Obras p¨²blicas CARMELO ENCINAS
La Administraci¨®n paga tarde y mal, pero siempre paga. Esa m¨¢xima es principio universal entre las constructoras que trabajan para el Estado, las comunidades o los ayuntamientos, y por ello son pocas las empresas que se resisten a contratar obras p¨²blicas. Es cuesti¨®n de conocer bien la mec¨¢nica de esas instituciones, diferente a la que funciona en las empresas privadas, y saber tocar aquellos resortes que puedan mover a su favor la maquinaria burocr¨¢tica. Aunque por razones obvias nadie lo reconozca p¨²blicamente, en el sector es moneda corriente el untar a alguien para adjudicarse una obra, realizar una ampliaci¨®n de presupuesto, conseguir que hagan la vista gorda con las chapuzas o adelantar en lo posible los pagos. Y no ha de ser necesariamente el alcalde o el concejal de turno el objeto de la untada, tal fen¨®meno discurre por toda la escala de responsabilidades, desde el alto regidor de un municipio, ministerio o Gobierno regional hasta el ¨²ltimo funcionario que tenga que ver con un departamento de obras.Amplia es tambi¨¦n la diversidad de formas capaces de estimular la generosidad de quienes tienen alguna competencia p¨²blica en el negocio, variedad que incluye la burda entrega de un fajo de billetes sujetos con una goma, la gratuita reforma de la vivienda particular del untado en cuesti¨®n, y los m¨¢s sutiles regalos, comilonas y donaci¨®n de jamones de pata negra. Todo lo que sea menester con tal de tener contento al artillero que dispara con p¨®lvora del rey.
El resultado habitual de las astillas es un quebranto en las arcas que guardan el dinero de todos y perjuicios en la calidad de las obras. Esto ocurre casi siempre en la m¨¢s absoluta impunidad porque las corruptelas no suelen dejar huella documental alguna, tan s¨®lo se intuyen al t¨¦rmino del proyecto, cuando queda en evidencia la mezquina utilizaci¨®n de materiales de segunda, o al cabo de los a?os con la aparici¨®n de vicios ocultos. Los grandes esc¨¢ndalos que vieron la luz tiempo atr¨¢s y las medidas de control espantaron algo a los trincones, pero la limpieza total en la contrataci¨®n y ejecuci¨®n de obras p¨²blicas dista mucho de estar garantizada. Adem¨¢s, no son ¨¦stos los ¨²nicos males que afectan a los proyectos que emprende la Administraci¨®n. Hay ocasiones en que las prisas de los pol¨ªticos por ajustar el ritmo de la obra a sus planes o intereses electorales pueden forzar a quienes la realizan a rematarla de mala manera. As¨ª podr¨ªan explicarse chapuzas notables como la que se manifest¨® con el renovado pavimento de la calle Mayor, que hubo que levantar despu¨¦s de inaugurado porque se hund¨ªan las piedras, o lo acontecido con las losas de la lonja del Monasterio de El Escorial. Los parques Tierno Galv¨¢n y Juan Carlos I sufrieron en su d¨ªa movimientos tel¨²ricos por no estar el terreno debidamente compactado, y nadie se explica qu¨¦ manejo de la f¨ªsica hicieron quienes dise?aron los pasos subterr¨¢neos en los que se forman bolsas de agua en cuanto llueve un poco.
A las prisas de la ministra Tocino se atribuye igualmente la rotura de la gran tuber¨ªa de Picadas, que derram¨® miles de litros en Aldea del Fresno. Sucedi¨® el pasado fin de semana en el transcurso de la ¨²ltima prueba antes de bombear desde aquel embalse a 40 municipios toledanos. La pifia termin¨® derivando en el plant¨®n el martes de los alcaldes socialistas de la zona a la inauguraci¨®n del trasvase.
Al Gobierno regional de Madrid tambi¨¦n le han crecido en los ¨²ltimos meses alguno enanos. A la precipitaci¨®n se atribuy¨® en su momento el rosario de ca¨ªdas en postes y catenarias nada m¨¢s estrenar la l¨ªnea de metro a Arganda, al igual que lo ocurrido hace ocho d¨ªas en el intercambiador de la avenida de Am¨¦rica.
Siete d¨ªas despu¨¦s de que Alberto Ruiz-Gallard¨®n y Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano inauguraran tan flamante instalaci¨®n, los viajeros hab¨ªan de utilizar el paraguas en su interior porque dentro llov¨ªa m¨¢s que fuera. Seg¨²n los sindicatos, la premura por cortar la cinta caus¨® los fallos en las canalizaciones que produjeron la inundaci¨®n. La prisa siempre fue mala consejera, y en la cosa p¨²blica no hay que dejarse querer ni quererse demasiado.
Por sus obras les conocer¨¦is.
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