Un espect¨¢culo de magia y misterio
Una tesis universitaria que a¨²n no ha concluido sobre las formas de diversi¨®n y los espect¨¢culos en la Sevilla del siglo XIX llev¨® a Roc¨ªo Plaza Orellana, una sevillana de 29 a?os, a interesarse por la flamencolog¨ªa. Tras dos a?os escarbando en bibliotecas, archivos y hemerotecas gracias a una beca del XXIV Congreso de Arte Flamenco de Sevilla, Plaza, que imparte clases en la Escuela de Arte Dram¨¢tico de C¨®rdoba, ha publicado El flamenco y los rom¨¢nticos. Un viaje entre el mito y la realidad, en la Colecci¨®n investigaci¨®n de la Bienal de Flamenco, un trabajo en el que rastrea las huellas de este arte a trav¨¦s de la mirada y el testimonio de los rom¨¢nticos que visitaron Andaluc¨ªa el siglo pasado.A la autora, que se ha valido de los libros de viajes y las memorias de Alejandro Dumas, Th¨¦ophile Gautier, George Dennis o Richard Ford, entre otros extranjeros que dejaron constancia escrita de sus impresiones de Andaluc¨ªa, le interesaba investigar las circunstancias sociales que generaron y transformaron unas formas musicales populares que desde mediados del XIX se conoce como flamenco. "Hay estudiosos que sostienen que el flamenco tal y como lo conocemos surge a mediados del siglo pasado, pero yo creo que es resultado de unos cantes y bailes anteriores, de una evoluci¨®n. En 1750 ya exist¨ªa el flamenco" afirma Plaza. "Considerar que aparece espont¨¢neamente en la segunda d¨¦cada del siglo XIX no tiene sentido. Se puede rastrear much¨® m¨¢s all¨¢ de lo que se piensa".
El problema de Plaza y de cualquier flamenc¨®logo es la escasez de fuentes documentales anteriores a ese momento, cuando el flamenco sale de la intimidad de las casas y de los entreactos de la comedias en los teatros para conformarse en espect¨¢culo independiente. "Los libros de los viajeros son la fuente principal para acercarse a la descripci¨®n de esos bailes y cantes", contin¨²a la investigadora, que se?ala que una las causas de esa ausencia de fuentes documentales es la prohibici¨®n de comedias, bailes y cantes en Sevilla hasta 1795 y la no consideraci¨®n de cierta manifestaciones populares como espect¨¢culo. "Antes de 1850 no hab¨ªa academia ni se pod¨ªa pod¨ªa bailar en teatros. Es durante las d¨¦cadas rom¨¢nticas cuando el flamenco alcanza esa independencia y se ofrece en locales especializados en los que se cobra la entrada", a?ade.
Pero Plaza, que opina en los estudios de flamencolog¨ªa hay mucho que decir todav¨ªa ("Es preciso abrir la concepci¨®n del flamenco, son necesarias nuevas lecturas y nuevas interpretaciones, porque hay muchas ideas preconcebidas", sostiene), ha tenido que separar el mito de la realidad, el grano de la paja, investigando sobre los lugares tanto p¨²blicos como privados en que se produc¨ªan esas exhibiciones espont¨¢neas del arte popular, entre 1750 y 1868: el teatro, las calles, plazas, caf¨¦s y tertulias.
"Una vez quitado lo que sobra te das cuenta de lo que es importante. Nadie ve como el de fuera. Lo que le sorprende a ellos a lo mejor a nosotros no. En esa sorpresa est¨¢ el documento", afirma Plaza, que se muestra convencida de que nuestra visi¨®n del flamenco proviene de estos rom¨¢nticos: "Los viajeros fueron imprescindibles para que el flamenco se considerara un espect¨¢culo. Ellos dieron un impulso definitivo a su consolidaci¨®n. Sin su entusiasmo, que ayud¨® a que aquellos bailes empezaran a entrar en los teatros, tal vez el flamenco no ser¨ªa lo que es hoy y se hubiera quedado en la marginalidad en la que se movi¨® hasta entonces".
Aquellos rom¨¢nticos, ve¨ªan, sobre todo en los bailes, un espect¨¢culo original, puro y espont¨¢neo, no contaminado por la modernidad. "Ten¨ªa magia y misterio, que era lo que ellos buscaban. En el flamenco encontraron algo nuevo. Nosotros somos herederos de su visi¨®n. Vemos igual que ellos: le pedimos misterio, duende y magia. Ellos fueron los primeros".
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