El hombre que revolucion¨® el golf
En 1999, el norteamericano ha empezado a estar a la altura de todas las profec¨ªas
"Habr¨¢ un antes y un despu¨¦s en la historia del golf (y por tanto, de la humanidad)", escribieron unos cuantos entonces, hacia agosto de 1996. Como si fuera Jes¨²s de Nazaret. Publicidad pagada, pensaron la mayor¨ªa. Hagiograf¨ªa barata, a?adieron los religiosos. Tiger Woods era por entonces un personaje inventado por los medios, lanzado al estrellato y codiciado por las grandes empresas, siempre a la que salta a la hora de fichar la mejor imagen de cada momento."Est¨¢ habiendo un antes y un despu¨¦s en la historia del golf (y tambi¨¦n de la humanidad)", siguieron escribiendo unos cuantos entonces, hacia abril de 1997, cuando Tiger Woods arras¨® el campo de Augusta y su sacrosanto Masters, batiendo todos los r¨¦cords de calidad, cantidad, distancia, precisi¨®n y juventud. Como si de verdad lo suyo fuera un advenimiento, una llegada solemne, esperada y profetizada. Unos cuantos menos fueron los que alzaron su voz para protestar, para a?adir el no es para tanto y cada a?o sale uno igual. Aunque no tanto. La verdad es que en el gol no abundan jugadores afroamericanos, con sangre tambi¨¦n tailandesa por parte de madre e india por parte de padre, con mucho talento y calidad, pegada y juego corto, ganadores natos (seis victorias, incluido un grande en su primer a?o profesional) y tambi¨¦n tremenda juventud (Tiger Woods cumplir¨¢ 24 a?os este jueves, 30 de diciembre), pero de ah¨ª a santificarlo de entrada..., cumpl¨ªan los esc¨¦pticos.
Los esc¨¦pticos... Los mismos que en el penoso 1998 del golfista norteamericano (s¨®lo un triunfo, y menor) no se recataron en recordar que ya lo dec¨ªan ellos y que tampoco era para tanto. Los mismos que a comienzos de este extraordinario 1999 no dudaron en convertirse en hagi¨®grafos verdaderos de David Duval, ¨¦ste s¨ª que es bueno. Cuatro torneos entre enero y abril y hasta una ronda de 59 golpes un d¨ªa. Claro que David Duval, el rubio t¨ªmido y bien educado, dur¨® en el gran escaparate s¨®lo hasta que se enfrent¨® (y fracas¨®) a su primera prueba de verdad: salir victorioso de un grande (el Masters de Augusta) en el que part¨ªa como (enorme) favorito.
Gan¨® Olaz¨¢bal. Duval se hundi¨® y el Tigre, Tiger Woods, empez¨® a advenir de verdad. Los profetas ten¨ªan raz¨®n.
Libro de los n¨²meros: entre el 6 de junio y el 28 de noviembre, Woods tuvo 13 semanas de trabajo. En ellas gan¨® siete torneos (para un total anual de ocho en el circuito norteamericano, una haza?a ins¨®lita durante d¨¦cadas, y nueve sumando una en el circuito europeo), incluidos un grande (el campeonato de la PGA) y dos semigrandes (los torneos mundiales de Akron y Valderrama), en las seis semanas restantes contribuy¨® a que Estados Unidos ganara la Ryder Cup y la Copa del Mundo, se apunt¨® la exhibici¨®n de la Copa del Gran Slam, y s¨®lo se permiti¨® quedar tercero en un grande (el Open de Estados Unidos) y s¨¦ptimo en otro (el Brit¨¢nico). M¨¢s de 1.000 millones de pesetas de ganancias s¨®lo en premios. Y, claro, n¨²mero uno mundial.
Los hagi¨®grafos siguen trabajando y publicando sus descubrimientos. ?Qu¨¦ grande! ?Nadie juega como ¨¦l! Es alto pero no torpe; es fuerte pero tambi¨¦n el¨¢stico. Es fuerza f¨ªsica y es tambi¨¦n talento. Las da altas, bajas y medias, en par¨¢bola y rectas, largas y cortas. Emboca y no tiembla. Tiene car¨¢cter y sonrisa. Sabe posar y vender sus productos. Ha reinventado el golf. No, se?ores, no habr¨¢ un antes y un despu¨¦s, se permiten rectificar, es que antes no hab¨ªan visto nada. Tiger Woods, proclaman, es lo mejor que le ha pasado al golf en su historia. Y puede que tengan raz¨®n.
Michael Jordan ha sido el deportista de los a?os 90, el hombre que sac¨® el baloncesto del ghetto universitario y lo convirti¨® en un espect¨¢culo callejero urbi et orbe. El deportista que solito ha sustentado un deporte-negocio, el que ha inventado todo lo que ahora es normal.
Siguiendo su estilo estelar, Tiger Woods ser¨¢ el deportista de la primera d¨¦cada del siglo XXI.El golf ya ha empezado a salir del ghetto de los country club silenciosos, enmoquetados, inaccesibles y sectarios. No es un deporte callejero como el baloncesto, pero es ya un deporte de masas en Estados Unidos, Jap¨®n y Gran Breta?a, y casi en el resto de Europa.
Sea Tiger Woods el s¨ªntoma de que algo est¨¢ cambiando en el mundo del deporte, sea la se?al que marca el cambio; sea la causa del cambio o sea el efecto de lo que los nuevos tiempos proponen en su men¨², como menos ser¨¢ el personaje que lo personifica. El hombre que lleg¨® (advino) al golf con una misi¨®n escrita en los genes. Y, como el profeta aventur¨®, la est¨¢ cumpliendo.
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