El sida infantil se ha doblado en Rumania a los 10 a?os de la ca¨ªda de Ceausescu
Unos 500 ni?os, la mayor¨ªa hu¨¦rfanos, se infectan cada a?o debido a la pobreza
ENVIADA ESPECIALFlorin y Cici no saben nada de Nicolae Ceausescu, pero su peque?a vida de hu¨¦rfanos qued¨® quebrada cuando una negligencia debida al secreto impuesto por el dictador les hizo contaminarse de sida. En aquellos a?os, desde 1985, en que se detect¨® el primer caso, hasta 1989, en que cay¨® el conducator, miles de ni?os de orfanatos rumanos fueron inoculados con el virus mortal por el mal uso de las jeringuillas en un r¨¦gimen en el que lo que no se contaba no exist¨ªa. Pero 10 a?os despu¨¦s, los casos se han doblado de forma alarmante.
El Gobierno rumano, sumido en una terrible crisis en su dif¨ªcil intento de abrazar la econom¨ªa capitalista, no dispone apenas de medios para tratar ni prevenir la enfermedad.Vlad Ionuts, un peque?o al que todos llaman Cici, abandonado por sus padres al poco de nacer, hace 11 a?os, se entretiene sobre su cama con un coche min¨²sculo a la hora de la siesta. Sus cinco compa?eros de cuarto duermen. Est¨¢n muy delgados, el pelo casi rapado al cero. A Vlad se le ilumina el rostro al ver entrar a la enfermera, para ¨¦l una aut¨¦ntica madre que le ha acompa?ado y cuidado en su infancia en el hospital Victor Babes de Bucarest.
"?l sabe perfectamente que hay otra vida detr¨¢s de estos muros, tiene alguna noci¨®n de que ¨¦l es un ni?o enfermo y de que no tiene padres", asegura quien le cuida, Anca Sujeciani, jefa del pabell¨®n. "A veces salen de excursi¨®n y conocen el mundo. Han visto en la televisi¨®n reportajes sobre s¨ª mismos. Pero su vocabulario no es muy amplio. Sin duda, su percepci¨®n de la realidad es algo que no podemos adivinar". Nadie sabe, por ejemplo, por qu¨¦ Vlad pintaba insistentemente cruces e iglesias cuando aprendi¨® a manejar los l¨¢pices. S¨®lo eso. Con los a?os empez¨® a dibujar ¨¢rboles, casas y ni?os, y sus bellos cuadros cuelgan hoy del muro de la peque?a escuela de que dispone este hospital.
?l representa el rostro individual de la feroz estad¨ªstica rumana: nacido en 1988, abandonado en un orfanato y contaminado por una jeringuilla infectada cuando era un beb¨¦, su enfermedad s¨®lo empez¨® a ser tratada en 1990, una vez muerto el dictador. "Hasta que cay¨® Ceausescu, las informaciones del sida eran secretas y ocultadas por el Estado. Todos los que formamos el equipo m¨¦dico sab¨ªamos algo de su existencia, pero era un tema prohibido", asegura esta enfermera.
As¨ª, en medio de esa negligencia, 2.700 ni?os fueron contaminados en aquella ¨¦poca. Pero lo peor, tal vez, es que los ¨ªndices han continuado creciendo de forma alarmante. Hoy son 5.179 los ni?os con sida en Rumania (frente a 749 adultos) y m¨¢s de 3.000 menores portadores. El mayor n¨²mero de diagn¨®sticos en el caso de los ni?os, m¨¢s de 1.000, se registr¨® en 1990, una vez que la revoluci¨®n puso t¨¦rmino a la dictadura y los m¨¦dicos descubrieron la papeleta. Pero desde entonces, cada a?o se registran unos 500 nuevos casos. Sin rastros de una futura disminuci¨®n.
"La epidemia est¨¢ relacionada con la pobreza. La vulnerabilidad de los pobres es grande. Rumania es pobre y los afectados son pobres. La mayor¨ªa de los ni?os contaminados procede de orfanatos y vive en unas condiciones deplorables", relata el doctor Costin Cernescu, director del Instituto de Virolog¨ªa. Recuerda Cernescu que no s¨®lo el sida constituye una amenaza para la poblaci¨®n rumana.
En los ¨²ltimos a?os ha habido peligrosas epidemias de meningitis, hepatitis e incluso casos de fiebre tifoidea, que ya estaba superada en Rumania. Porque las condiciones de vida e higiene son p¨¦simas. En la Navidad de 1994, dice Cernescu, los responsables de la cloraci¨®n del agua de Bucarest se fueron de vacaciones, y el resultado fue una fuerte epidemia de hepatitis A.
El Gobierno, mientras, ha recortado el presupuesto de educaci¨®n y sanidad, los dos sectores m¨¢s sensibles, en pleno proceso de negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la asfixiante deuda.
Este oto?o, los m¨¦dicos se pusieron en huelga cuando empezaron a faltar medicinas para los tratamientos. Por ello, hoy, casi todo depende de las ONG, sobre todo en el terreno de la prevenci¨®n, en un pa¨ªs donde el aborto es a¨²n el anticonceptivo m¨¢s barato: cuesta desde 545 pesetas en un hospital p¨²blico, un 10% del salario m¨ªnimo, mientras las pastillas valen unas 900. As¨ª, el 40% de las mujeres usa el aborto como anticonceptivo. Y ¨¦ste, frente al preservativo, no previene contra el sida.
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