La monta?a suiza
Dicen que con la edad cobran cada vez mayor peso las im¨¢genes y los recuerdos de la infancia. Es lo que le ha debido ocurrir a Xabier Arzalluz en el curso de la ¨²ltima asamblea, que no congreso, de su partido. Sin duda visit¨® por los a?os 40 de la mano de su padre, el ch¨®fer franquista, las instalaciones del peque?o parque de atracciones donostiarra del monte Igueldo, donde en un agujero la enloquecida osa ?rsula daba incesantes vueltas a?os despu¨¦s de haber sido capturada por los requet¨¦s guipuzcoanos, convertida en emblema viviente de la situaci¨®n del Pa¨ªs tras la derrota de 1937. La principal atracci¨®n era no obstante la monta?a rusa, rebautizada por los vencedores como monta?a suiza con el objeto de borrar todo rastro de la patria del socialismo. El inconsciente de Arzalluz debi¨® conservar ese cambio de etiqueta y ahora se ha servido de ¨¦l para embellecer la unanimidad de tipo sovi¨¦tico con que se ha manifestado la asamblea del PNV para sancionar el viraje copernicano desde un arraigado autonomismo a la opci¨®n "soberanista" (l¨¦ase por la independencia). Habr¨ªa sido, propone Arzalluz, un procedimiento de tipo suizo, donde la unanimidad en la asamblea del cant¨®n resulta de los tamices establecidos en instancias inferiores. De nuevo la monta?a rusa sigue siendo lo que era, y se disfraza ante el observador de monta?a suiza.Porque el procedimiento mediante el cual ha sido aprobado ese viraje decisivo en la pol¨ªtica del PNV cuenta tanto de entrada como sus resultados doctrinales y no precisamente por su car¨¢cter democr¨¢tico. Las primeras manifestaciones de disconformidad, tipo Ardanza, fueron acalladas con el llamamiento a debatir dentro del partido, pero luego en el interior de ¨¦ste la disidencia result¨® aplastada, a medias por el molde organizativo que impide pr¨¢cticamente la salida a la luz de corrientes opositoras y el resto por la intimidaci¨®n: oponerse al "soberanismo" era sentar plaza de enemigo de la paz y hacerle el juego al enemigo exterior.
La ense?anza es ¨²til frente a quienes opinan que la autodeterminaci¨®n que ahora propone Arzalluz es la cosa m¨¢s natural y democr¨¢tica del mundo. Si todo partido registra tendencias olig¨¢rquicas, la estructura del PNV -que en la ¨²ltima asamblea no pudo siquiera ser objeto de enmiendas- le introduce en la categor¨ªa del centralismo democr¨¢tico: el grupo dirigente monopoliza decisiones y voz en torno a un liderazgo carism¨¢tico, objeto de un aut¨¦ntico "culto a la personalidad". Arzalluz es el PNV, y el PNV, ahora en el fraterno marco de un frente nacional por la independencia, es el Pueblo Vasco. Y ¨¦ste se asienta a ambos lados del Pirineo, sometido -por poco tiempo- a los dos Estados opresores, en el territorio de Euskal Herria. Todo es muy simple y, en contra de lo que se proclama, s¨®lo hace falta que ETA mantenga de un modo u otro su presi¨®n, para que por lo menos en Hegoalde (las provincias y Navarra) se haga realidad. A la vista de lo ocurrido con el proceso pol¨ªtico que llev¨® a la ¨²ltima asamblea del partido, resulta absurdo pensar que Arzalluz, su c¨ªrculo y sus aliados, van a autorizar el desarrollo de un proceso democr¨¢tico, plural y sin coacciones, donde sus irracionales objetivos puedan verse invalidados. No es, pues, s¨®lo que resulte incluso una ofensa al sentido com¨²n hablar de autodeterminaci¨®n cuando el terrorismo sigue amenazando con la muerte y practicando la intimidaci¨®n sobre los ciudadanos vascos, sino que el comportamiento de PNV y de HB, cada uno en su estilo, garantiza que una consulta dirigida por ellos en el "marco vasco de decisi¨®n" ser¨ªa ¨²nicamente un plebiscito de confirmaci¨®n de la secesi¨®n previamente definida desde Ajuria Enea en los planos t¨¦cnico y simb¨®lico.
Si a esto unimos que el texto aprobado por la asamblea utiliza de forma torticera las referencias a los "derechos hist¨®ricos" en la Constituci¨®n, que habla de "respetar" ¨¦sta cuando por la v¨ªa citada busca objetivos radicalmente contrarios a la misma, que exhibe una visi¨®n fraudulenta de los llamados "derechos hist¨®ricos" como situaci¨®n de soberan¨ªa vasca antes de la era constitucional, que propone la unidad "innegable" de una Euskal Herria que por suerte o por desgracia nunca estuvo unida, y que adscribe finalmente la decisi¨®n a un Pueblo Vasco que visiblemente no coincide con la ciudadan¨ªa de Euskadi, dif¨ªcilmente cabe valorar que el logro "suizo" de Arzalluz suponga una contribuci¨®n a la paz y a la democracia en Euskadi.
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