Ibi, f¨¢brica de ilusiones
Erase una vez, hace mucho tiempo, un peque?o pueblo en la soledad c¨®smica del secano. Su exigua y estricta agricultura obligaba a sus gentes a emigrar o a inventar trabajos que dieran trabajo y vida a las vidas. Una vez del fr¨ªo -mes de gener, mes gelader-, de la nieve, del invierno -pel gener tanca la porta i enc¨¦n el braser- engendraron un universo de helados para el est¨ªo. Otra vez, un llanterner, conocedor de los secretos de la fontaner¨ªa, la fundici¨®n de grifos y la limpieza de instrumentos musicales, tuvo la idea de reproducir poalets, cassoletes, gresolets, cetrillets... para evitar a padres y abuelos la faena de manufacturar cada a?o los juguetes que los Reyes de Oriente regalaban a sus hijos y nietos. El pueblo gener¨® la industria del juguete y empez¨® a crecer y las calles y plazas de nuestro entra?able y alegre urbanismo a medida humana dieron paso a otras estadizas, impersonales y alienantes.Sin fuerza motriz natural, venciendo una geograf¨ªa dif¨ªcil, estrangulado por monta?as inund¨® el mundo de tartanetes de llanda, de nostalgia y de primeras alegr¨ªas, matriculaba en Ibi los cochecitos de lat¨®n de todo el universo y se convirti¨® en primera potencia a¨¦rea con una inmensa flota de avioncitos. Ibi, Onil, y en otro tiempo D¨¦nia, trabajan 12 meses para que esta noche los ni?os saquen al balc¨®n sus zapatos y pronuncien la f¨®rmula m¨¢gica: Senyor rei, ja estic ac¨ª; / la palla i les garrofes per al seu ross¨ª/ i els joguets i les casques per a mi. Y, as¨ª, encontrar la quimera cumplida. Para esos momentos miles de trabajadores fabrican ilusiones. Los juguetes, de nuevo, renovar¨¢n la fascinaci¨®n y fantas¨ªa de los peque?os y el gozo de los mayores. Retornan los sue?os: Els Reis d"Orient/ porten coses a la gent;/ quan els reis hauran passat,/ seran les mares d"amagat.
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