Londres afloja, Roma aprieta
La relajaci¨®n can¨®nica del anglicanismo coincide con un endurecimiento de los procesos cat¨®licos de nulidad, propuesto por Juan Pablo II. Pero no es la primera vez que, en cuestiones de matrimonio, Roma va en la direcci¨®n contraria de Londres. Al fin y al cabo, el cisma de los anglicanos naci¨® en el siglo XVI de un divorcio, el de Enrique VIII y la espa?ola Catalina de Arag¨®n, y la posterior boda del rey con Ana Bolena.Ni el Papa puede anular un matrimonio si se ha consumado. Esta doctrina es antigua, pero la flexibilidad con que algunos tribunales eclesi¨¢sticos acceden a las anulaciones oblig¨® a una en¨¦rgica intervenci¨®n de Juan Pablo II. "Demasiados matrimonios anulados", clam¨® el pasado viernes despu¨¦s de denunciar "la mentalidad divorcista" de la sociedad moderna.
La prensa italiana, al d¨ªa siguiente, se hac¨ªa eco del clamor papal, pero fue m¨¢s all¨¢ de lo que hubiera querido el Vaticano. "El Papa reprender¨¢ a los jueces de los tribunales diocesanos", titul¨® el peri¨®dico La Stampa del s¨¢bado d¨ªa 22. Y el Corriere della Sera, a cuatro columnas, anunciaba: 'El Papa condena el divorcio cat¨®lico'. Este diario cerraba su informaci¨®n contando lo que cuesta a los italianos una causa de nulidad tramitada por la Iglesia: unas 800.000 pesetas.
El Papa considera a la familia como la expresi¨®n fundamental de la naturaleza social del hombre. "Entre los numerosos caminos, la familia es el primero y el m¨¢s importante", escribi¨® en 1994 en su ya famosa Carta a las familias, que rebos¨® material del G¨¦nesis. "Sed fecundos y multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla. Var¨®n y mujer los cre¨®", cit¨® antes de acudir al Nuevo Testamento para proclamar la indisolubilidad del v¨ªnculo. "Ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios uni¨® no lo separe el hombre".
Pero lo bien atado tambi¨¦n se puede desatar. El C¨®digo de Derecho Can¨®nico prev¨¦ varios motivos de nulidad matrimonial, entre otros, los de un matrimonio no consumado; la violencia y el miedo para su celebraci¨®n; los vicios de consenso (casarse con reservas sobre la indisolubilidad, el deber de procreaci¨®n o el de fidelidad: el ejemplo t¨ªpico es el de la princesa Carolina de M¨®naco, considerada inmadura en el momento en que dio su consentimiento a Philippe Junot); el dolo (el enga?o de uno de los contrayentes para conseguir que el otro se case); el error en la persona (cuando se han dado falsas expectativas o se ocultan caracter¨ªsticas personales, como el sida o la homosexualidad); la simulaci¨®n (cuando una persona se casa sin convicci¨®n), y la forma (cuando no se ha respetado lo ordenado por la Iglesia para la celebraci¨®n del matrimonio).
El C¨®digo de Derecho Can¨®nico ha tenido sus enmiendas. En 1986 se reform¨® un canon para afirmar que, para que un matrimonio se considere consumado, es necesario que el coito se realice "humano modo", es decir, de forma humana. El Vaticano cree que jueces de manga ancha acuden a ese canon para despachar con rapidez muchas anulaciones.
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