Vidas cruzadas
Los donantes de ¨®rganos son personas an¨®nimas que hacen posible que algunos hilos de vida no acaben de romperse. Gracias a ellos pueden describirse momentos intensos de felicidad; seres humanos que recuperan las ganas de vivir despu¨¦s de muchos a?os de sufrimiento. ?ste es el relato de una familia donante y de otra receptora: dos historias reales con un final feliz.
EL DONANTE
A Miguel Angel Plata, 20 a?os, su moto, que no quiso seguirle en su pasi¨®n por la vida, se le enred¨® en una curva de la carretera que va de Granada a Armilla, cercenando para siempre sus proyectos. Eran las 9 de la noche del s¨¢bado 18 de septiembre de 1999 y el verano tocaba a su fin. Miguel Angel ya no ver¨ªa m¨¢s la luz de Granada ni aquel oto?o que desde el arc¨¦n le anunciaban los ¨¢rboles. El joven electricista, "generoso y solidario", seg¨²n los que le conocieron, le regal¨® a 11 personas parte de su vida; sus ¨®rganos viven ahora en ellas y, todas, de alguna manera, hacen latir el coraz¨®n de Miguel Angel.
Sus padres recibieron la noticia por un amigo. Su hijo hab¨ªa tenido un grave accidente. Jos¨¦ Miguel Plata Plata, 52 a?os, cocinero desde hace 27 a?os en el Hospital Cl¨ªnico y su hijo Jos¨¦, de 25 a?os, se trasladaron al lugar de los hechos. Llegaron a tiempo de comprobar c¨®mo introduc¨ªan al herido en una ambulancia del Servicio de Urgencias; no estaba muerto y la juventud y la vida se aferraban a un d¨¦bil hilo. Luego vendr¨ªan las interminables horas de espera en la madrugada, la angustia, las dudas, los miedos... "A las 9 de la ma?ana nos dijeron que el cuerpo y la mente de mi hermano estaban desconectados", recuerda Bel¨¦n, 23 a?os, estudiante de Magisterio. "Yo sab¨ªa que eso significaba una muerte cerebral".
El Equipo Coordinador de Trasplantes (ECT) del hospital reuni¨® a la familia Plata en un despacho. "Lo importante es establecer un di¨¢logo. Son los momentos m¨¢s dif¨ªciles; es lo que llamamos el Proceso de duelo. La familia todav¨ªa no ha asumido la p¨¦rdida, est¨¢ desorientada y necesita el m¨¢ximo apoyo y comprensi¨®n. Pero hay que tender puentes enseguida para que entiendan que con la donaci¨®n de los ¨®rganos del fallecido se pueden salvar otras vidas", explica Blas Baquedano, enfermero del ECT de Granada. "Mi padre ni se lo pens¨®; comprendi¨® enseguida lo que nos propon¨ªan", recuerda Bel¨¦n. "Tampoco los hermanos dudamos. La que no acababa de aceptarlo era mi madre. Sin embargo, ahora, es la primera en recordar que Miguel Angel est¨¢ ayudando a vivir a otras personas. Y eso mitiga su pena", a?ade Bel¨¦n. "Esto es como la ropa nueva que se te queda peque?a. ?Qu¨¦ haces con ella, la tiras? Yo creo que lo mejor es darla", razona Jos¨¦ Miguel Plata que todav¨ªa conserva intacto el dolor por la p¨¦rdida del hijo. ?l tiene muy claro que ser donante no perjudica a nadie y s¨®lo trae beneficios.
Despu¨¦s de hablar con ellos y de ofrecerles todo su apoyo, el ECT dej¨® sola a la familia Plata para que asimilara la p¨¦rdida. Pod¨ªan estar junto a su hijo todo el tiempo que quisieran, su coraz¨®n lat¨ªa a¨²n... La extracci¨®n de ¨®rganos no empezar¨ªa hasta las dos de la tarde. "En esos momentos no te das cuenta de nada; no puedes pensar. Son horas de confusi¨®n. Pero yo s¨¦ que hay familias que luego se han arrepentido de no haber donado los ¨®rganos", cuenta Bel¨¦n, mientras desgrana aquellas horas intensas. Enfermeros y m¨¦dicos se excusan, est¨¢n dispuestos a aclarar cualquier duda; luego piden la autorizaci¨®n por escrito. "Jam¨¢s pretendemos enga?ar a nadie. La donaci¨®n es voluntaria y quien la hace ha de estar convencido. Creo que es un acto de generosidad importante que, adem¨¢s, contribuye a salvar muchas vidas y a evitar sufrimientos", concluye el m¨¦dico Pedro Navarrete, responsable del ECT de Granada.
EL RECEPTOR
En la habitaci¨®n 210 del Hospital Virgen de las Nieves de Granada, ?ngela Tejeda Navarro repasa su vida. Tiene s¨®lo 34 a?os, pero su sufrimiento ha sido tanto, y tan intenso, que le parece que ha vivido ya una eternidad. Ahora es incapaz de plantearse problemas ni de tener un mal recuerdo. Apenas faltan doce horas para que d¨¦ a luz. Entrar¨¢ en el quir¨®fano y, despu¨¦s de una ces¨¢rea, podr¨¢ abrazar a su primer y ¨²nico hijo. ?nico, porque ya no podr¨¢ tener m¨¢s; su condici¨®n de receptora de un trasplante no se lo permite. "Tener ¨¦ste ya ha sido un riesgo, pero es c¨®mo si hubiera pasado un ¨¢ngel", dice. Y es que no hace tanto tiempo que quer¨ªa desaparecer de este mundo; incluso lo intent¨® varias veces.
Los primeros recuerdos de su calvario la remiten a cuando ten¨ªa tres a?os. A esa edad ya se le inflamaban los tobillos y comenzaron a deform¨¢rsele los huesos. A los 11 a?os los m¨¦dicos le descubrieron el ri?¨®n izquierdo seco y el derecho muy deteriorado. Tres a?os despu¨¦s le diagnosticaron una artritis cr¨®nica juvenil que la dej¨® casi paral¨ªtica. Resisti¨® hasta los 24 a?os, cuando perdi¨® definitivamente el ¨²ltimo ri?¨®n. Entonces tuvo que someterse a di¨¢lisis, tres d¨ªas por semana, durante cuatro horas cada d¨ªa. "Lo pasaba fatal; nunca pude asimilarlo. Y lo somatic¨¦", explica. Le daban calambres y se mareaba. Fue en aquella ¨¦poca, mientras llegaba un ri?¨®n, cuando intent¨® desaparecer...
De pronto, el hospital la avis¨® de que hab¨ªa un ri?¨®n para ella. Tres a?os llevaba someti¨¦ndose a la tiran¨ªa de la m¨¢quina de hemodi¨¢lisis. "Yo nunca pens¨¦ que fuera a tener tanta suerte. Conviv¨ªa con gente que llevaba esperando un ri?¨®n 12 a?os". No pod¨ªa cre¨¦rselo. "Entr¨¦ en el quir¨®fano para el transplante como si fuera a una fiesta; totalmente relajada". Era el 21 de enero de 1993. Todo sali¨® bien. "Alguien me hab¨ªa regalado una vida".
FINAL FELIZ
?ngela Tejeda dice haber vuelto a nacer con el ri?¨®n recibido. Y as¨ª debe ser. Tras recuperar su salud y encontrar un trabajo, se cas¨® y, seis a?os despu¨¦s, el pasado martes, 14 de diciembre de 1999, a las 8,30 de la ma?ana, daba a luz una ni?a.
Luc¨ªa ha pesado dos kilos y medio; tiene la piel de porcelana y los ojos oscuros. ?Se parece a su padre...? ?A su madre...? A trav¨¦s de la luz que matiza la persiana de la habitaci¨®n 515 del Hospital Virgen de las Nieves, ?ngela cree distinguir otros parecidos. Mira de reojo a Luc¨ªa y, sin poder evitarlo, ve en ella a Miguel Angel, al que conoce por una foto que le ha tra¨ªdo Bel¨¦n. Bel¨¦n y ?ngela son ahora compa?eras en las charlas que la ETC organiza para promover la donaci¨®n de ¨®rganos.
?ngela sigue sin poder apartar la vista de su hija. En ella reconoce a otros donantes an¨®nimos: entre ellos, a aqu¨¦l que el d¨ªa 21 de enero de 1993 hizo posible que comenzase para ella otra vida.
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