Rafael Ortega, conmocionado

En la ¨²ltima corrida del a?o, del siglo y del milenio (para quienes afirman que estos dos ¨²ltimos terminan el 31 de diciembre 1999) en la Monumental Plaza M¨¦xico, Rafael Ortega sufri¨® una aparatosa y peligrosa voltereta que lo conmocion¨®. Adem¨¢s de la p¨¦rdida de la memoria, sufri¨® la fractura del tobillo izquierdo que amerit¨® una intervenci¨®n quir¨²rgica para colocarle un tornillo. Respecto a la amnesia, los m¨¦dicos opinan que en tres d¨ªas aproximadamente recobrar¨¢ la memoria.El percance ocurri¨® cuando al rematar Rafael Ortega con una revolera un comprometido quite por chicuelinas al pegajoso segundo, pitado en el arrastre, ¨¦ste se lo ech¨® a los lomos. El diestro dio una vuelta de campana y al caer se golpe¨® en la nuca y qued¨® conmocionado en la arena. Fue conducido a la enfermer¨ªa, donde tard¨® en volver en s¨ª, pero sin saber en d¨®nde se encontraba y, tras ser estabilizado, fue conducido al hospital Mocel.

El Zapata continu¨® la lidia y despach¨® a la alima?a, que desarroll¨® mucho sentido; se quedaba a la mitad del pase y buscaba al torero.

Con el aleonado que abri¨® plaza y que ten¨ªa cuajo, El Zapata dibuj¨® con quietud cuatro bellas gaoneras en su quite. Su trasteo lo inici¨® con el muletazo del imposible, pero como el animal se rompi¨® el frontal al rematar en tablas y cambi¨® de lidia, el matador s¨®lo logr¨® detalles.

Al complicado quinto, pitado en el arrastre, El Zapata se faj¨® con el morlaco en su desempe?o muleteril y al ejecutar un derechazo el bicho le peg¨® un derrote en la comisura del labio derecho que le afloj¨® varios molares. Termin¨® su lidia de ali?o macheteando al oponente con pases por la cara.

Con el abanto tercero, tambi¨¦n pitado en el arrastre, Uceda Leal no par¨® de zapatillear. Primero con chicotazos de recibo y despu¨¦s con trapazos en los que intentaba esposar el natural.

Uceda Leal sustituy¨® a Ortega en la lidia del que hizo cuarto. Meci¨¦ndose salud¨® a Pr¨ªncipe con tersas ver¨®nicas. Pero con la bayeta desaprovech¨® lamentablemente el ¨²nico ejemplar encastado del encierro que deber¨ªa haberse ido desorejado al desolladero y al cual destore¨® en el ¨²ltimo tercio. La afici¨®n le empez¨® a pitar, pues se daba cuenta del buen son del ejmplar y de la carencia de t¨¦cnica y entrega del espada madrile?o. Con el suelto sexto las galer¨ªas le abuchearon.