V¨ªsperas electorales

A escasas fechas de la disoluci¨®n de las Cortes, los principales partidos escenifican gestos y deslizan mensajes destinados a tomar ventaja en la l¨ªnea de salida. Aznar abri¨® la carrera d¨ªas atr¨¢s con su arremetida contra el PNV, destinada a situar la cuesti¨®n vasca en el centro del debate pol¨ªtico: ya que no podr¨¢ presentar el final del terrorismo como aval propio, busca presentarse como el m¨¢s frontal opositor a los amigos de los amigos de ETA. Y eso incluye deslizar sospechas sobre las verdaderas intenciones del PSOE en la materia.La org¨ªa propagand¨ªstica que precede a las elecciones se anuncia especialmente densa. La ministra de Medio Ambiente, Isabel Tocino, present¨® ayer bajo nueva envoltura un Plan Nacional de Residuos que ya fue presentado en noviembre tras su aprobaci¨®n por las comunidades aut¨®nomas en la conferencia sectorial correspondiente. Eduardo Serra compareci¨® tambi¨¦n despu¨¦s del Consejo de Ministros para anticipar presuntamente el Libro Blanco sobre la Defensa, pero en su lugar solt¨® una interminable conferencia acerca de un informe sobre tal documento en preparaci¨®n. La ausencia de contenido concreto convierte por ahora este ejercicio en un libro en blanco. Que Aznar decida de pronto viajar a Ceuta y Melilla en su condici¨®n de l¨ªder del PP, con renuncia expresa a su traje de presidente del Gobierno, no es sino la guinda del pastel.

Los partidos nacionalistas agrupados en la llamada Declaraci¨®n de Barcelona han perfilado por su parte en Santiago un programa electoral conjunto para la elecciones de marzo. Algunos puntos de su texto, que se aprobar¨¢ en Bilbao el 28 de enero, figuran tambi¨¦n entre las propuestas federalistas de Maragall. Entre ellos, el muy pol¨¦mico de que los Tribunales Superiores de Galicia, Catalu?a y Pa¨ªs Vasco sean la ¨²ltima instancia en esos territorios. La presencia ayer de Maragall en Madrid junto a Almunia, responde seguramente al intento socialista de capitalizar la imagen de triunfador moral de las elecciones catalanas. Pero tambi¨¦n al de evitar dudas sobre el car¨¢cter virtualmente contradictorio de la estrategia catalana del PSC y la del PSOE en su conjunto.

De la serie de acontecimientos que hace unos meses se consideraban necesarios para que se produjera un cambio de mayor¨ªa, el primero era el triunfo de Maragall en Catalu?a. El hecho de que se tratase de una victoria en votos pero no en esca?os reduce la influencia de ese factor: el poder real es m¨¢s visible que las victorias morales. Pero el aire novedoso que tuvo la campa?a de Maragall ofrece oportunidades para la captura de ciertos votos flotantes, en particular los desencantados de Izquierda Unida, y Almunia querr¨¢ aprovecharlas. La hip¨®tesis de una f¨®rmula a la balear, con nacionalistas de izquierda -e incluso con el PNV, dada la ruptura total de Arzalluz con Aznar-, est¨¢ tentando a algunos sectores socialistas, animados a su vez por pronunciamientos como el de los gallegos del Bloque. Ayer sin embargo, ni Almunia ni Maragall quisieron hablar de alianzas: saben que un compromiso expl¨ªcito en tal sentido tendr¨ªa costos electorales.