Premios
JOS? LUIS FERRIS
La autoestima de cada uno necesita alimentarse con la misma regularidad que requiere el organismo para subsistir. Es una cuesti¨®n de nutrici¨®n que afecta a los estados del alma y cuya carencia puede acarrear consecuencias irreversibles. La mayor¨ªa de nuestros actos exige de los dem¨¢s una dosis de gratitud o de reconocimiento que nos sirva de est¨ªmulo y que nos permita experimentar en nuestra propia carne, al menos de vez en cuando, ese suced¨¢neo de felicidad que proporciona la palmadita en la espalda, el aplauso o el beso en el momento justo. El premio ha sido la moneda universal de la que se han valido los humanos para expresar el agradecimiento y pagar de un modo simb¨®lico el esfuerzo o los m¨¦ritos de quienes presuntamente lo merecen. Sin embargo, en este sentido ha habido todo tipo de desprop¨®sitos, de ingratitud y de fraude.
No pienso remitirme a casos de flagrante desd¨¦n o de pura descortes¨ªa con aquellos mortales que se fueron de este mundo sin que la humanidad reconociera su talento o su impagable aportaci¨®n a las artes y la ciencia. La lista alcanzar¨ªa proporciones inimaginables. Pero tambi¨¦n, y por la ley del p¨¦ndulo, debemos situarnos en el lado opuesto, es decir, en el de aqu¨¦llos que en un momento impensado de su vida han sufrido de golpe el peso de la gloria, el agasajo multitudinario y los galardones en serie. El ejemplo m¨¢s cercano lo tenemos en Pedro Almod¨®var. Hasta hace bien poco era un cineasta sin m¨¢s reconocimiento oficial que el de su p¨²blico. La popularidad de sus pel¨ªculas tra¨ªa sin cuidado a m¨¢s de un cr¨ªtico y al conjunto de jurados de academias y festivales. Pero de pronto y por no se sabe qu¨¦ caprichos del azar, Todo sobre mi madre, su ¨²ltima pel¨ªcula (y en mi opini¨®n, no de las mejores de su filmograf¨ªa) le catapulta al cielo de los elegidos y le convierte en el director m¨¢s premiado de nuestro cine con amplias aspiraciones a varios ?scar de Hollywood.
Del olvido a la gloria s¨®lo hay un paso. Lo importante es darlo en la direcci¨®n adecuada y saber encajar los antojos del destino. La autoestima de Almod¨®var puede sufrir un ataque de hipernutrici¨®n y tampoco es para tanto.
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