Palabra de obispo
El esp¨ªritu milenarista pasa, los obispos permanecen. D¨ªas atr¨¢s, el obispo Urrutia nos explic¨® lo mucho que hab¨ªa sufrido al percatarse, este verano, de que las cosas iban mal y la tregua estaba a punto de romperse. Despu¨¦s de Urrutia apareci¨® el inevitable Seti¨¦n, la voz prof¨¦tica de la equidistancia. Seti¨¦n, por supuesto, habla de la paz, que es ya en s¨ª una forma sesgada de plantear la cuesti¨®n vasca. Pero la paz forma parte del listado de palabras bellas cuya invocaci¨®n resulta siempre barata porque es dif¨ªcil no estar de acuerdo con ella. ?Qui¨¦n va a manifestarse contra la paz? De modo que ya no es intelectualmente de recibo hablar de paz si no se concreta. Seti¨¦n lo hace: "La paz como un proceso que comprometa a unos y a otros". Seti¨¦n habla de precio. Ser¨ªa, por tanto, en el precio a pagar que deber¨ªan comprometerse unos y otros. Pero unos no deben nada: han respetado el funcionamiento democr¨¢tico y los tribunales est¨¢n juzgando aquellos comportamientos que rompieron esta norma. S¨®lo el GAL har¨ªa aceptable la simetr¨ªa entre unos y otros que Seti¨¦n plantea. Pero el GAL est¨¢ siendo juzgado y los otros siguen dispuestos a matar. Salvo que no estemos hablando de lo mismo cuando decimos "unos y otros".Puede que ah¨ª est¨¦ el nudo de las retorcidas apelaciones morales de este funcionario de Dios. ?Qui¨¦nes son unos y otros? Puede que Seti¨¦n razone todav¨ªa en t¨¦rminos de pasado, cuando a un lado estaba la dictadura y a otro ETA. En aquellos tiempos la Iglesia que el prelado representa no era nada equidistante. En su mayor¨ªa, el poder eclesi¨¢stico estaba con Franco y unos pocos, muy pocos, alimentaban los huevos de la serpiente en algunos edificios eclesi¨¢sticos. Al fin y al cabo, la mayor¨ªa de los que de un modo u otro participamos en la resistencia ¨¦ramos solidarios de ETA, la ETA de entonces, aunque discrep¨¢ramos de sus m¨¦todos, porque enfrente estaba la ilegitimidad de la dictadura. Puede que nos equivoc¨¢ramos. Y nos equivocamos sobre todo en pensar que al llegar la democracia ETA dejar¨ªa de existir. Inevitablemente, la virtuosa equidistancia de Seti¨¦n hace pensar en aquella Iglesia nada equidistante de hace unos a?os. Una Iglesia que ni siquiera ha cre¨ªdo necesario hacer algo in¨²til pero significativo como es alg¨²n gesto de petici¨®n de perd¨®n sobre lo que hizo entonces con unos y con otros, como dir¨ªa el se?or prelado.
Sin embargo, no creo que sea el anacronismo la causa de que Seti¨¦n se dirija a las dos partes como si tuvieran responsabilidades equivalentes. Es probable que cuando Seti¨¦n habla de los unos y los otros piense en t¨¦rminos de vascos y espa?oles. Y que, por tanto, Seti¨¦n piense que la contradicci¨®n principal no es la que separa a los que cumplen las leyes democr¨¢ticas y a los que utilizan la violencia pol¨ªtica, sino la que distingue a nacionalistas espa?oles y nacionalistas vascos. Hay que reconocer que en este argumento Seti¨¦n no estar¨ªa solo. Son muchos los que creen que las diferencias entre el PNV y ETA, por ejemplo, son de medios, pero no de fines. Como si los fines fueran estrictamente independientes de los medios. La equidistancia de Seti¨¦n ya no ser¨ªa tal equidistancia porque incluir¨ªa a ETA en un "otros" -el que se opone a los "unos"- mucho m¨¢s amplio del que le corresponde.
El catolicismo ha tenido poco respeto por las exquisiteces de la democracia. En los negocios de Dios la voz se transmite desde arriba a trav¨¦s de sus ejemplares funcionarios, int¨¦rpretes del absoluto. Quiz¨¢ si el se?or obispo nos concretara el precio que hay que pagar ver¨ªamos m¨¢s claro. Pero, de momento, para los que entendemos de derechos concretos, nos resulta dif¨ªcil comprender que desde el marco democr¨¢tico entre todos construido se tenga que pagar alguna cosa para que ETA deje de matar. La democracia que tenemos es mejorable, sin duda, pero incluso como contribuci¨®n a esta mejora me parece m¨¢s razonable exigir a los que matan que dejen de hacerlo y no ponerlos al mismo nivel de las instituciones.
Algunos dicen que con su discurso Seti¨¦n se desv¨ªa del magisterio eclesi¨¢stico. Todo lo contrario: la posici¨®n que Seti¨¦n ha escogido ya desde hace tiempo en la cuesti¨®n vasca es esencialmente eclesi¨¢stica. Nada hay m¨¢s clerical que situarse encima del mundo como modo de estar en el mundo. Con sufrimiento cristiano, por supuesto.
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