Realidad y surrealidad
Despues de dos a?os de hecha y estrenada, no hay que arriesgar mucho al decir que Barrio es una de las pel¨ªculas espa?olas m¨¢s vivas, m¨¢s singulares, inteligentes y bien construidas de cuantas se han realizado en el cine espa?ol en la d¨¦cada de los a?os noventa, pese a que esta d¨¦cada lleva dentro una de las m¨¢s fruct¨ªferas cosechas de pel¨ªculas conocidas en Espa?a.Barrio despert¨® reacciones encontradas, aunque abundaron m¨¢s las favorables, a ra¨ªz de su estreno, pero obtuvo un casi un¨¢nime apoyo de los cronistas y los cr¨ªticos de cine, que se prolong¨® en un refrendo m¨¢s que notable del p¨²blico y en la sanci¨®n del triunfo de su escritor y director, Fernando Le¨®n, en el Festival de San Sebasti¨¢n y en los Premios Goya. Pero ¨¦stos y otros reconocimientos no agotan, como hay veces que ocurre, el alcance de la pel¨ªcula; no la convierten en una pieza agotada, ya vista, de museo, sino que contribuyen a mantenerla viva y, en realidad, in¨¦dita, porque Barrio es de esas raras obras que se ve por primera vez al volver a verla.
Su estreno en televisi¨®n permite as¨ª renovar frente a ella, con frescura, la mirada inicial. Es Barrio un alarde de cine de ficci¨®n arrastrado por la l¨®gica del cine de documento. Pero no hay que detenerse ante esta evidencia, porque vi¨¦ndola se puede ir un poco m¨¢s all¨¢ y extraer de algunos de los rincones del verismo sombr¨ªo de la realidad explorada por la pantalla (ese amargo barrio o el brote en ¨¦l hacia la busca de la libertad de cuatro vidas en forma de estallido y de floraci¨®n) un poderoso toque de bella y confortadora poes¨ªa surreal, lo que convierte a este peque?o, casi ¨ªntimo, templo del realismo cinematogr¨¢fico actual en una refinada, casi delicada obra de arte, de inesperado vigor l¨ªrico.
Escenas de formidable poder documental y tr¨¢gico, situadas en filo del horror y el absurdo, como el descenso al infierno de la hero¨ªna, donde se pudre lo que queda de su hijo, de Francisco Algora, que hace en Barrio una peque?a interpretaci¨®n eminente, quedar¨¢ como uno de los instantes mayores del cine reciente.
Y no hablo ¨²nicamente del que se hace en Espa?a, sino del cine europeo en su conjunto, hoy embarcado, como este hondo y apasionante filme, en la aventura del rescate de la realidad como surrealidad o, si se quiere, de la verdad como estadio superior de la imaginaci¨®n. Es la verdad la gran protagonista de Barrio, la dolorosa, amarga, ancha, inabarcable verdad oculta detr¨¢s de la c¨¢scara de riqueza en que se refugia la mentira reinante en la Espa?a de ahora mismo.
Es Barrio un filme hermoso, duro, tierno, amargo, vivo, libre, nuestro, indispensable.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.