Padres "dependientes"
, La toxicoman¨ªa de sus hijos les ha creado a ellos otro tipo de dependencia, la de pasar el d¨ªa obsesionados por c¨®mo y d¨®nde estar¨¢n sus v¨¢stagos. "Me dicen que estoy enganchada a mi hijo heroin¨®mano, que no hago m¨¢s que preocuparme por ¨¦l, pero ?c¨®mo no voy a hacerlo si veo lo mal que anda?", reconoce Pilar, de 58 a?os. "Ellos dependen de la droga y nosotros de ellos, porque nos tienen en vilo. Hemos tenido que aprender a convivir con las drogas, algo para lo que no est¨¢bamos preparados", reflexiona esta mujer que nunca pens¨® tener tantos conocimientos sobre estupefacientes.
Esa dependencia y ese desconcierto por no saber qu¨¦ hacer tambi¨¦n lo han sentido los otros 40 progenitores que, como Pilar, participan en los grupos de apoyo para padres de toxic¨®manos organizados por Fermad (913 694 448), una federaci¨®n de asociaciones dedicadas a asistir a los drogodependientes y sus familias.
En los grupos reciben apoyo psicol¨®gico y pautas para ayudar a la rehabilitaci¨®n de sus hijos. La experiencia, en marcha desde hace a?os, est¨¢ subvencionada por el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid.
Ana Ozc¨¢riz, psic¨®loga, coordinadora del equipo t¨¦cnico de Fermad, explica que a sus oficinas llegan sobre todo las madres de los drogodependientes, no los padres. "Est¨¢n hechas un l¨ªo, no saben c¨®mo actuar y se culpabilizan por la adicci¨®n de sus hijos. Vienen muy deca¨ªdas, con s¨ªntomas depresivos, y no es raro que recurran a los tranquilizantes para soportar la ansiedad que sufren", a?ade. "Los padres suelen reaccionar con m¨¢s rabia, y eso les protege de caer en la depresi¨®n", se?ala. Ni en las entrevistas individuales ni en los grupos de apoyo, que se re¨²nen una vez por semana durante una media de tres meses, se ofrecen recetas m¨¢gicas. No las hay. Cada drogodependiente y su familia son un mundo. La principal terapia es sentirse escuchado por especialistas y por otros padres con los mismos problemas.
"La drogodependencia de un hijo afecta a toda la familia; entre los padres aumentan las recriminaciones porque se culpan mutuamente de lo sucedido, y el resto de los hijos se sienten a veces relegados porque ven c¨®mo sus progenitores se centran en el que tiene el problema", apostilla esta psic¨®loga. "Les insistimos en que deben mantener un dif¨ªcil equilibrio frente a sus hijos drogodependientes; hacerles sentir, por un lado, que les quieren y est¨¢n dispuestos a ayudarles, y por otro, no ceder a chantajes emocionales", matiza Ozc¨¢riz, cuyo objetivo es mantener la esperanza de estas familias.
Carmen, de 47 a?os, y su marido Antonio, de 51, saben muy bien de qu¨¦ habla Ozc¨¢riz. Hace d¨ªas se encontraron deambulando con p¨¦simo aspecto a su hijo de 28 a?os, heroin¨®mano con numerosos intentos fallidos de desintoxicaci¨®n a sus espaldas. Se les cay¨® el alma a los pies, pero decidieron tragarse el dolor y mostrarse fuertes.
"Quer¨ªa venir a casa por Nochebuena, pero le dijimos que no, que si se mete a un programa de desintoxicaci¨®n puede contar con nosotros inmediatamente, pero que si prefiere seguir destroz¨¢ndose lo tendr¨¢ que hacer solo", explica Carmen. "Hace meses yo hubiera sido incapaz de plantarme as¨ª, hubiera cedido, nuestro hijo nos hubiera manipulado para lograr lo que quer¨ªa y nada hubiera cambiado. Esta firmeza la he obtenido en los grupos de apoyo", admite esta vecina de Legan¨¦s.
A ?ngeles, de 54 a?os, tambi¨¦n le sirvi¨® el consejo de otra madre de drogodependiente. "Me dijo que, para ayudar a mi hijo de 24 a?os a dejar la adicci¨®n, toda la familia, sus amigos y su novia, deb¨ªamos actuar como una pi?a. Todos est¨¢bamos de acuerdo en apoyarle y no darle dinero si nos lo ped¨ªa, pero faltaba hablar con su novia, a la que no conoc¨ªamos, y me encargu¨¦ yo de hacerlo", relata.
"La chica abri¨® los ojos y su intervenci¨®n fue fundamental. Ahora mi hijo est¨¢ desintoxic¨¢ndose, porque vio que no nos pod¨ªa seguir mintiendo, que est¨¢bamos dispuestos a ayudarle, pero no a que nos torease", apostilla.
Pilar tambi¨¦n tiene a su hijo en un proceso de desintoxicaci¨®n, pero prefiere no echar las campanas al vuelo. "Son muchos a?os y muchos intentos fallidos de que lo dejara", explica. "Eres su madre, pero te conviertes en su terapeuta, su psic¨®loga y su carcelera, porque en los centros de atenci¨®n a drogodependientes te dan la medicaci¨®n y unas pautas, y t¨², con tu familia, eres la que afrontas a pelo sus monos", apostilla."Crees que conoces a tu hijo y te encuentras con una persona agresiva, provocadora y capaz de beberse la colonia del ba?o porque no aguanta. Yo he llegado a darle a mi hijo dinero para droga", admite. Estos padres y madres se quejan de que en los centros de desintoxicaci¨®n p¨²blicos sus hijos tienen que esperar mes y medio hasta que les dan la primera cita, y mucho m¨¢s si precisan ingresar en una comunidad terap¨¦utica. Tambi¨¦n consideran que los toxic¨®manos no reciben la suficiente atenci¨®n psicol¨®gica en dichos centros y que a las familias no les explican bien c¨®mo atender un proceso de desintoxicaci¨®n. Cuando hablan de algunos dispositivos privados, de su boca sale el calificativo de "sacacuartos". Pilar intenta ser positiva. "La situaci¨®n de mi hijo me ha llenado de tristeza, pero tambi¨¦n me ha ayudado a evolucionar y a dejar de ser la persona insegura y cohibida que era antes", relata.
Antonio no puede evitar observar a los hijos de sus amigos y preguntarse por qu¨¦ ellos no tienen los problemas del suyo. "No me siento culpable; mi mujer y yo hemos hecho lo que hemos podido, pero es inevitable darle vueltas a la cabeza".
Todos los nombres de los padres y madres que salen en el reportaje son ficticios por expreso deseo de ellos.
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