Astenia
JOSEP TORRENT
A trancas y barrancas, la direcci¨®n federal del PSOE ha conseguido ultimar las candidaturas que presentar¨¢ en las pr¨®ximas elecciones generales en la Comunidad Valenciana. Sobre los m¨¦todos empleados para culminar tama?a tarea no hay nada que a?adir a lo mucho que con largueza, no exenta de exactitud, se ha publicado en este peri¨®dico y en otros. Valga lo escrito para ahorrarme disquisiciones sobre adjetivos, etiquetas, nominalismos y tribus que sirven para identificar la variopinta fauna antes conocida como PSPV y ahora ni se sabe.
Llama la atenci¨®n, sin embargo, que pese a lo mucho escrito nadie, que yo recuerde, se haya detenido un instante a reflexionar sobre la participaci¨®n de los militantes socialistas en las votaciones internas que, supuestamente, deb¨ªan servir para medir los apoyos de los aspirantes a figurar en las candidaturas. Dando por v¨¢lidos los resultados oficiales, nos encontramos con que en la provincia de Valencia, que cuenta con un censo aproximado de 18.000 militantes, Cipri¨¤ Ciscar se situ¨® en primer lugar con poco m¨¢s de 2.000 votos. Un escas¨ªsimo 12%. De los resultados del resto de aspirantes, a pesar de que hubo quien se preocup¨®, y mucho, de movilizar a sus fieles, mejor no hablar.
Con semejantes datos, el diagn¨®stico sobre el PSPV no puede ser m¨¢s f¨²nebre. Nos encontramos ante un partido desmoralizado y ast¨¦nico, cuyos militantes, hartos de tanta bronca cainita, han optado abrumadoramente por el absentismo antes que secundar a unos te¨®ricos l¨ªderes que, de unos a?os a esta parte, ¨²nicamente se han destacado por conducirles a unas peleas fratricidas y est¨¦riles. As¨ª las cosas, no es extra?o que les hayan contestado con un "ah¨ª te pudras" cuando han vuelto a ser reclamados para que manifestaran su opini¨®n. Y tampoco ser¨¢ sorprendente que, llegada la campa?a electoral, decidan quedarse tan ricamente en su casa. La puta base tambi¨¦n tiene su dignidad.
Con todo, parece previsible que de aqu¨ª a las elecciones se establezca un cierto armisticio interno. Ser¨¢ la paz de los cementerios, pero paz al fin y al cabo. Recluidos en sus domicilios o malhumorados en las tertulias matar¨¢n el tiempo a la espera del resultado de las elecciones. Y, seg¨²n como caiga, actuar¨¢n. Las organizaciones, m¨¢s a¨²n las pol¨ªticas, sienten un horror vacui a la ausencia de liderazgo que rellenan con rapidez a poco que alguien sepa estar en el lugar oportuno en el momento oportuno. Y ahora mismo es pronto para enterrar a nadie. Hay muertos pol¨ªticos que ma?ana pueden gozar de una magn¨ªfica salud. La historia est¨¢ llena de paradojas.
Los ciudadanos, en su pr¨®xima cita con las urnas, van a elegir algo m¨¢s que un partido para gobernar Espa?a. Consciente o inconscientemente sus votos van a ser decisivos para determinar el futuro del PSOE y su correlato en el PSPV. ?ste es un axioma aceptado por todas las partes en litigio.
El absentismo de los socialistas valencianos en las votaciones para elegir a sus candidatos revela, am¨¦n de astenia y desmoralizaci¨®n, un cierto determinismo. Creen, y no parece que vayan desencaminados, que no vale la pena perder m¨¢s tiempo en unas peleas que, al final, ser¨¢n otros -los electores- quienes pueden acabar con ellas. Toda una transferencia de responsabilidades.
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