Pragmatismo
NEGRITASEra de suponer. Ni siquiera la magia de los Reyes, que son Magos y son de Oriente, ha podido combatir el asfixiante caos circulatorio de la ciudad m¨¢s oriental de Andaluc¨ªa. Sus Majestades, vi¨¦ndolas venir en un atasco de camellos con pajes malhumorados por la tardanza de la entrega (con el consiguiente plus laboral, se entiende), han cortado por lo sano y realizar¨¢n a pie buena parte del recorrido de la cabalgata. Melchor, Gaspar y Baltasar se subir¨¢n a sus carrozas en la Puerta de Purchena, tras sortear a pata las calles m¨¢s angostas del casco hist¨®rico de la ciudad de Almer¨ªa.A tenor de las ¨²ltimas estad¨ªsticas, los soberanos han debido tomar buena nota de las advertencias hechas por el concejal de Tr¨¢fico, Diego L¨®pez, sobre "lo mal" que se conduce y se aparca en la capital: los aparcamientos no cumplen una funci¨®n rotativa y nadie paga por dejar el coche en la calle; parad¨®jicamente los parking se saturan a primera hora de la ma?ana. La mezcla explosiva de estos dos factores origina una suerte de ley de la selva a modo de c¨ªrculo vicioso: no hay espacio f¨ªsico para el autom¨®vil y los conductores se inventan aparcamientos sobre aceras, pasos de peatones, dobles filas, lugares de carga y descarga o toda superficie de cinco por dos metros en la que no haya un ¨¢rbol, una papelera, un hito o una valla.
Pero estas fechas de invocaci¨®n constante a la unidad y al humanismo tambi¨¦n han venido acompa?adas de otras pragm¨¢ticas intenciones. Los hosteleros almerienses, preocupados por las precarias medidas de seguridad e higiene implantadas en los locales de asociaciones vecinales, han pedido al alcalde de Almer¨ªa, Santiago Mart¨ªnez Cabrejas, que ordene la "total y absoluta" prohibici¨®n de fiestas de fin de a?o organizadas en locales de titularidad municipal.
Adem¨¢s de la competencia desleal que estas juergas suponen para los empresarios, ¨¦stos dejan patente "el miedo al eventual acaecimiento de alg¨²n siniestro en cualquiera de los locales", por lo que conminan a su supresi¨®n. Nada que ver con la temeridad de quienes opten por ir a una fiesta organizada en pleno centro de la capital y quieran aparcar su coche a una distancia prudencial al cotill¨®n. Ante la dualidad subversiva de asistir a la fiesta aparcando ilegalmente o asistir a una fiesta no muy legal, la soluci¨®n se antoja redonda: recibir el milenio por Internet o imitar a sus Majestades.
MAR?A JOS? L?PEZ D?AZ
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