"Le han puesto tanto barniz pol¨ªtico a Al-?ndalus que cuesta llegar a lo aut¨¦ntico"
Lo dice rotundo. "Aunque parezca un t¨®pico, la Alhambra sigue siendo una enorme desconocida, porque los granadinos no han sido educados para verla, sino para mirarla". Emilio de Santiago (Granada, 1946) es quiz¨¢ la persona que mejor siente y conoce la Alhambra en este pa¨ªs. Arabista, disc¨ªpulo y pr¨¢cticamente hijo adoptivo de Emilio Garc¨ªa G¨®mez, alumno de Joaquina Eguaras, De Santiago ha dedicado los ¨²ltimos 30 a?os de su vida al mundo de Al-?ndalus, un mundo que, seg¨²n explica, no era tan id¨ªlico como se cuenta."A Al-?ndalus le han puesto tanto barniz pol¨ªtico en su realidad que llegar a lo aut¨¦ntico cuesta mucho trabajo", explica. "La realidad pura y sencilla es que se trataba de un pa¨ªs isl¨¢mico en medio de un contexto cristiano que a veces ni siquiera era necesariamente hostil". Luego a?ade: "La mejor manera de conocer la realidad cotidiana de Al-?ndalus es acudir a su poes¨ªa, en la que se habla del vino, de la vida de la gente corriente".
"Si la gente supiera lo que encierra de verdad la cultura andalus¨ª", agrega, "no esos t¨®picos altisonantes sobre la tolerancia, esplendores y legados; si se abandonaran los oropeles y se diera m¨¢s importancia a la ciencia, el conocimiento de Al-?ndalus dar¨ªa unos frutos maravillosos". "S¨®lo una ¨¦lite", profundiza, "tiene acceso al verdadero conocimiento, pero a esa ¨¦lite, a los pol¨ªticos, le interesa m¨¢s bien poco la historia de Almanzor".
Emilio de Santiago fue durante a?os el gu¨ªa oficial de la Alhambra para las grandes visitas oficiales. ?l era el encargado de revelar c¨®mo el monumento nazar¨ª "es algo que est¨¢ vivo". "Y de ah¨ª viene su hermosura", comenta. "La Alhambra es un ser que habla. A¨²n conserva disecada, labrada en piedra, su voz. Es un monumento que parece casi irreverente desde el punto de vista isl¨¢mico. Hay un verso que dice: "contempla atentamente mi hermosura / y hallar¨¢s explicada mi manera de ser". Todas las cosas tienen una apariencia y un misterio. Quien descubre eso en la Alhambra, queda atrapado por ella".
Arabista de una exquisita sensibilidad, Emilio de Santiago lleg¨® a ser alumno ¨²nico en la Universidad de Granada. "Eleg¨ª el ¨¢rabe para ir contracorriente", recuerda. "La arabista Joaquina Eguaras fue la que me ense?¨® los rudimentos del ¨¢rabe, que para m¨ª eran como los rudimentos de una magia, de un mundo nutricio que iba de Sheherezade a la Torre de Comares".
Sonr¨ªe cuando se le pregunta si la Alhambra es realmente respetada por los granadinos, por los andaluces. "La Alhambra no tiene para algunas instituciones m¨¢s valor que el ser una fuente inagotable de ingresos", responde. "A la gente no se la ha educado en su sensibilidad".
?Y deber¨ªa ense?arse ¨¢rabe en las escuelas, igual que lat¨ªn y griego, para que los andaluces profundizaran m¨¢s en su cultura? De Santiago reflexiona un momento: "Ser¨ªa muy aconsejable que nuestro cuadro de disciplinas incorporara m¨¢s ilustraci¨®n, pero sin oropeles nacionalistas", dice. "Hay que desterrar eso de "lo nuestro", que a m¨ª me da asco. Tenemos la posibilidad de vivir en Occidente mientras miramos a Oriente". M¨¢s tarde abunda en esa opini¨®n: "La universalidad es lo que hay que inculcar en los ni?os. No es necesario ense?ar ¨¢rabe, sino ofrecer la visi¨®n de un contexto en el que se pueda conocer perfectamente el pasado. Mucha gente adora a Virgilio y no sabe lat¨ªn".
Entonces agrega: "Yo no pido ninguna exaltaci¨®n del arabismo, ni que un arabista tenga que ser almohade, que es como si un catedr¨¢tico de microbiolog¨ªa quisiera ser una ameba. Lo que s¨ª pido es que una cultura de 800 a?os se ofrezca a los ciudadanos con una garant¨ªa de realidad y objetividad, no como algo pol¨ªtico y arrojadizo".
A juicio de De Santiago, los granadinos viven de espaldas a su pasado. Le llama la atenci¨®n que Al-?ndalus o la Alhambra sean m¨¢s conocidos y respetados en el mundo ¨¢rabe que en Andaluc¨ªa. "Y eso es porque cuando un ¨¢rabe visita la Alhambra puede leer sus poemas, puede entenderla. Los granadinos no han sido educados para ver la Alhambra, sino para mirarla. Lo m¨¢s hermoso de ese monumento es, precisamente, lo que est¨¢ oculto, lo que no se muestra al p¨²blico. La Alhambra es una gran desconocida".
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