LA CR?NICA ?D¨®nde est¨¢n los "duranfarell"? XAVIER VIDAL-FOLCH
?Esto es extraordinario! Cre¨®, suscit¨®, conjur¨®, ayud¨®, teji¨® lazos, ilusion¨®, triunf¨®... y en vez de lo que es normal en este pa¨ªs, o sea, tirar piedras contra su memoria, se le rinde un homenaje. A lo mejor estamos cambiando, incluso para bien.M¨²sicos de la Orquestra Simf¨°nica del Vall¨¨s rasgaban las primeras notas del andante del Cuarteto en sol mayor de Mozart -espl¨¦ndido, ins¨®lito pr¨®logo para un acto del g¨¦nero- y ya estaban todos en sus puestos. Todos, esta vez, quiere decir absolutamente todos. Los pol¨ªticos, los acad¨¦micos, los empresarios, los sindicalistas, los sabios, los ingenieros, los estudiantes. Encabezados por Montse, su mujer. El auditorio de la Polit¨¦cnica se trocaba al atardecer del jueves en una met¨¢fora de la vida y obra de Pere Duran Farell, quien m¨¢s que ning¨²n pol¨ªtico supo tender los puentes verdaderos, esos "puentes del di¨¢logo" reclamados por Espriu, a los que todos los oradores aludir¨ªan.
Desde el atriliario, el ministro portavoz, Josep Piqu¨¦, escrutaba una a una las faces asistentes, mientras Jordi Pujol tomaba notas, Federico Mayor contemplaba lo insondable, el rector Jaume Pag¨¨s cruzaba los dedos, el alcalde accidental Xavier Casas y el presidente del Parlament, Joan Rigol, mostraban recato y el sucesor de Duran al frente del consejo social de la casa, Miquel Roca, ejerc¨ªa de impecable anfitri¨®n. En la platea se juntaban desde el timonel de la oposici¨®n, Pasqual Maragall, a los presidentes de la C¨¢mara de Comercio, el C¨ªrculo y Fomento, pasando por los l¨ªderes de UGT, los directivos del MNAC y de la Fundaci¨®n Jos¨¦ Ortega y Gasset, hasta... faltan l¨ªneas: estaban todos, y era noticia porque aquello no era un funeral, esa ocasi¨®n de foto y fe de vida propia que pocos desaprovechan.
?Ser¨¢ pecado de cofoisme constatar que se dijo lo justo, en este caso, lo abundantemente justo?
Recordaba Roca el lema duraniano de la indispensable "complicidad social" para articular las "m¨¢s nobles ideas", su papel como gran "agitador social", su inter¨¦s tanto en las peque?as como en las grandes cosas, y calificaba al homenajeado como "una de las marcas de calidad de este pa¨ªs". Evocaba Mayor sus andanzas comunes -a horcajadas entre la Unesco y Catalana de Gas- para compensar a los norteafricanos con instrumentos pedag¨®gicos ecologistas, y reconoc¨ªa en su amigo a un tipo "rico en pasi¨®n, pero sobre todo en compasi¨®n" -atento a la energ¨ªa, pero tambi¨¦n a los minusv¨¢lidos-, un ciudadano que clamaba en el desierto: "Es la hora de los ciudadanos y de los valores".
"Era un seductor extraordinario, gracias a su capacidad para hallar soluciones donde otros s¨®lo encontraban contradicciones", iluminaba el sabio Pag¨¨s, instando a "aprender" de Pere Duran. Y clavaba su retrato de "visionario pragm¨¢tico", de "rupturista desde arriba" encaprichado con "transmitir futuro" a base de "movilizar la fuerza interna de las personas". Y de apa?ar como celestina con doctrina los desgarros y desavenencias entre partidos o administraciones, a?ad¨ªa Casas. Y entre l¨ªderes, deber¨ªa a?adirse: el inveterado pulso Pujol-Maragall habr¨ªa sido cruento sin su concurso.
Piqu¨¦ y Pujol se echaban gui?os, se robaban cort¨¦smente frases y disputaban distintos acentos para la lectura pol¨ªtica del empresario que trajo el gas a la Pen¨ªnsula. El ministro, destacando el "orgullo de su catalanidad", pero consciente de que ¨¦ste es un pa¨ªs peque?o, "un uno por mil de la poblaci¨®n mundial" que debe buscar sus recursos fuera, y convicto de que la globalizaci¨®n es un riesgo "pero tambi¨¦n una gran oportunidad". El presidente y convecino de Premi¨¤ insist¨ªa en lo dif¨ªcil que resulta -y le resultaba a en Pere- "ejercer la catalanidad en el mundo econ¨®mico: ?entender¨¢n que el gas entre en Extremadura por Catalu?a?". Y tornaba el rictus agrio en gesto dulce (?nos hacemos mayores, quiz¨¢ algo sabios, o qu¨¦ pasa aqu¨ª?) al definirle como un "maestro de energ¨ªa", un referente cargado tambi¨¦n "de ternura", una "especie de lujo para Catalu?a".
Un ramo para Montse. Un prolongado aplauso tras el andante festivo de Sibelius. Todo completo; salvo, quiz¨¢, la ausencia de una voz y un idioma extranjero para quien fue, en expresi¨®n de Mayor, "ciudadano catal¨¢n del mundo". Salvo, seguro, que nadie contestaba a esta pregunta: ?d¨®nde est¨¢n los duranfarell de ahora? Esa gente capaz de saldar un acalorado debate envi¨¢ndote un gui?o fotogr¨¢fico: su imagen excursionista, con tu peri¨®dico en la mano, en la falda del Matterhorn. Nosotros tambi¨¦n te a?oramos, querido c¨®mplice y maestro de la vida.
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