LA CR?NICA "Alm¨®ndigas" y "mondarinas" EMPAR MOLINER
Yo tuve una infancia muy dif¨ªcil, mis padres no me quer¨ªan, me echaron un osito vivo en la cuna. No me dieron estudios. Pero eso no impide que de mayor me esfuerce en no hacer faltas de ortograf¨ªa, igual que me esfuerzo por ducharme a diario. ?Si yo me esfuerzo, por qu¨¦ otros no?Cada d¨ªa paso por delante de una valla publicitaria de tel¨¦fonos m¨®viles con unos mu?equitos muy graciosos que pretenden atraer al p¨²blico enrolladito, y me atraer¨ªan si no fuera porque en el texto hay una falta de ortograf¨ªa inexcusable y gigante que me da ganas de comprar el tel¨¦fono primero y quitarme la vida despu¨¦s.
Les advierto que no soy la ¨²nica. Cada d¨ªa, montones de conductores paran un rato y se lamentan, mes¨¢ndose los cabellos y d¨¢ndose golpes de dolor en el pecho. ?Esa valla puede provocar accidentes, tienen que retirarla!
Lo que m¨¢s me duele es que en el anuncio la palabra en cuesti¨®n se escribe dos veces, una bien y otra mal. Seguro que el creativo le pregunt¨® a un compa?ero: "Oye, en catal¨¢n, llibertat se escribe con d o t final?".
"A ver, deja que piense", contestar¨ªa el otro. "Lo de Llibertat, amnistia i estatut d"autonomia era con... ?Pues no me acuerdo! ?Y eso que yo estuve all¨ª! Pon una de cada, oye, total...".
S¨¦ que no deber¨ªa quejarme; es publicidad en catal¨¢n, deber¨ªa estarles agradecida, lo ¨²nico que conseguir¨¦ es que dejen de anunciarse en la lengua de Verdaguer, pero no me importa. La experiencia me ha demostrado que el que hace faltas en un idioma, si se lo propone, las hace en todos los dem¨¢s.
Otra cosa son las faltas de los peque?os comercios. Duelen, pero con un dolor casi agradable. En los bares, no facturan millones como para poder contratar correctores profesionales y no tienen stock options, a no ser que consideremos stock option una tapa de banderillas. Por eso, los parroquianos habituales del honrado frutero que vende mondarinas, los del amable barman que tiene braksburt o los de caballeroso restaurador que basa el ¨¦xito de su men¨² en las alm¨®ndigas y las monchetas, callamos y comemos.
Al entrar en Barcelona, viniendo de El Prat, han escrito eso: "Vienvenidos a Karcel.lona". La iron¨ªa del mensaje es digna de elogio, y se entiende tambi¨¦n que la k hace las funciones de letra en rebeld¨ªa. Podr¨ªa entenderse, de acuerdo, que la l.l cumple un cometido ir¨®nico. Cabr¨ªa pensar incluso que la primera v de "vienvenidos" es una provocaci¨®n: "Somos okupas y lo escribimos al rev¨¦s". Pero, entonces, ?por qu¨¦ no es una b la segunda? Lo ¨²nico que le pido al okupa, como mujer, es un poco de coherencia. Hay r¨®tulos que no son faltas pero podr¨ªan serlo. Como ¨¦ste: "Joguines Tear", con el dibujo de un osito al lado. Teniendo en cuenta que tear en ingl¨¦s es l¨¢grima y oso, en cambio, es bear, no creo que el juguetero se haya propuesto tener una tienda con el poco comercial nombre de Juguetes L¨¢grima y que el oso est¨¦ all¨ª s¨®lo para decorar. M¨¢s bien creo que cuando se dio cuenta del lapsus dijo: "Con lo que me ha costado el rotulito, ahora se queda as¨ª". En la tele no hay Vicen? que no se convierta en Vi?en? o Vi?enc, y cuando el gran escritor Llu¨ªs-Anton Baulenas (con su acento en la i de Llu¨ªs, el gui¨®n y el no acento en Anton) gana un premio y le sacan, le rotulan tan mal que se pasa d¨ªas deprimido, comprendiendo de repente por qu¨¦ el autor del Lazarillo renunci¨® a la gloria y nunca quiso firmar su libro.
En la radio en catal¨¢n el panorama es tan desolador como el contenido de un huevo sorpresa: s¨®lo hay un programa donde los dos pronombres ¨¢tonos en, hi cumplan, respectivamente, su precisa funci¨®n partitiva y circunstancial: el del se?or Josep Cun¨ª. En los dem¨¢s, simplemente no existen, o cuando existen, redundan. ?Se imaginan que escribir bien estuviese tan de moda como recibir en casa, comer con los cubiertos adecuados y poner la mesa? ?Dios m¨ªo, se acaba el milenio y estos ojos no lo ver¨¢n, pero tal vez las generaciones futuras s¨ª!
Teresa Gimpera, por supuesto, har¨ªa un libro: C¨®mo escribir correctamente en casa. Para hacer promoci¨®n ir¨ªa a la radio y los locutores, con su af¨¢n pol¨¦mico, le preguntar¨ªan: "Pero oye, Teresa, lo de las faltas... ?de verdad es tan importante? ?No te parece un poco burgu¨¦s? ?Por qu¨¦ en los chiringuitos nunca se ha escrito bien paella marinera y la paella sigue estando bien buena? ?T¨² crees que eso le interesa al espa?olito de a pie?".
Ella contestar¨ªa: "Pasar no pasa nada. Pero ?a que cuando vamos a un restaurante, nos gusta que el mantel est¨¦ limpio?".
"Ya, Teresa, pero ?todo hay que escribirlo bien? ?No hay ninguna excepci¨®n?".
"Por supuesto que las hay: algunas palabras o construcciones sem¨¢nticas son tan dif¨ªciles que es imposible escribirlas correctamente. En el cap¨ªtulo seis propongo una lista de nombres que se pueden escribir a mano y con faltas, como por ejemplo Jean-Michel Jarr¨¦ (el de Campos magn¨¦ticos), que es franc¨¦s".
"Vayamos a lo pr¨¢ctico, Teresa: ?qu¨¦ hacer si te invita el embajador a una recepci¨®n y no sabes c¨®mo escribir ah¨ª hay un hombre que dice ?ay!".
"En caso de duda, lo mejor es escribirlo todo sin h, aunque la norma b¨¢sica dice que hay que usar los bol¨ªgrafos de afuera hacia adentro y que primero escribir¨¢n las se?oras".
"?Debemos decirle al anfitri¨®n que en su casa hay una falta de ortograf¨ªa?".
"Por educaci¨®n os la ten¨¦is que comer, aunque si es una falta imposible de digerir, pod¨¦is hac¨¦rselo observar suavemente. Es de muy buen tono, en lugar de traer vino, traer un diccionario para la due?a de la casa".
Entonemos juntos: "Sic, sic y mil veces sic".
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