Abre nuevas oportunidades
La reciente compra del mayor conglomerado de medios de comunicaci¨®n y entretenimiento, Time Warner, por el m¨¢s grande proveedor de acceso a Internet, America Online, puede analizarse, entre otros aspectos, desde el punto de vista de su impacto sobre la libertad de expresi¨®n y la mayor o menor riqueza e independencia de la informaci¨®n al p¨²blico.Se dan en este caso dos fen¨®menos diferentes: la formaci¨®n de un gigante que concentra una gran cantidad de medios y el hecho de que est¨¦ relacionado con Internet, un nuevo y poderoso medio de comunicaci¨®n. El primero de ellos es la continuaci¨®n de un proceso de concentraciones iniciado hace ya muchos a?os en todo el mundo, uno de cuyos resultados es la misma Time Warner. Hoy, el n¨²mero de grandes grupos de comunicaci¨®n que controlan y gestionan la mayor parte de la informaci¨®n es menor que hace unas pocas d¨¦cadas, y en ese sentido es mayor el poder potencial de unos pocos sobre la opini¨®n p¨²blica. Esta conclusi¨®n general debe, no obstante, matizarse con el hecho de que, en el pasado, los medios de ¨¢mbito m¨¢s local eran m¨¢s vulnerables ante la presi¨®n de los anunciantes, el poder pol¨ªtico u otros poderes f¨¢cticos que los grandes conglomerados, que pueden resistir mejor esas presiones. La existencia de otros grandes grupos competidores, la mayor o menor cultura de libertad imperante en la sociedad y en las corporaciones, y el papel de los poderes p¨²blicos, influyen tambi¨¦n en el resultado final, pero lo cierto es que el poder que atesoran este tipo de consorcios es gigantesco.
El segundo aspecto de la cuesti¨®n es si en un mundo en el que Internet se impondr¨¢ como medio universal de comunicaci¨®n, la libertad de informaci¨®n y la independencia se ver¨¢n todav¨ªa m¨¢s da?adas. En primer lugar, es preciso advertir que lo de medio universal puede resultar hasta irritante si se tiene en cuenta que la mayor parte del mundo no puede acceder a ¨¦l y no es veros¨ªmil que lo haga en un pr¨®ximo futuro. Pero eso no es causa sino efecto de la terrible desigualdad de recursos entre pa¨ªses y regiones del mundo. Los pa¨ªses m¨¢s pobres no es que no tengan acceso a la red, es que no disponen de suficientes escuelas, bibliotecas o peri¨®dicos, por mencionar ¨²nicamente productos culturales. Cualquier ensanchamiento de las posibilidades educativas o informativas en el primer mundo supondr¨¢ un aumento de la desigualdad si los m¨¢s desfavorecidos no experimentan avances semejantes, se trate del n¨²mero y calidad de las escuelas, de los libros disponibles, de los peri¨®dicos le¨ªdos o las conexiones a Internet. Las ra¨ªces de la desigualdad son otras, anteceden a Internet y afectan, desgraciadamente, a todos los ¨¢mbitos de la actividad humana.
Con estas limitaciones, la red abre nuevas oportunidades para la difusi¨®n de informaci¨®n. Ya no es necesario poseer o tener acceso a un peri¨®dico o a una emisora de radio o televisi¨®n. Casi cualquiera puede hacer o¨ªr su voz y su mensaje, y el hecho emp¨ªrico es que ha aumentado la disidencia en Internet respecto a la existente en los medios convencionales.
M¨¢s a¨²n, algunos medios independientes con presencia ¨²nicamente en la red han llegado a condicionar a los grandes en el tratamiento de ciertas informaciones, como puso de manifiesto el caso Lewinsky. La preocupaci¨®n reaparece, sin embargo, si se produce una situaci¨®n de oligopolio entre quienes dominan el acceso a Internet. Por el momento, el n¨²mero de agentes que operan en este campo es muy superior al de los que dominan la informaci¨®n en soporte convencional, de forma que no hay posibilidad de eliminar las voces discordantes, aunque ¨¦stas, en comparaci¨®n con la influencia de las grandes marcas, puedan no tener un eco suficiente; de nuevo, un fen¨®meno anterior a la aparici¨®n de Internet y visible en el mundo de los peri¨®dicos, de la televisi¨®n o del cine. Pero la experiencia ha mostrado que si la organizaci¨®n pol¨ªtica y la cultura de una sociedad responde a patrones democr¨¢ticos, el p¨²blico se resiste a la manipulaci¨®n, por muy poderosos que sean los medios que la practican. O bien ¨¦stos se abren a la pluralidad o son abandonados en beneficio de otros m¨¢s plurales o m¨¢s independientes. En definitiva, aunque la aparici¨®n de Internet tendr¨¢ un impacto notable sobre el modo en que se trata y se difunde la informaci¨®n, en lo que a la libertad de expresi¨®n se refiere, no parece que genere problemas nuevos; muy al contrario de lo que ocurre con la privacidad, que s¨ª puede ser comprometida de formas nunca antes imaginadas y requiere, por tanto, un an¨¢lisis aparte.
Cayetano L¨®pez es catedr¨¢tico de F¨ªsica de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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