Un sabor agridulce FRANCISCO CALVO SERRALLER

La adquisici¨®n por el Estado, ejerciendo el derecho de tanteo, de la La condesa de Chinch¨®n, seguramente el cuadro de Goya m¨¢s importante en manos privadas, produce un efecto agridulce: de satisfacci¨®n, por un lado, porque dicha obra extraordinaria se exhiba definitivamente para disfrute y provecho p¨²blicos, y no, como hasta ahora, s¨®lo en periodos intermitentes en el Museo del Prado; pero, tambi¨¦n, por otro, de cierta indignada perplejidad porque se haya pagado innecesariamente una cantidad exorbitante por su compra, que en absoluto se justifica por el hecho de que sea la que estaba dispuesto a abonar ahora el frustrado comprador de la misma a los herederos de tan formidable legado. Me explico: aunque si La condesa de Chinch¨®n se hubiera subastado en el mercado internacional habr¨ªa probablemente batido todas las marcas conocidas, lo que supone que su puja final hubiera, por lo menos, doblado la cifra pagada por el Estado espa?ol, no se puede obviar que la obra estaba afectada por la grave limitaci¨®n de ser inexportable, lo que reduc¨ªa sustancialmente su valoraci¨®n econ¨®mica.?C¨®mo entonces justificar que, durante los ¨²ltimos a?os, sabi¨¦ndose que estaba el cuadro a la venta y que su comprador posible y razonable no era otro que el Museo del Prado, no se haya hecho nada definitivo al respecto? Hay que tener en cuenta que una actitud m¨¢s responsable y diligente por parte de la Administraci¨®n, de este y de otros gobiernos anteriores, habr¨ªa permitido adquirir la obra en una cifra muy inferior a la actual, lo que, sin duda, es un involuntario fraude al contribuyente. Dicho lo cual, y visto que si no es por las malas nuestros responsables culturales se hacen los suecos, esta compra, absurdamente supervalorada, nos deja, en efecto, un sabor agridulce. Por lo dem¨¢s, ah¨ª est¨¢ tambi¨¦n el precedente de la compra del Vuelo de brujas, del propio Goya, que, en t¨¦rminos comparativamente menores, tambi¨¦n acab¨® en manos del Estado por un precio que triplicaba el que pocos a?os antes hab¨ªa conseguido en subasta p¨²blica en Espa?a.

Todo lo cual no es ¨®bice para escatimar la formidable importancia del retrato de La condesa de Chinch¨®n, obra que pinta Goya en 1800 y que refleja sus m¨¢s excelsas cualidades psicol¨®gicas y art¨ªsticas. Tampoco cabe ignorar algo excepcional: que el cuadro estaba en propiedad familiar desde que Goya lo pint¨®.