Elecciones sin Pinochet
Felizmente, Pinochet ya no est¨¢. Ni f¨ªsicamente ni pol¨ªticamente. Su ausencia no ha pesado como una cosa perversa en el proceso electoral. Exist¨ªa este temor sobre todo entre los pol¨ªticos chilenos y algunos espa?oles. Muchos no lo compart¨ªamos. Al contrario, era l¨®gico pensar que su prolongada detenci¨®n en Londres aumentaba los m¨¢rgenes de libertad de los chilenos. As¨ª ha sido. El candidato de la coalici¨®n derechista, Lav¨ªn, miembro del partido m¨¢s pinochetista, se ha presentado como un pol¨ªtico de la democracia, del pospinochetismo. Y el candidato de la coalici¨®n de centro-izquierda, el socialista Lagos, no ha podido ni querido, creemos, basar su campa?a en su figura de l¨ªder que enfrent¨® la dictadura, aunque su figura con el dedo acusador que le hizo famoso en un programa de televisi¨®n cuando Pinochet gobernaba estuvo muy presente en los actos electorales. Chile se ha normalizado, con un Lav¨ªn similar a Aznar o a Pastrana, y un Lagos que para nada desmerece al lado de Cardoso o Gonz¨¢lez. El quid de la cuesti¨®n ya no est¨¢ en el dilema pinochetismo o democracia, sino en el progreso de ¨¦sta, en la utilidad de las libertades para muchos que no disfrutan de las promesas democr¨¢ticas. ?Qu¨¦ hacer para reducir en mucho la pobreza que sufre m¨¢s de un tercio de la poblaci¨®n? ?C¨®mo superar los estragos neoliberales que han afectado a las relaciones laborales y a los derechos sindicales? ?Hasta cu¨¢ndo se mantendr¨¢ el anacronismo de la inexistencia del divorcio en un pa¨ªs que bate el r¨¦cord de anulaciones matrimoniales, convertidas en negocio eclesi¨¢stico, y cu¨¢ndo dejan de ser criminales los miles de mujeres que abortan cada mes??Cu¨¢ndo se restablecer¨¢ una democracia local fuerte en un Estado que el pinochetismo llev¨® a extremos absurdos de centralismo y burocratismo? ?La democracia puede consolidarse en un pa¨ªs en el que los asesinos manifiestan su prepotencia y su impunidad ante las familias de muertos, torturados y desaparecidos? A ¨¦stas y a otras muchas preguntas deben responder los candidatos del pospinochetismo. Lav¨ªn se presenta como un alcalde de obras, "desideologizado", y evita cuidadosamente pronunciarse sobre las cuestiones que o bien le llevar¨ªan a contradecir valores democr¨¢ticos b¨¢sicos o bien le enfrentar¨ªan con el pinochetismo cultural y sociol¨®gico que representa no todo, pero s¨ª una parte importante de su electorado. Lagos podr¨ªa dar respuestas positivas y cre¨ªbles a estas preguntas que deber¨ªan proporcionarle una mayor¨ªa electoral clara. Fue un excelente ministro, es una personalidad cuya trayectoria le da legitimidad ante el conjunto de los sectores de izquierda, mucho m¨¢s all¨¢ del electorado socialista y PPD ( incluso los comunistas, si no lo apoyan expl¨ªcitamente, se pronuncian contra Lav¨ªn), es aceptado por gran parte del electorado democristiano y su larga presencia en los Gobiernos de la Concertaci¨®n impiden que se le considere como el portador de un mensaje revanchista de la Unidad Popular. Sin embargo, Lagos, a pesar suyo, debe asumir debilidades de la opci¨®n que representa. No olvidemos que en el refer¨¦ndum Pinochet obtuvo el 44% de los votos y que en la historia de Chile la derecha populista, y Lav¨ªn lo es, se movi¨® siempre entre el 30% y el 40% de los votos.
En una elecci¨®n reducida a dos candidatos no debe sorprender que esta derecha se expanda hacia el centro y se acerque al 50% de los votos. M¨¢xime cuando Lagos representa tambi¨¦n la continuidad de una coalici¨®n que se ha desgastado durante 10 a?os de Gobierno de democracia limitada y de liberalismo econ¨®mico, y que la izquierda que representa ha perdido o no ha conquistado una presencia org¨¢nica en gran parte de los sectores populares. En muchas poblaciones -los barrios populares urbanos chilenos-, Lav¨ªn incluso aventaj¨® a Lagos en la primera vuelta. No es culpa del pol¨ªtico Lagos, es un reto al que deben responder los partidos de izquierda. Pero s¨ª que es un problema del candidato Lagos.
Finalmente veamos el dilema del candidato hoy: ?debe buscar los votos que faltan hacia el centro, acentuar el mensaje moderado, la seguridad del continuismo y el marketing de buen gobernante, aun a riesgo de confundirse con la imagen de Lav¨ªn? O por el contrario, ?le conviene m¨¢s levantar banderas de la izquierda y recuperar votos de muchos abstencionistas probablemente aburridos de tantos silencios y concesiones que la democracia chilena hizo a una de las derechas m¨¢s ego¨ªstas e intolerantes de Am¨¦rica? Hay indicios de que Lagos parece inclinarse m¨¢s por esta opci¨®n. Ser¨ªa una buena noticia.
Jordi Borja, autor junto con Manuel Castells de Local y Global, ha dictado numerosos cursos y conferencias en Chile.
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