Las oportunidades perdidas
El Teatro Real ha iniciado su pol¨ªtica de reposiciones con la producci¨®n esc¨¦nica seguramente m¨¢s redonda de su nueva ¨¦poca, la firmada por Giancarlo del M¨®naco para La boh¨¨me, de Puccini, la pasada temporada. La repetici¨®n de los montajes que han tenido ¨¦xito contribuye a consolidar una imagen art¨ªstica y personal de un teatro de ¨®pera. La Bastilla de Par¨ªs, por ejemplo, insisti¨® durante varios a?os con La flauta m¨¢gica, de Mozart, dise?ada por Robert Wilson, hasta convertirla en su s¨ªmbolo emblem¨¢tico y popular de la ¨²ltima d¨¦cada. Las reposiciones posibilitan adem¨¢s el acercamiento de nuevos p¨²blicos, si se planifican con criterio, una campa?a de imagen adecuada y unos precios a la altura de las circunstancias.Ni precios diferentes a los habituales, a pesar de contar con un reparto de voces j¨®venes, ni ilusi¨®n decidida por encontrar nuevos espectadores a trav¨¦s de un n¨²mero m¨¢s elevado de funciones, concurren en las actuales representaciones de La boh¨¨me en el Real. La apertura a la sociedad no parece figurar entre las prioridades del coliseo de la plaza de Oriente, con lo que la sensaci¨®n de isla cultural de ¨¦lite se sigue manteniendo. Desprenderse de esta imagen va a ser cada d¨ªa m¨¢s dif¨ªcil, sobre todo si no se aprovechan oportunidades como ¨¦sta para tender puentes de comunicaci¨®n. Lo que podr¨ªa haber supuesto una ampliaci¨®n de miras del Real se ha quedado en una sensaci¨®n de repesca o de saldos para rezagados.
La Boh¨¨me
La Boh¨¨me, de Puccini. Producci¨®n del Teatro Real, 1998. Direcci¨®n musical: Arthur Fagen. Direcci¨®n de escena: Giancarlo de M¨®naco, realizada por Marco Carniti. Escen¨®grafo y figurinista: Michael Scott. Iluminaci¨®n: Ulrich Niepel. Con Vicente Ombuena (Rodolfo), Mar¨ªa Jos¨¦ Martos (Mim¨ª), ?ngeles Blancas (Musetta), Jos¨¦ Juli¨¢n Frontal (Marcello), Josep Miquel Ram¨®n, Gordon Sandison. Orquesta Sinf¨®nica de Madrid, Coro del Teatro de La Zarzuela, Escolan¨ªa Nuestra Se?ora de Recuerdo. Teatro Real, 29 de diciembre.
Los cantantes
De todo ello no tienen ninguna culpa los cantantes, evidentemente. La pareja protagonista, formada por los valencianos Vicente Ombuena y Mar¨ªa Jos¨¦ Martos, hizo un trabajo m¨¢s que estimable, pero sin alcanzar ese punto de transmisi¨®n emocional, de escalofr¨ªo que siempre se espera de los personajes b¨¢sicos puccinianos. El esc¨¦nicamente maravilloso tercer acto result¨® as¨ª un poco apagado, distante. Las escenas de la buhardilla de los bohemios estuvieron resueltas con precisi¨®n en su doble faceta teatral y musical. El problem¨¢tico segundo acto no logr¨® evitar la sensaci¨®n de confusi¨®n en su concentraci¨®n de zancudos, malabaristas, lanzallamas y otros personajes de la far¨¢ndula, aunque se hayan eliminado respecto a la versi¨®n del a?o pasado los siempre absorbentes equilibristas.
En medio del barullo del acto, aderezado por una endeble actuaci¨®n de orquesta y coros, sac¨® a relucir su raza de cantante-actriz la soprano ?ngeles Blancas. Su composici¨®n de Musetta tuvo coherencia y garra.
Arthur Fagen no hizo desde el foso una lectura orquestal excesivamente refinada, estando m¨¢s proclive a resaltar los efectos dram¨¢ticos que la poes¨ªa cotidiana de los sentimientos. En general , todo funcion¨® aseadamente, con correcci¨®n, pero el estremecimiento no se lleg¨® a producir. Mala cosa, trat¨¢ndose de Puccini.
Babelia
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