"La ¨²ltima persecuci¨®n religiosa", seg¨²n los obispos
"La ¨²ltima persecuci¨®n religiosa en Espa?a". As¨ª define la Conferencia Episcopal Espa?ola (CEE) lo sucedido entre 1931 y 1939, es decir, los a?os de la II Rep¨²blica y la guerra civil desatada tras el golpe de Estado de 1936, encabezado por Franco con el inequ¨ªvoco apoyo de la jerarqu¨ªa cat¨®lica.Seg¨²n la CEE, con datos del arzobispo de M¨¦rida-Badajoz, Antonio Montero, "entre el 18 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939 fueron martirizadas 6.832 personas, de las cuales 4.184 pertenecen al clero secular, 12 son obispos, uno administrador apost¨®lico, 2.365 religiosos, 238 religiosas y varios seminaristas".
Juan Pablo II ha colocado en el santoral a m¨¢s personas que todos sus siete predecesores en el siglo juntos, rompiendo adem¨¢s el ritmo de los procesos, que antes se prolongaban en largos tr¨¢mites de contradicci¨®n y que ahora se cierran en pocos a?os tras la muerte del encausado. Casi la mitad de los beatos y santos de la historia de la Iglesia han sido creados por Juan Pablo II, pero no es probable que este Papa, u otro que le suceda con iguales criterios, vaya a satisfacer la apabullante demanda de los obispos espa?oles.
La cosecha es grande
En el martirologio de la guerra civil ya figuran los primeros santos, una categor¨ªa a la que accedieron los m¨¢rtires de Tur¨®n (Asturias) el pasado 21 de noviembre. Se trata de ocho religiosos de La Salle y un pasionista fusilados en esa localidad minera en 1934. Fueron beatificados el 29 de abrir de 1990, una vez aprobado su martirio, y nueve a?os m¨¢s tarde ya son santos tras aceptar Juan Pablo II el milagro atribuido a su intercesi¨®n sobre una joven nicarag¨¹ense.
Ning¨²n representante del Ejecutivo (socialista) del Principado de Asturias viaj¨® a Roma para esas ceremonias, pero s¨ª lo hizo el vicepresidente del Gobierno espa?ol, Rodrigo Rato, del Partido Popular. Consciente de esas dos sensibilidades ante una misma tragedia, el Papa, antes de la apolog¨ªa de los santificados, a los que propuso como "hombres de reconciliaci¨®n", aludi¨® a pasados tiempos de divisi¨®n fratricida. No hubo m¨¢s.
La canonizaci¨®n, ¨²ltimo paso en un proceso de santidad, es el acto por el cual el Papa decreta que un beato sea puesto en el canon de los santos y se le venere en la Iglesia universal. Supone, seg¨²n la Iglesia, la certeza moral de que el canonizado est¨¢ en el cielo y es, a su vez, propuesto como modelo de vida cristiana y como intercesor.
La canonizaci¨®n es un acto posterior a la beatificaci¨®n, donde el culto del proclamado beato no es universal, sino local, y ha de estar precedida por un milagro obrado por la intercesi¨®n del postulado y un examen de las virtudes heroicas del referido candidato.
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