El Atl¨¦tico se aprovecha del ruido
El equipo de Ranieri se impone al Mallorca con un gol de penalti de Hasselbaink
El Atl¨¦tico ha conseguido evitar hasta ahora, por lo menos en el Calder¨®n, que las manchas de tinta del auto judicial se derramen sobre el campo de juego. Desde el 22 de diciembre, el Atl¨¦tico ha encadenado en casa dos victorias en dos partidos, y la verg¨¹enza deportiva permite a los jugadores de Ranieri mantener al ¨²nico aliado real que tienen en este momento: la afici¨®n atl¨¦tica, vol¨¢til y caprichosa en muchas ocasiones, pero pegada al equipo desde la llegada de Rub¨ª Blanc al Atl¨¦tico.Las condiciones contagian. El Atl¨¦tico se amarr¨® al partido de ayer con la necesidad de los que viven momentos decisivos: los que vaticinaron una avalancha de desidias e indolencias varias en el cuadro rojiblanco han fallado. El esquema de Ranieri, adem¨¢s, favorece este tipo de implicaciones -todos los jugadores son guerreros-. El volumen de juego queda casi siempre a un costado, pero el esfuerzo total conforma al italiano y a la afici¨®n, mucho m¨¢s dada en estas ¨¦poca a premiar el sudor. Los primeros minutos del Atl¨¦tico frente al Mallorca fueron puro jaleo, alboroto y obcecaci¨®n con el ¨¢rea rival, pero prevaleci¨® el ¨ªmpetu; y le dio sus resultados. El Mallorca vivi¨® desconcertado media hora, sin saber qu¨¦ hacer con esos jugadores que le pasaban volando por los cuatro costados.
ATL?TICO 1MALLORCA 0
Atl¨¦tico: Molina; Gaspar, Gamarra, Santi Denia, Capdevila; Aguilera (Njegus, m.74), Bejbl, Hugo Leal, Solari (Valer¨®n, m.46); Kiko (Correa, m.62), Jimmy Floyd Hasselbaink.Mallorca: Leo Franco; Olaizola, Nadal, Siviero, David; Lauren, Engonga, Francisco Soler (Ibagaza, m.73), Carreras (Djokaj, m.73); Diego Trist¨¢n, Carlos (Polo Quinteros, m.84). Goles: 1-0: m.48. Hasselbaink, de penalti tras una falta de David a Aguilera. ?rbitro: Evaristo Puentes Leira (colegio gallego). Amonest¨® a los atl¨¦ticos Santi y Njegus, y a los mallorquinistas Carlos, Olaizola y Engonga. Partido de la decimonovena jornada de la Liga de Primera Divisi¨®n (¨²ltima de la primera ronda) disputado en el estadio Vicente Calder¨®n de Madrid ante unos 35.000 espectadores. Cuatro grados al comienzo del encuentro. No hubo representaci¨®n oficial del Atl¨¦tico en el palco.
En medio del ruido, Kiko. Al jerezano se le nota todav¨ªa el a?o que pas¨® en la enfermer¨ªa, pero poco a poco va sacando su sonido propio; fueron apenas dos o tres pases, pero ser¨¢ pronto el mejor asistente para el goleador del equipo, Hasselbaink. Kiko jug¨® 60 minutos, y fue noticia en el campo.
Cuando Engonga encontr¨® la marca de Hugo Leal y oblig¨® a Solari a calmarse un poco, el Mallorca empez¨® a hacer pie, y se fue al descanso pensando que los dientes apretados del Atl¨¦tico eran poco m¨¢s que eso, y que la segunda parte deparar¨ªa mejores momentos. Pero lleg¨® el penalti ingenuo de David sobre el experimentado Aguilera, el trallazo de Hasselbaink, y el partido dio el vuelco que esperaba Ranieri. Proponer un partido met¨¢lico, de chispas y hormonas, tiene la ventaja de que suelen definirse a un gol, aquello de "el que marque primero gana", una sentencia de origen italiano y que ayer hizo fortuna en el Calder¨®n. El Atl¨¦tico se cans¨®, se puso nervioso y dej¨® adelantarse a un Mallorca m¨¢s inteligente pero remol¨®n a la hora de decidirse. Poco hizo Paco Soler para construir el juego mallorqu¨ªn -algo m¨¢s hizo sus sustituto Ibagaza, pero no mucho m¨¢s-, y Diego Trist¨¢n, abortada su racha, paso inadvertido. El m¨¢s ruidoso fue Carlos un jugador espumoso e inquieto, pero falto de serenidad en los ¨²ltimos metros.
En el Atl¨¦tico, s¨®lo un jugador consegu¨ªa sustraerse al jaleo y a la urgencia por mantener el peque?o golito de diferencia: Jos¨¦ Molina. En medio del temporal, el portero rojiblanco no mov¨ªa un m¨²sculo. Su equipo jugaba un partido de infierno, pero el ¨¢rea del Atl¨¦tico era hielo puro. En el minuto 89 par¨® un cabezazo de Polo Quinteros que se met¨ªa, y que hubiera provocado un incendio. El Atl¨¦tico, un equipo sin suntuosidades, remitido a sobrevivir en medio de la confusi¨®n, sigue a salvo en casa.
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