LA CASA POR LA VENTANA Autores del siglo JULIO A. M??EZ
Como ha terminado el a?o -todav¨ªa quedan unas pocas horas para ese bobo acontecimiento cuando escribo esta estrafalaria ocurrencia-, casi todo el mundo es consultado en casi todos los pa¨ªses de este mundo para confeccionar la lista de las diez mejores cosas m¨¢s o menos art¨ªsticas del siglo que se apresuran a dar por concluido.De los libros escritos en castellano, seg¨²n la lista ofrecida por el suplemento literario de este peri¨®dico y en opini¨®n de sus colaboradores, llama la atenci¨®n la permanencia de Juan Benet, de quien muchos mencionan Volver¨¢s a Regi¨®n (y vaya si volvi¨® el autor) y algunos Una meditaci¨®n o Sa¨²l ante Samuel, sin duda la novela m¨¢s ambiciosa de la narrativa espa?ola contempor¨¢nea (como dijo Manolo Vicent, "ese tipo escalaba a pico la cara norte de s¨ª mismo dej¨¢ndonos a todos atr¨¢s"). Pero tambi¨¦n se recuerda a Valle-Incl¨¢n, de quien se nombran Luces de Bohemia y Comedias b¨¢rbaras, adem¨¢s de Tirano Banderas, la novela deslumbrante que inaugur¨® las sagas narrativas dedicada a los tiranos. Como es l¨®gico, aparecen Garc¨ªa M¨¢rquez y Juan Rulfo, el segundo por la inexcusable Pedro P¨¢ramo y el colombiano por Cien a?os de soledad, aunque me parece a m¨ª que su obra m¨¢s perfecta, lejos de las alegr¨ªas de sonajero del cuento de hadas tropical, es El amor en los tiempos del c¨®lera, donde se decide a homenajear a su maestro Faulkner claramente y sin tapujos. El l¨ªmpido y no siempre cursi Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, Lorca y Borges figuran tambi¨¦n en esta lista de aprobados, pero m¨¢s raro -indicador sin duda de nuestra end¨¦mica carencia de ensayistas especulativos de altura- es la presencia, todav¨ªa, de autores como Ortega y Gasset o, peor a¨²n, el r¨²stico Unamuno de Del sentimiento tr¨¢gico de la vida. Se ve que lo espa?ol en sentido estricto, esto es, el casticismo costumbrista incluso en el ensayo, todav¨ªa tira mucho en nuestra cultura. Como finalmente hay justicia en este mundo, Vargas Llosa apenas si es mencionado (aunque me parece a m¨ª que La casa verde es una gran novela), sobrepasado por Lezama Lima y su inabarcable Paradiso (me gusta m¨¢s Opiano Licario) y, lo que son las cosas, nadie se acuerda para nada del pobre Cort¨¢zar y su trabajosa Rayuela. Qu¨¦ le vamos a hacer o ya era hora, como prefieran, porque a m¨ª es que me da lo mismo.
En Par¨ªs tambi¨¦n han hecho algo parecido, como es natural, comandados por Le Monde, y el resultado es todo excepto esperanzador. Que a estas alturas figure en primer lugar de la memoria de los lectores un libro como El extranjero, de Albert Camus (del que Sartre, su adversario ecol¨®gico, dec¨ªa que su trampa era colocar un vidrio entre la mirada y la realidad a fin de negarse a comprender nada: se ve el movimiento de los labios, pero no se oye lo que dicen), incluso por delante de Marcel Proust, es algo bastante curioso, sobre todo si tambi¨¦n figuran en los primeros lugares obras de ocasi¨®n como Las uvas de la ira, de John Steinbeck, o ?Por qui¨¦n doblan las campanas?, del animoso Hemingway, mientras el Godot de Samuel Beckett alcanza un honroso decimosegundo puesto, cuando el maltrecho Sartre debe conformarse con figurar hacia la mitad de la tabla por sus reflexiones sobre El ser y la Nada, precedido por cierto de su compa?era Simone de Beauvoir y su obra inaugural El segundo sexo (el t¨ªtulo es aportaci¨®n de Sartre, seg¨²n cuenta la autora en sus memorias). Se ve que en el Par¨ªs de la Francia los latinoamericanos lo tienen crudo: Garc¨ªa M¨¢rquez aparece en el puesto 33 de la memoria de los lectores franceses, mientras que Borges y sus bonitas Ficciones queda relegado al puesto 78, un poco por delante de Lorca y -como es l¨®gico entre franceses- su Romancero Gitano.
Y en el cine, pues nada, tambi¨¦n la lista de las diez mejores pel¨ªculas de una historia m¨¢s reciente. Ciudadano Kane, por supuesto, a recordar -y a ense?ar en los cursillos de gui¨®n- por su deslumbrante utilizaci¨®n de los flash-backs, dos impresionantes muestras del talento de Billy Wilder, El apartamento, una cr¨ªtica apasionada del miserable mundo de los directivos, y Perdici¨®n, maravilla germinal, casi un Macbeth del cine negro donde por primera vez los protagonistas no pertenecen al mundo del hampa. Como es l¨®gico, tambi¨¦n aparece, en fin, la primera parte de El Padrino, de Coppola, aunque para muchos es de m¨¢s m¨¦rito la tercera entrega. De creadores valencianos nada de nada en ning¨²n sitio, quiz¨¢s porque los afanes trasatl¨¢nticos de nuestras autoridades no son todav¨ªa lo bastante conocidos y hay que esperar a que la avanzadilla pl¨¢stica reconquiste Am¨¦rica del sur para Zaplana.
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