de la constelaci¨®n de J. M. Garc¨ªa Ferrer y Mart¨ª Rom. ?Pobre Lola!
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