Centristas y ultraliberales
Muy a menudo se ha citado la afirmaci¨®n de Keynes que atribuye a los pol¨ªticos supuestamente pragm¨¢ticos basarse en ideas de un te¨®rico difunto. La frase revela que el peso de las ideas sobre la pr¨¢ctica pol¨ªtica es muy superior a lo que suele decirse. Los debates sobre cuestiones de principios no son habituales en las campa?as electorales, pero, a la larga, afectan a la vida de millones de ciudadanos. En el momento actual en Espa?a la cuesti¨®n esencial que est¨¢ por definir en este terreno es hasta qu¨¦ punto, en el seno del PP, predominar¨¢n las actitudes de centro o aquellas, reencarnaci¨®n de la derecha tradicional espa?ola, que ahora se muestran bajo la apariencia ultraliberal.Por curioso que pueda parecer, estas dos almas han convivido en el seno del partido del Gobierno. En los talantes y en las actuaciones se ha podido ver la diferencia. En cuanto a las declaraciones program¨¢ticas, ha habido una sucesi¨®n de variantes dependiendo de las circunstancias. En las pasadas elecciones generales, el PP mostr¨® un ropaje centrista que luego su sectarismo, nada m¨¢s llegado al poder, hizo pensar que no hab¨ªa sido otra cosa que una veleidad temporal. Unas encuestas poco satisfactorias, a pesar de la bonanza econ¨®mica, produjeron el giro hacia el "centro reformista" a partir del verano de 1998 con la pretensi¨®n de protagonismo exclusivo por parte de Aznar. Hoy, tras haberse suspendido una convenci¨®n dedicada al debate sobre su contenido, en las proclamaciones oficiales de la ortodoxia se ha olvidado ya la expresi¨®n "centro reformista" y se ha optado por otras mucho m¨¢s desdibujadas ("sociedad de oportunidades", por ejemplo). La proximidad de la campa?a electoral ha endurecido el mensaje de los dirigentes del PP, incluido Arenas. Pero de forma irremediable, cuando se divisen las elecciones, el centro reaparecer¨¢ como bandera electoral.
Sin duda, el centrismo es un talante: no hay duda de que Rajoy o Pimentel est¨¢n m¨¢s cerca de ¨¦l que Cascos o Rodr¨ªguez.Lo importante, no obstante,m¨¢s que los talantes personales,son las definiciones ideol¨®gicas.Sobre ellas en los ¨²ltimos tiempos ha existido un cierto debate ideol¨®gico realizado en revistas de escasa circulaci¨®n. Es importante examinar su contenido porque de ¨¦l depender¨¢ el contenido de una posible tarea de gobierno futura.
Algunas definiciones del PP como partido de centro ha habido y son, sin duda, bienintencionadas; todav¨ªa m¨¢s: van por buen camino, aunque no hayan venido acompa?adas por el talante de muchos de los princi-pales dirigentes. Pero no acaban de perfilarse de modo definitivo.Quiz¨¢ quien m¨¢s extensamente ha escrito sobre el particular es Jaime Rodr¨ªquez Arana, subsecretario del Ministerio de Administraciones Territoriales, para el que las pol¨ªticas de centro deben ser " moderadas, equilibradas, reformistas y de progreso". Esos calificativos, sin embargo,se refieren m¨¢s al modo que al contenido y ¨¦ste, en cambio, no acaba de perfilarse de modo claro ni siquiera haciendo compatible en la definici¨®n un par antit¨¦tico (como "libertad solidaria"). Quiz¨¢ la raz¨®n derive de que, en general, si la socialdemocracia europea ha definido su "tercera v¨ªa", le queda por hacerlo a la derecha. Por su parte, Eugenio Nasarre, director del Gabinete de An¨¢lisis y Estudios de Presidencia, ha se?alado, en un texto de car¨¢cter m¨¢s estrat¨¦gico, como peculiar del Gobierno Aznar la "orientaci¨®n de las reformas y el m¨¦todo para llevarlas a cabo": seg¨²n ¨¦l, ser¨ªan "reformas compartidas", realizadas con la colaboraci¨®n de la sociedad. El objetivo final ser¨ªa una "sociedad de las oportunidades" en la que, con independencia de las recogidas en el texto constitucional, se promovieran tambi¨¦n "libertades cotidianas" que afectan a la vida del ciudadano. Con independencia de hasta qu¨¦ punto estas palabras traduzcan la realidad de lo acontecido, el rumbo definitorio parece tan adecuado como insuficiente si se quiere construir algo parecido a lo que la expresi¨®n "centro reformista" puede significar.
Pero estas actitudes entran en manifiesta contradicci¨®n con otras tambi¨¦n localizables en el entorno del PP. Los ultraliberales est¨¢n en la ant¨ªtesis misma de la idea e incluso la palabra "centro" y, m¨¢s a¨²n, en contra de su concreci¨®n. Se pueden citar numerosas declaraciones period¨ªsticas, rebosantes de iron¨ªa, de Vidal Quadras en este sentido; desde la misma enunciaci¨®n del "centro reformista" ha tenido repetidas ocasiones para desbordarse en frases punzantes en torno a la expresi¨®n.
Todav¨ªa lo ha hecho de manera m¨¢s ¨¢cida Jim¨¦nez Losantos en pol¨¦mica contra Nassarre, al que acusa de servirse de algo tan "anticuado y repetido" como la idea de Centro. ?ste, para ¨¦l, no es, en realidad, "m¨¢s que una f¨®rmula vergonzante de la clase pol¨ªtica de derechas", bien para ocultar sus or¨ªgenes autoritarios o bien para justificar que en su momento estuvo aliada con antidem¨®cratas tan caracterizados como fueron los comunistas. Al final detr¨¢s del Centro pol¨ªtico, seg¨²n ¨¦l, no hay m¨¢s que "vac¨ªo doctrinal e identificaci¨®n nominalista del Poder como destinatario de todas las apetencias". En el momento actual, seg¨²n ¨¦l, habr¨ªa desaparecido la pasada necesidad de que existiera el centro porque tanto en materia religiosa como social la confrontaci¨®n de otras ¨¦pocas estar¨ªa ya superada. En cambio, en lo que respecta a la realidad nacional espa?ola, el problema simplemente no tiene soluci¨®n, pues resulta intolerable cualquier tipo de acuerdo con los nacionalistas que, seg¨²n Jim¨¦nez Losantos, siempre se sit¨²an "fuera del sistema constitucional". ?ste -asegura- ser¨ªa "el aspecto inconfesable del centrismo: su predisposici¨®n incondicional a someterse a los nacionalistas". En radical contraposici¨®n con esta actitud, Jim¨¦nez Losantos propone la "recuperaci¨®n de competencias para la Administraci¨®n central".
Pero, sobre todo, lo que propugna es una actitud de fondo totalmente contraria al centrismo. Para ¨¦l, con el "centro reformista" el PP pretende "no dirigir sino sobrevivir, no gobernar sino flotar"; asegura estar dispuesto a "acuerdos", pero lo decisivo es saber para qu¨¦ los quiere. Y este rumbo le parece a Jim¨¦nez Losantos una traici¨®n.Verdad es que una parte de sus cr¨ªticas no deja de tener cierto fundamento. "Este PP que acaba de descubrir el mediterr¨¢neo centrista", proclama, "ha olvidado sus promesas de regeneraci¨®n democr¨¢tica, de independencia de la Justicia"; adem¨¢s, a?ade, "ha olvidado la reforma educativa en sentido espa?ol". "Ha renunciado", concluye, "a un discurso pol¨ªtico que no sea el de la simple acomodaci¨®n". En la medida en que el PP pretende llegar al "centro reformista", eso supone, en definitiva, perder el "centro ¨¦tico". Seg¨²n ¨¦l, "hay que tomar a los pol¨ªticos por la palabra"; parecer¨ªa, por tanto, que en 1996 el pueblo espa?ol hubiera votado con entusiasmo por principios radicalmente unitaristas y ultraliberales. Pero eso, sencillamente, no se corresponde con la realidad.
La importancia de la cr¨ªtica de Jim¨¦nez Losantos a Nasarre radica en la significaci¨®n del primero en el conjunto de la derecha espa?ola. No s¨®lo fue un autor muy vendido por sus incendiarias pr¨¦dicas durante el gobierno de los socialistas, sino que tiene dos importantes tribunas, proporcionadas por la COPE y el diario El Mundo. Los textos entrecomillados anteriores proceden de una revista te¨®rica, La Ilustraci¨®n Liberal, que aparece con abundancia de anuncios de Cajas de Ahorro en manos de la derecha, ayuntamientos de id¨¦ntica significaci¨®n, empresas p¨²blicas y otras reci¨¦n privatizadas en beneficio de personas identificadas con el partido del Gobierno. No puede extra?ar, por tanto, que, para este g¨¦nero de ultraliberalismo, carezca de inter¨¦s la cr¨ªtica a una clase empresarial surgida en los aleda?os del poder como aquella que se ha gestado durante la permanencia del PP en el Gobierno. Jim¨¦nez Losantos es un significad¨ªsimo portavoz de un g¨¦nero de derecha espa?ola; otra cosa es que sea el m¨¢s recomendable. Cualquier observador de la escena pol¨ªtica y cultural espa?ola sabe de su influencia en los medios gubernamentales. A fin de cuentas, el propio presidente del Gobierno present¨® un libro del secretario de la revista La Ilustraci¨®n Liberal que Jim¨¦nez Losantos dirige.
Lo que importa es que, por tanto, este tipo de actitud, aunque pueda ser cr¨ªtica en determinados puntos del PP, permanece sobre el tapete en el entorno del mismo y constituye una tentaci¨®n muy real y cotidiana para este partido; lo ha sido en los a?os de Gobierno del partido y lo volver¨¢ a ser si se repite.El problema del PP, al margen de proclamaciones, reside, por tanto, en que quienes debieran haber promovido una evoluci¨®n en el sentido centrista indicado no han acabado de perfilarla por completo y de permear al conjunto de la organizaci¨®n del partido mientras que la resistencia alternativa a la misma sigue plenamente vigente. A¨²n m¨¢s,puede convertirse en soluci¨®n de gobierno despu¨¦s de ella, en especial de acercarse los resultados del PP a la mayor¨ªa absoluta. Y eso bien merece la pena tenerlo en cuenta.
Javier Tusell es historiador.
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