La gran embarcada
El portavoz del Gobierno vasco ha indicado que el pacto con EH s¨®lo se reactivar¨¢ si hay un "desmarque y desaprobaci¨®n" de los atentados de ETA. Se discute sobre si es imprescindible la palabra "condena" y sobre el grado de contundencia pros¨®dica necesario para dar por bueno tal desmarque. Entretanto, el lehendakari buscar¨¢ apoyos alternativos en otras fuerzas. Pero, si PP y PSOE no aceptan, todav¨ªa podr¨ªa requerirse el respaldo puntual de EH, seg¨²n Arzalluz.Es todo bastante absurdo. Si HB quisiera desmarcarse de ETA, ya lo habr¨ªa hecho: en el momento de anunciarse el fin de la tregua o, como m¨¢ximo, tras el atentado. Si lo ha evitado es porque las cosas son como parecen: EH sigue siendo el brazo pol¨ªtico de ETA. Las ponencias para su Asamblea de febrero son la traducci¨®n de los planteamientos y propuestas (estramb¨®ticas) de ETA: que gracias a la lucha armada se ha conseguido que los otros nacionalistas renuncien al autonomismo, y que eso permite iniciar un proceso constituyente conjunto en Euskadi, Navarra y el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s. La cuesti¨®n, por tanto, no es la entonaci¨®n de Otegi, sino si el PNV est¨¢ dispuesto a mantener los pactos que s¨®lo la tregua hizo posibles, una vez rota ¨¦sta.
Lo m¨¢s dif¨ªcil de entender es el empe?o de la direcci¨®n del PNV por hacer aprobar su propuesta soberanista, de la que se deduce forzosamente una estrategia de frente nacional con HB, a sabiendas de que estaba a punto de producirse un atentado de ETA que har¨ªa casi imposible mantener esa alianza. No se entiende, excepto si de lo que se trataba era precisamente de cortarse la retirada, haciendo irreversible la opci¨®n tomada. Pero, entonces, quienes han forzado esa decisi¨®n han sido unos irresponsables: han colocado a su partido en una situaci¨®n imposible, vinculando su destino al de ETA y sin una salida alternativa f¨¢cil despu¨¦s de haber aprobado el giro ideol¨®gico en la Asamblea Nacional y por unanimidad.
?Qu¨¦ puede haber motivado ese comportamiento? El 30 de noviembre de 1995, en el restaurante Lhardy, de Madrid, Egibar se reuni¨® con un grupo de periodistas. Los asistentes no habr¨¢n olvidado la reflexi¨®n del portavoz nacionalista sobre la trampa de quienes planteaban el problema en t¨¦rminos de dem¨®cratas contra violentos. De haber seguido ese planteamiento -el del Pacto de Ajuria Enea-, el resultado habr¨ªa sido "un enfrentamiento entre nacionalistas del que se habr¨ªan beneficiado los espa?olistas", dijo textualmente Egibar aquel d¨ªa de San Andr¨¦s.
A?o y medio despu¨¦s se produc¨ªa la explosi¨®n ciudadana de Ermua contra ETA y HB. Esa movilizaci¨®n hizo veros¨ªmil la pesadilla de Egibar. Lo que all¨ª se jugaba no era para la direcci¨®n del PNV el riesgo de un enfrentamiento civil -algo que ya ven¨ªa ocurriendo-, sino de un enfrentamiento entre nacionalistas: que los nacionalistas dem¨®cratas actuaran m¨¢s como lo segundo que como lo primero e hicieran frente a aqu¨¦llos a los que Ardanza hab¨ªa llamado "c¨®mplices" de los asesinos. Esa pesadilla no hab¨ªa dejado de precisarse en los meses anteriores. En 1995 se produjeron 84 ataques contra sedes de partidos y propiedades de afiliados, y otros 241 en los dos a?os siguientes. Pr¨¢cticamente la mitad de esas agresiones lo fueron contra batzokis y bienes de militantes del PNV. Son inolvidables las valerosas reacciones de alcaldes nacionalistas como los de Hernani, Azkoitia, Ibarra, Zizurkil. Pero la conclusi¨®n de los Egibar fue que hab¨ªa que llegar a un acuerdo con ETA a cualquier precio para evitar que la persistencia de la violencia provocase una ruptura irreparable en el interior de la comunidad nacionalista.
La f¨®rmula, renunciar al autonomismo y pasarse al soberanismo, es conocida, y tambi¨¦n sus resultados: ETA sigue en la brecha, y tambi¨¦n la kale borroka, aunque ahora s¨®lo contra los no nacionalistas; entretanto, se ha roto Ajuria Enea y el consenso estatutario, y HB ha pasado de suponer el 27% del voto nacionalista al 37%. Se dice que eso demuestra la generosidad de un partido que supo arriesgar por la paz. Intentar alcanzar el objetivo m¨¢ximo nacionalista con el pretexto de que es la llave de la paz, y con un planteamiento que excluye a la mitad no nacionalista de la poblaci¨®n, no es generosidad sino ventajismo. El resultado ha sido perder barcos y honra. ETA le ha dado al PNV una embarcada monumental; pero tambi¨¦n se la han dado a su partido los dirigentes que se apuntaron alegremente a esa aventura.
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