MARIANO P?REZ DE AYALA El concejal que se plant¨® en el baile
Al pol¨ªtico que, a buen seguro, m¨¢s le entusiasm¨® su nombramiento como delegado de Fiestas Mayores jam¨¢s se le vio mecer el tipo al comp¨¢s de una sevillana. Mariano P¨¦rez de Ayala, casado, dos hijos (Mariano y Reyes, de 9 y 4 a?os), pertenece a esa clase de sevillanos que, lejos de exhibir la gracia, reserva para c¨ªrculos reducidos el ejercicio del humor sutil. Siendo de apariencia adusta y reacio al baile p¨²blico, ya apuntaba que iba para sevillano cl¨¢sico cuando acompa?aba al Cristo de Burgos vestido de monaguillo. Tan cl¨¢sico como la plaza de la Alfalfa, que ha frecuentado en desayunos dominicales, o como la hermandad del Valle, a la que pertenece.Nacido el 29 de mayo de 1956 en Sevilla en el seno de una familia numerosa, marcada por los blasones pol¨ªticos -durante la dictadura su abuelo Mariano fue alcalde de la ciudad, al igual que su tatarabuelo Juan Jos¨¦ Garc¨ªa de Vinuesa entre 1859 y 1865-, P¨¦rez de Ayala era un licenciado en Derecho con m¨¢s inquietudes acad¨¦micas -estudiaba Filosof¨ªa- cuando se cruz¨® con el andalucismo. Sin este encontronazo, tal vez habr¨ªa fijado definitivamente sus ra¨ªces en Granada, donde comenz¨® a trabajar en un despacho de abogados en 1979 mientras cursaba 3? de Filosof¨ªa y donde residi¨® 16 a?os. Algunos le encuentran m¨¢s encaje en la Andaluc¨ªa oriental que en la Sevilla barroca.
En Granada le encontr¨® a principios de los ochenta Alejandro Rojas-Marcos, en una de sus retiradas pol¨ªticas. El abogado Mariano P¨¦rez de Ayala se adhiri¨® a la asociaci¨®n cultural Andaluc¨ªa Ahora, creada por Rojas-Marcos en su par¨¦ntesis de la cosa p¨²blica, y, m¨¢s tarde, al Partido Andalucista. Esa decisi¨®n cambiar¨ªa por completo su trayectoria vital.
En 1990 se convirti¨® en el primer parlamentario auton¨®mico que logra el PA por la provincia de Granada. De su breve paso por la C¨¢mara -s¨®lo estuvo una legislatura- no quedaron grandes huellas, fruto, entre otras razones, de la mayor¨ªa absoluta socialista que no se prestaba a grandes filigranas parlamentarias para los bancos de la oposici¨®n. En las filas del PA le consideran, sin embargo, un orador brillante. Sus intervenciones en los plenos municipales de Sevilla, en momentos cr¨ªticos para su formaci¨®n, le revelan escurridizo, r¨¢pido y agresivo en la r¨¦plica. Seguidor a pies juntillas de que la mejor defensa es un buen ataque. Implacable si huele enemigos enfrente.
Ha sido en la pol¨ªtica municipal donde P¨¦rez de Ayala se labr¨® un hueco cada vez m¨¢s hondo, gracias a cualidades propias -es disciplinado, laborioso y met¨®dico- y a azares pol¨ªticos. Elegido concejal de Sevilla en 1995, justo el a?o en que mud¨® su residencia de Granada, avanz¨® filas desde la retaguardia del grupo municipal (era delegado del distrito Macarena) hasta la primera l¨ªnea de tiro. Dibuj¨® la trayectoria inversa a la trazada por el club de sus amores (el Sevilla), que por aquellos tiempos pugnaba con el descenso.
El pacto que suscriben socialistas y andalucistas en 1996 para gobernar provoca la salida de Jos¨¦ N¨²?ez, a la saz¨®n delegado de Urbanismo de Sevilla, para asumir las riendas de la Consejer¨ªa de Turismo y Deportes. P¨¦rez de Ayala le sustituye al frente del departamento estrella de los ayuntamientos. Asumir el control urban¨ªstico fue un premio -un pelda?o arriba- en su biograf¨ªa p¨²blica, pero un toro bravo en la lidia pol¨ªtica. La gesti¨®n urban¨ªstica del PA, siempre en la picota de la oposici¨®n, ha estado rodeada de gran polvareda. En tales trances siempre aflor¨® un P¨¦rez de Ayala bien distinto al personaje entra?able que describen en su entorno. Sin arrugar el tipo ni la nariz, se empleaba a fondo con todas las armas dial¨¦cticas a su alcance -incluidas las bajas- para neutralizar los ataques pol¨ªticos. Fuera de la refriega, sin embargo, se transforma en un ser noble y pausado, que s¨®lo evidencia cierto nervio con el consumo desaforado de nicotina. Las tragedias del Bazar Espa?a y Bustos Tavera, que mataron a seis personas, le marcaron especialmente, aunque se cuida mucha de evitar sentimentalismos en p¨²blico.
Al final, de forma indirecta, ha sido uno de estos dramas lo que ha provocado su salida del Ayuntamiento de Sevilla, ahora que se encontraba c¨®modo al frente de Fiestas Mayores y en su reci¨¦n estrenado papel de hombre fuerte del grupo municipal.
La retirada a un segundo plano de Rojas-Marcos, tras las elecciones de 1999, reforz¨® notablemente el papel de P¨¦rez de Ayala, como pivote del grupo e interlocutor de sus socios de gobierno socialistas. En este marasmo extra?o que vive ahora la coalici¨®n, que unos llaman crisis y otros tensiones, la decisi¨®n de P¨¦rez deAyala de dimitir se dibuja como el ¨²nico ejercicio de coherencia.
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