NECROL?GICAS
En los comienzos de a?o, como contraviniendo por sorpresa el simbolismo del calendario, la muerte multiplica su presencia. Algunos de los seres m¨¢s pr¨®ximos se me han ido en los d¨ªas aurorales de varios eneros. Ahora le ha tocado el turno a un amigo querido y admirado: Jos¨¦ Antonio Fern¨¢ndez Ord¨®?ez. Participaremos hoy, a los ocho d¨ªas de su fallecimiento, en su funeral [iglesia de Nuestra Se?ora de Guadalupe, Puerto Rico,1, Madrid, a las 20.00]. Me atrevo con unas breves l¨ªneas a sumar alg¨²n apunte a las semblanzas que hace una semana aparecieron en estas mismas p¨¢ginas.Aunque sin frecuentarnos, hemos sido amigos desde hace treinta y cinco a?os. Probablemente nos presentara en 1963 Eduardo Cierco en el consejillo de redacci¨®n madrile?o de la revista de cat¨®licos progresistas, alentada y dirigida por Lorenzo Gomis desde Barcelona, El Ciervo. Jos¨¦ Antonio, aun sin pretenderlo, enseguida se hac¨ªa notar por su activismo y su ingenio; otro Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, Francisco, cuando asist¨ªa, representaba el papel de senior en aquellas reuniones a pocos metros del ya entonces legendario "despacho" de Tierno. Despu¨¦s vinieron repetidas ocasiones de coincidencias, hasta hacerse muy seguidas en los ¨²ltimos cinco a?os: con ¨¦l codirig¨ª un seminario en septiembre de 1995 en Formigal sobre cien a?os de ingenier¨ªa y pol¨ªtica hidr¨¢ulica en Espa?a, consiguiendo ¨¦l la participaci¨®n durante toda la semana de un veterano e ilustre estudioso del tema al que pocos conoc¨ªamos: Manuel D¨ªaz Marta; ¨¦l me ha aconsejado mucho y bien sobre la programaci¨®n de temas de ingenier¨ªa y de arte en la Magdalena durante los veranos m¨¢s recientes; ¨¦l accedi¨®, en fin, a dictar ah¨ª en 1997 un "curso magistral" sobre arte, t¨¦cnica y naturaleza que hizo honor a ese exigente r¨®tulo acad¨¦mico.
Dos rasgos de su personalidad quiero destacar. El primero es la armon¨ªa que transmit¨ªa toda su b¨²squeda intelectual y su quehacer profesional. Heredero y continuador de una brillante tradici¨®n familiar en el campo de la ingenier¨ªa de caminos, se afan¨® por conciliar arm¨®nicamente lo t¨¦cnico con el arte, y ambos con la exigencia del medio natural. Sus espl¨¦ndidos trabajos de catalogaci¨®n y an¨¢lisis de presas y canales realizados en Espa?a durante varios siglos -una obra injustamente desconocida por muchos investigadores de nuestra historia econ¨®mica- est¨¢n hechos desde esa perspectiva. Y toda su labor de construcci¨®n -con varios puentes, por ejemplo, que ya son obras de referencia- ponen de manifiesto la firmeza y el acierto con que persegu¨ªa esa dif¨ªcil imbricaci¨®n. Que la buscaba tambi¨¦n con entusiasmo, con pasi¨®n, como demostraba cada vez que hablaba del proyecto de Tindaya, compartido por Chillida. Incluso en el plano m¨¢s personal y privado parec¨ªa esforzarse en el logro de una cierta armon¨ªa, mezclando talento, bondad y autoexigencia.
Otro rasgo tiene tambi¨¦n especial significaci¨®n. Este benjam¨ªn de la generaci¨®n del 50 -como los nacidos al comienzo del decenio de 1930-, que crece y se ha de hacer prematuramente adulto en la sombr¨ªa Espa?a de la larga posguerra, ha tenido siempre un ejemplar sentido de la solidaridad. Conciencia solidaria que ha supuesto no s¨®lo el compromiso con las aspiraciones colectivas y los problemas compartidos por los m¨¢s, sino tambi¨¦n, y muy especialmente, el aporte generoso de los propios talentos y recursos a lo colectivo. Su trabajo profesional siempre tuvo esa impronta; como su reconocida dedicaci¨®n al frente de corporaciones -el Colegio de Ingenieros de Caminos de Madrid-, fundaciones -la Juanelo Turriano- y patronatos -se?aladamente el del Museo del Prado-. Pero no s¨®lo generosidad, tambi¨¦n honradez; y asimismo un cierto sentido de la sobriedad y del desprendimiento, como la de alguien que cultiv¨® con af¨¢n la riqueza de la cultura, haci¨¦ndose un hombre muy culto, y no la cultura de la riqueza, sin codiciar nunca el dinero. Eso es lo que toda su persona transmit¨ªa, con aquel cuerpo enjuto y disciplinado que encerraba inteligencia a raudales, una voluntad vigorosa y un enorme coraz¨®n. Descanse en paz.- JOS? LUIS GARC?A DELGADO, rector de la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo.
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