Militares y civiles chocan en Venezuela por la direcci¨®n de las operaciones de salvamento
![Juan Jes¨²s Azn¨¢rez](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F6c0df8bd-0ff3-4468-936e-c96fafaa26b6.png?auth=b5d935e44f236e02ca04903532080bbde3883da024a5334989732c8e86c47147&width=100&height=100&smart=true)
La crisis es ya manejable, seg¨²n el ministro de Defensa venezolano, general Ra¨²l Salazar, pero la reconstrucci¨®n nacional es objetivo de a?os, y saltan chispas entre los militares y civiles que combaten los da?os causados por las peores inundaciones de la historia de Venezuela. Se disputan la direcci¨®n de las operaciones de salvamento. Un ¨¦xodo de miles de personas viaja hacia territorios venezolanos v¨ªrgenes, tratando de rehacer sus vidas; otra di¨¢spora, m¨¢s numerosa, es socorrida en los refugios de Caracas por psiquiatras, sacerdotes y voluntarios.
Los testimonios de algunas v¨ªctimas a¨²n estremecen. Sepultado casi tres d¨ªas en el barro, Alberto Salas acert¨® a sacar una mano y agarr¨® por las botas a un soldado norteamericano que pisaba encima. "Yo salv¨¦ la vida, pero la perdieron mis dos hijas". La solidaridad navide?a es enorme con los 200.000 compatriotas a la intemperie, sin casa, ni empleo, ni ganas en muchos casos de alejarse de Vargas, el litoral barrido del mapa, y dedicarse a la colonizaci¨®n de otros estados.El Gobierno y la sociedad civil, fracturada durante el refer¨¦ndum constitucional del pasado d¨ªa 15, y la prensa en bloque, trabajan agrupados para forjarles un nuevo porvenir, y las diferencias pol¨ªticas apenas merecen atenci¨®n. Los ni?os m¨¢s pobres recibieron regalos y mimos que probablemente no hubieran tenido en las chabolas de origen, y un circo de jirafas y focas, cargamentos de regalos, m¨²sica y un men¨² extraordinario aliviaron las convalecencias y depresiones de Nochebuena y Navidad. "Nos olvidamos un poco, pero el dolor regresa r¨¢pido", dicen los familiares de los aproximadamente 30.000 venezolanos dados por muertos o desaparecidos.
Durante un recorrido de dos d¨ªas por los refugios de la capital, la mayor¨ªa glorificaba a Hugo Ch¨¢vez, porque esa mayor¨ªa no ten¨ªa casa de fin de semana en los adinerados tramos tur¨ªsticos del litoral y vot¨® al comandante. "No nos ha abandonado", declaraban las personas consultadas. "No soy el Ni?o Jes¨²s, s¨®lo soy el ni?o Ch¨¢vez", respondi¨® el gobernante a quienes le abrazaban a su paso durante su visita a las graderas del Poliedro.
No todo es concordia, sin embargo, y algunas canalladas sublevan. Unos padres denunciaron haber recibido llamadas an¨®nimas exigiendo el pago de un rescate por la entrega de su hijo, de tres a?os, desaparecido durante los derrumbes y desbordamiento; otros personas afirman ser damnificados cuando s¨®lo son farsantes, y qued¨® detenido un hombre de 30 a?os que se burl¨® de todo el pa¨ªs simulando ser un desesperado rodeado de cad¨¢veres, al borde del infarto. "Pido clemencia al pa¨ªs y a Ch¨¢vez", declar¨® durante su presentaci¨®n p¨²blica, esposado.
Los militares, en sinton¨ªa con un presidente que viste uniforme de campa?a, dirigen las operaciones de rescate. Esa supremac¨ªa, protestada entre las filas civiles, llev¨® a un grave choque, verbal, f¨ªsico y pol¨ªtico, entre un coronel y Alfredo Laya, gobernador de Vargas, el Estado destruido, que permaneci¨® detenido durante varias horas. Debi¨® intervenir el jefe del Gobierno para mediar entre esa autoridad civil, afecta, y los jefes castrenses implicados en la trifulca.
Un militar del Ej¨¦rcito empuj¨® y golpe¨® al gobernador y a un diputado del partido Patria para Todos, integrante de la coalici¨®n gubernamental Polo Patri¨®tico, por diferencias de criterio. El coronel neg¨® el env¨ªo de comida y agua a Naiguat¨¢, considerando que conven¨ªa almacenarlas para otros destinos, y el gobernador pretendi¨® imponer su autoridad a la brava. Hubo patadas y empujones, y Laya, que se llev¨® la peor parte en el agarr¨®n, qued¨® retenido varias horas.
El ministro de Defensa vino a dar la raz¨®n a sus hombres, aunque trat¨® de restar importancia a un incidente que no parece aislado. D¨ªas atr¨¢s, el diputado oficialista Pablo Medina hab¨ªa protestado el virtual estado de guerra decretado por la Fuerza Armada cuando se trata de un estado de cat¨¢strofe natural.
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