Las v¨ªctimas vivientes de la dictadura
Los casi 4.000 detenidos-desaparecidos durante la dictadura pinochetista han tenido el mayor protagonismo en las denuncias de violaciones de derechos humanos en Chile. Se dir¨ªa que los muertos preocupan m¨¢s que los miles de detenidos que fueron torturados y que sobreviven con unas secuelas que se proyectan en el presente. Sin embargo, fueron estas v¨ªctimas olvidadas las que motivaron al juez brit¨¢nico Ronald Bartle a dar luz verde, el pasado 8 de octubre, al proceso de extradici¨®n a Espa?a del ex dictador Augusto Pinochet por 35 cargos de tortura y conspiraci¨®n para torturar cometidos despu¨¦s de diciembre de 1988."La tortura es una de las experiencias traum¨¢ticas m¨¢s desquiciantes y dram¨¢ticas que puede sufrir un ser humano", ha escrito la psic¨®loga Elisabeth Lira, estudiosa del tema. El llamado caso Pinochet ha puesto de relieve los perversos efectos de brutalidades del pasado en una sociedad que observadores diversos diagnostican como "enferma de terror y p¨¢nico". Desde la detenci¨®n del general en Londres, en Chile ha aumentado d¨ªa a d¨ªa el n¨²mero de torturados que reclaman ayuda psiqui¨¢trica. El programa de salud mental de la Fundaci¨®n de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (FASIC), en vigor desde 1977, ha recibido el ¨²ltimo a?o la visita de m¨¢s de 500 v¨ªctimas de la represi¨®n; muchas de ellas nunca se hab¨ªan atrevido a desvelar los secretos de su sufrimiento, seg¨²n explica Ver¨®nica Reyna, coordinadora de la instituci¨®n.
Existe tambi¨¦n un programa auspiciado por el Ministerio de Salud -Derechos Humanos, Salud y Violencia- que apenas ha tenido difusi¨®n, pero que hasta la fecha ha atendido a 30.000 personas en todo el pa¨ªs. La detenci¨®n de Pinochet ha producido los resultados m¨¢s inesperados. Por ejemplo, los beneficiarios de este programa se organizaron en todo el pa¨ªs en una especie de agrupaci¨®n de damnificados.
"Muchos han vivido en la marginalidad, casi en la clandestinidad, durante a?os. La detenci¨®n de Pinochet les ha impulsado a perder el miedo, aunque en un primer momento tem¨ªan la venganza del Ej¨¦rcito y de los grupos pinochetistas", dice Eliana Horvitz, psiquiatra del programa de salud mental del FASIC. Una semana despu¨¦s del golpe militar fue detenida en su oficina de la Universidad Austral en Valdivia, y durante tres meses estuvo incomunicada, le aplicaron corrientes el¨¦ctricas y simularon que la iban a fusilar. Ahora atiende, junto a tres psic¨®logos y una asistenta social, a personas con secuelas f¨ªsicas y ps¨ªquicas, que "de entrada no hablan de las torturas, sino de sus ansiedades, de los problemas con su pareja y sus hijos o con el trabajo".
Elisabeth Lira opina que lo m¨¢s denigrante "es obligarte a traicionar tus afectos y tus lealtades. Lo m¨¢s humillante es la traici¨®n, que te obliguen a hablar de tus compa?eros, que terminan detenidos y torturados igual que t¨². Si eliges evitar el dolor y cooperas con los torturadores, lo que haces es comprar un dolor moral de una tremenda envergadura. Y si aguantas el dolor f¨ªsico, en el fondo te echas en brazos de la muerte. Creo que los desaparecidos son resultado de esta ¨²ltima opci¨®n combinada con la otra".
Las cifras de torturados no coinciden, pero todas ellas son escalofriantes en un pa¨ªs de 15 millones de habitantes. La Vicar¨ªa de la Solidaridad tiene registrados 104.000 casos, la Comisi¨®n chilena de Derechos Humanos estima que durante la dictadura unas 500.000 personas sufrieron violaciones de sus derechos humanos y el FASIC considera que un mill¨®n de detenidos padecieron malos tratos.
Los psic¨®logos sostienen que los acontecimientos pol¨ªticos tienen para las v¨ªctimas de la tortura una repercusi¨®n que no es comparable con la que tienen en el conjunto de la sociedad. Por ejemplo, cuando se hallaron restos de desaparecidos en la localidad de Pisagua y aumentaron las consultas en el programa de salud mental; cuando se celebr¨® el plebiscito de 1988 y la gente ten¨ªa p¨¢nico de que lo ganara Pinochet, se eternizara en el poder y empezara de nuevo la represi¨®n; o cuando se produjo el ruido de sables en el Gobierno de Aylwin, o cuando detuvieron al general Contreras.
Pedro Alejandro Mata, de 50 a?os y traductor, era estudiante de Derecho y militante de las Juventudes Socialistas cuando se produjo el golpe de Estado. Fue detenido por la DINA el 17 de mayo de 1975. Estuvo desaparecido durante varias semanas, 13 meses detenido sin cargos en su contra en los que pas¨® por varios centros de tortura. Se exili¨® a Estados Unidos. A su regreso a Chile, en 1991, se puso a trabajar en la reconstrucci¨®n de lo que ocurri¨® d¨ªa a d¨ªa en la siniestra Villa Grimaldi, uno de los peores centros de tortura de la DINA, donde estuvo detenido. Por all¨ª pasaron, desde mayo de 1974 a febrero de 1978, unas 5.000 personas. "Lo m¨¢s importante, fuera de la presi¨®n f¨ªsica, es la presi¨®n psicol¨®gica. La intenci¨®n del torturador es destruirte an¨ªmicamente como persona y como enemigo".
Cuenta Mata que en el cuerpo de guardia de Villa Grimaldi hab¨ªa un libro que se manejaba en el Estado Mayor en el que figuraba el nombre de cada detenido, la militancia, el apodo pol¨ªtico, el grupo operativo que lo hab¨ªa detenido, el oficial a cargo y otros datos. Mata ha tenido la paciencia de reconstruir aquel libro en homenaje a su mejor amigo muerto por la dictadura. Piensa publicarlo como la historia de Villa Grimaldi, hoy demolida y reemplazada por el Parque de la Paz.
Con el fin de la dictadura se acab¨® la pr¨¢ctica sistem¨¢tica de la tortura, pero el Estado, que ha dedicado 90 millones de d¨®lares a los familiares de los desaparecidos en concepto de reparaci¨®n, est¨¢ en deuda con las v¨ªctimas vivientes del r¨¦gimen que puso en pie el general Augusto Pinochet.
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