Viva la diva
Luz Casal Palacio de Congresos. Valencia, 21 de enero de 2000.
"?Qu¨¦ pasada de banda!", exclam¨® una espectadora hacia el meridiano del concierto. No le faltaba raz¨®n. Luz Casal sabe escoger bien sus colaboradores (Pedro Ayres de Madredeus, el cantautor portugu¨¦s Rui Veloso o la componente de Vainica Doble Carmen Santonja son algunos de los que han echado una mano en la elaboraci¨®n de su ¨²ltimo disco, Un mar de confianza) y rodearse de excelentes profesionales de pago sobre el escenario capaces de bordar con igual naturalidad y precisi¨®n un sentido bolero como un rock a la vieja usanza. Si es profesionalidad y un intachable espect¨¢culo para todos los p¨²blicos -deliberadamente despojado, eso s¨ª, de la rabia, espontaneidad, actitud, rebeld¨ªa e imperfecci¨®n que requiere una verdadera sesi¨®n de rock and roll-, resulta imposible hacerle un solo reproche. Si eso es verdaderamente lo que persegu¨ªa, ya puede darse por satisfecha. Luz ha llegado a la cima y, enterrado ya definitivamente un pasado en el que se codeaba de igual a igual con bandas como Le?o y a¨²n despertaba simpat¨ªas entre los chicos del barrio, se ha convertido en la reina del pop rock de orientaci¨®n adulta y vocaci¨®n comercial. Alrededor de medio mill¨®n de copias vendidas de su ¨²ltimo ¨¢lbum, su ins¨®lito ¨¦xito en un mercado tan complicado como el franc¨¦s gracias al recopilatorio Luz Casal y una triunfal gira espa?ola que arranc¨® a mediados de enero tras recorrer Europa a finales del pasado a?o, avalan su indiscutible categor¨ªa de estrella. Viva la diva, pues.Otra cosa es el inter¨¦s real de una propuesta que hace aguas, donde otros -es decir, los fans- s¨®lo ven virtudes. "Vamos a tocar un ratito m¨¢s, hasta que la voz se resienta", dijo, entre acaloradas ovaciones y aplausos, al inicio de los bises. Nadie pareci¨® darse cuenta -o, quiz¨¢, es que ha llegado a ese nivel en el que todo se le disculpa- de que su voz ya hab¨ªa comenzado a flaquear desde el principio del espect¨¢culo. L¨®gico, el ajetreo y esfuerzo de las giras siempre pasan factura. No hab¨ªa que forzar demasido el o¨ªdo para descubrir ciertas grietas en su garganta -ya limitada de por s¨ª, aunque, todo hay que reconocerlo, bien aprovechada en el estudio de grabaci¨®n- que afearon algunos de esos baladones dram¨¢ticos (Mi confianza, Sentir o Lo eres todo) con los que consigue poner los pelos de punta a sus seguidores. Tampoco faltaron, claro, algunas de esas muestras de colegueo -o sentido agradecimiento y humildad hacia su parroquia valenciana, seg¨²n se quiera interpretar- que tanto encanta a unos como irrita al resto; al presentar Besar¨¦ el suelo (por aquello de que fue compuesta por Carlos Go?i) o Entre mis recuerdos ("Cuando hace cinco a?os, en la presentaci¨®n de mi anterior disco en Valencia, lleg¨® el momento de cantar esta canci¨®n, que s¨®lo llevaba dos semanas sonando en la radio, la recib¨ªsteis de una manera tan sorprendente que todav¨ªa os tengo que seguir dando las gracias cinco a?os despu¨¦s", explic¨®). Detalles estos -o lo sonrojante que sigue sonando un tema como Rufino o el escaso feeling que transmite cuando se pone en plan rockero: Loca o Plantado en mi cabeza- sin demasiada importancia. Ella se siente bien as¨ª y su p¨²blico tambi¨¦n. ?Qu¨¦ m¨¢s se puede -o debe- pedir?
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