El efecto Babel
De entre los fastos que se anuncian para Castell¨®n en este umbral flamante y secular, hay uno modesto, al margen de los magnos y maravillosos proyectos oficiales, que me parece especialmente significativo. La librer¨ªa Babel, fundada en un 92 plet¨®rico de fanfarrias ol¨ªmpicas, y la librer¨ªa Faristol, creada seis a?os antes, inaugurar¨¢n su 2000 convirti¨¦ndose en una sola marca y compartiendo un ¨²nico espacio, el de Babel. Un cuerpo mucho m¨¢s fuerte con el coraz¨®n normalizado.En realidad, ambas empresas eran propiedad del mismo hombre, Pere Duch, un gigante amable integrante de eso que no s¨¦ si a¨²n se llama sociedad civil. Duch so?aba desde los ochenta con inventar una tienda de libros que, adem¨¢s de constituir una empresa s¨®lida, supusiera una aut¨¦ntica agencia cultural con efectos m¨²ltiples e irreversibles. Para ello (y para la libertad de expresi¨®n en la lengua propia) en 1982 fund¨® Tres i Ratlla y, cuatro a?os despu¨¦s, Faristol. Bajo esta met¨¢fora musical se enarbolaba la ¨²nica librer¨ªa del Pa¨ªs Valenciano (y gran parte de su extraradio) que s¨®lo expend¨ªa libros en catal¨¢n.
A?os despu¨¦s, Babel fue una apuesta m¨¢s arriesgada, aunque con objetivos mucho m¨¢s modestos que los de aquella m¨ªtica torre amasada con pasta b¨ªblica: proporcionar a todo dios cualquier tipo de lectura. Era la primera "librer¨ªa general" que abr¨ªa en Castell¨®n con criterios modernos, justo en unos momentos en que Armengot, el viejo referente bibli¨®filo de la calle Enmedio, se daba por definitivament saldada. La casualidad ha querido que el anuncio de la nueva etapa de Babel coincida otra vez con un nuevo luto en las empresas del sector: el cierre de Ares. A los que nos gustan los libros, y no precisamente para com¨¦rnoslos, se nos ha ido algo esencial. Sin Armengot y sin Ares, la calle Enmedio ya no es lo que era. La calle Enmedio: las Ramblas de Castell¨®n, aunque sin ¨¢rboles y con otras menudas estrecheces. Y ahora tambi¨¦n sin librer¨ªas.
En la nueva ubicaci¨®n que estren¨® el a?o pasado (la calle Guitarrista T¨¢rrega), a pocos metros del Conservatorio y del flamante Espai d"Art Contemporani, Babel ha podido llevar a cabo el antiguo sue?o de Pere Duch: ni una empresa ni un tinglado cultural, sino precisamente una empresa cultural. Para ello se cre¨® en abril del a?o pasado el F¨°rum Babel, por donde ha pasado todo quisque, de Carmen Alborch a Covadonga O"Shea (pron¨²nciese "o sea"), y casi doscientas asociaciones de todo tipo que han presentado sus cositas ante un auditorio variable pero, para los par¨¢metros al uso en Castell¨®n, de aritm¨¦tica cordial. Este negocio dentro del negocio lo ha llevado a cabo Joan Monta?¨¦s Xipell, coordinador del F¨°rum, mano derecha del Duch y unos de los grandes humoristas valencianos. Xipell cree a pies juntillas que la actual crisis de la librer¨ªa tradicional consiste en que sus propietarios se empe?an en s¨®lo vender libros. Una librer¨ªa debe ser un foco de agitaci¨®n, porque el futuro del libro, como ca?amazo y como s¨ªmbolo, va ligado inextricablemente a la capacidad de la cultura para sobrevivir como un factor imprevisible, no cataloglable y no digitalizable. ?Y cu¨¢l es el secreto del Foro? Se lo explicaba Xipell a la heredera de un conocido h¨®lding medi¨¢tico y cultural tambi¨¦n con poderosos intereses en el sector del libro y el entretenimiento:
-Nuestro ¨²nico misterio, se?ora, es cambiarle el agua a las aceitunas (en valenciano en el original).
Aquella dama de ilustre apellido, que se traslad¨® en persona a Castell¨®n para escuchar de labios de sus responsables la experiencia del F¨°rum Babel, a¨²n descifra desde su rascacielos la densa met¨¢fora xipelliana. Pero es precisamente esa f¨®rmula tan vieja como cualquier otro ir¨®nico savoir faire la que acaba de proporcionarle a esta sociedad castellonense el primer Premio a la Librer¨ªa Cultural 1999, un flamante galard¨®n instituido al alim¨®n en Madrid por la Confederaci¨®n Espa?ola de Gremios y Asociaciones de Libreros y el Ministerio de Cultura.
Al fin y al cabo, puede que sea cierto y el centro de Castell¨®n (ese espacio imaginario -y hecho unos zorros- donde se ejerce el poder desde la Edad Media) se est¨¦ desplazando desde su ubicaci¨®n tradicional hacia el mar, configurando un nuevo eje de atracci¨®n cultural que comienza en Babel, sigue con el conservatorio y el Espai D"Art i acabar¨ªa, de momento, en el todav¨ªa nonato Museu de Belles Arts. Precisamente las letras macizas del gigantesco r¨®tulo de este ¨²ltimo, trasladadas en cami¨®n el verano pasado desde Madrid, ocasionaron un bello e in¨¦dito momento brossiano, como inmortaliz¨® la fotograf¨ªa de Luis As¨ªn para este mismo peri¨®dico (Babelia, 4-11-99).
Es probable que Castell¨®n sea ese "para¨ªso estad¨ªstico" del que ha hablado el periodista Txema Rodr¨ªguez. Un oasis petrificado como la cuarta provincia espa?ola con el menor n¨²mero de parados, la quinta cuya poblaci¨® m¨¢s crece, con un incremento del IPC global siempre por debajo de la media, las exportaciones en aumento y las importaciones a la baja. Si esto sigue siendo as¨ª, sin duda se va por el camino del ¨¦xito hacia la muerte segura. S¨®lo la cultura, y sus cat¨¢strofes m¨¢s emblem¨¢ticas (de donde el libro) podr¨ªa conducir a esta ciudad so?olienta e inm¨®vil s¨²bitamente enfrentada a las necesidades del presente hacia esa forma de fracaso no menos dulce que llamamos modernidad. Bab¨¦lica, por supuesto.
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