?S¨®lo pasan 'tres v¨ªas' o cabe una cuarta?
Contra lo que dicen algunos, EL PA?S es un peri¨®dico abierto a todas las v¨ªas del di¨¢logo democr¨¢tico. Aunque muestre preferencia por la tercera v¨ªa, esto debe interpretarse como un subproducto de su "modernidad" como principio inspirador. Podr¨ªa incluso leerse como una vocaci¨®n "mayoritaria" de un peri¨®dico que no s¨®lo busca ganar cuotas de mercado (como cualquier empresa capitalista), sino contribuir a la formaci¨®n de pensamiento de un pa¨ªs, como Espa?a, necesitado de ¨¦l. Aun sin negar, por tanto, esta preferencia de la tercera v¨ªa, me voy a fijar en la presencia en sus p¨¢ginas de los puntos de vista de la primera y la segunda v¨ªas.Entre los partidarios de la primera destaca Carlos R. Braun, que se queja del escaso acceso que tiene a EL PA?S, pero a menudo desde las p¨¢ginas de este peri¨®dico. Braun ha publicado recientemente un libro a base de art¨ªculos ya publicados en distintos medios, entre los que se cuentan seis de EL PA?S y dos de CLAVES (entre mayo de 1995 y diciembre de 1998) que reflejan sus ideas neoliberales. Aparte de no estar solo en esta l¨ªnea, pues el 10-7-99 se inclu¨ªa nada menos que un art¨ªculo de M. Friedman que aseguraba que "no hay una tercera v¨ªa al mercado", y conclu¨ªa que "existen pocas reglas para superar la tiran¨ªa de lo establecido", pero una muy clara: "Si se va a privatizar o eliminar la actividad de un Estado hay que hacerlo del todo"; es decir, que "no se debe plantear la privatizaci¨®n parcial o la reducci¨®n parcial del control estatal". Otro ejemplo lo da J. M. Ridao (28-12-1999), pues, al insistir en que el proceso de globalizaci¨®n ha sufrido un serio rev¨¦s en Seattle, se pregunta, apoy¨¢ndose en una inteligente lectura de Hayek, si "estamos absolutamente seguros de que la globalizaci¨®n deriva de una l¨®gica liberal, y no de una l¨®gica distinta, que en el fondo niega y contradice la anterior".
En cuanto a la segunda l¨ªnea, L. Sebasti¨¢n, S. Na?r o F. F. Buey la muestran a menudo en estas p¨¢ginas. Por ejemplo, el primero nos invitaba a "repensar la segunda v¨ªa" (6-6-99), "o sea, el socialismo como alternativa al capitalismo", que, seg¨²n ¨¦l, "surgi¨® de la necesidad hist¨®rica de repartir de una manera m¨¢s equitativa los beneficios de la revoluci¨®n industrial". ?l cree que el socialismo "trata de ser una respuesta a la doble cuesti¨®n de la distribuci¨®n y de la desigualdad" y apuesta por una segunda v¨ªa que "tendr¨ªa que dirigirse a hacer m¨¢s equitativa la distribuci¨®n de la riqueza y el ingreso, y asegurar una mayor igualdad en las condiciones de vida de todos los ciudadanos". El problema que veo en su propuesta -"En principio se podr¨ªa socializar la gesti¨®n de los recursos sin socializar la propiedad de los mismos", de forma que, "en el mundo moderno, la gesti¨®n social de los recursos podr¨ªa ser compatible con la propiedad privada" y "los accionistas podr¨ªan seguir percibiendo los r¨¦ditos"- es que no est¨¢ clara la diferencia con el neoliberalismo de Braun, pues, tal y como lo define Sebasti¨¢n, su propuesta parece una descripci¨®n de la forma de funcionar del capitalismo, aunque ¨¦l prefiera llamarlo "socialismo descentralizado" o "amigo", un socialismo que, seg¨²n ¨¦l, se pide "por favor".
M¨¢s recientemente, EL PA?S acog¨ªa tambi¨¦n al franc¨¦s Sami Na?r, denunciando que, "en la ¨¦poca de la tercera v¨ªa, la derecha est¨¢ cada vez m¨¢s en la izquierda" (17-12-99), y criticando al canciller Schr?der, por haber declarado en Le Monde (20-11-99) que no cre¨ªa "que sea ya deseable una sociedad sin desigualdades". Tras matizar que ning¨²n socialista serio ha confundido jam¨¢s "la igualdad" con "el igualitarismo est¨²pido y primario", Na?r recuerda los malos resultados electorales de los partidos europeos de la tercera v¨ªa, afirmando que el p¨²blico prefiere "el original (el pensamiento de una derecha afirmado sin ambages) a la copia (el pensamiento de una izquierda que se sit¨²a en las filas de la derecha sin decirlo abiertamente)". J. Sevilla responde a Na?r con un art¨ªculo (28-12-99) que retoma la frase de Indalecio Prieto -"socialista, a fuer de liberal"-, pregunt¨¢ndose hasta qu¨¦ punto el discurso socialdem¨®crata puede presentarse hoy "como antiliberal o debe, m¨¢s bien, ser posliberal". Seg¨²n ¨¦l, el reto de la izquierda europea es saber c¨®mo extender los derechos pol¨ªticos al campo de los derechos sociales, y para ello debe seguir una estrategia "posliberal" que d¨¦ respuesta, parad¨®jicamente, a la pregunta de c¨®mo organizar el comunismo, ya que, en su opini¨®n, de lo que se trata es de "c¨®mo conseguir, de manera eficiente y efectiva, que cada uno aporte a la sociedad de acuerdo con sus capacidades personales y que cada uno reciba seg¨²n sus necesidades b¨¢sicas, socialmente determinadas".
Curiosamente, el mismo d¨ªa en que aparec¨ªa ¨¦se, aparec¨ªa otro de Jos¨¦ M? Mendiluce; y ese mismo d¨ªa recib¨ªa yo el ¨²ltimo n¨²mero de la revista de la Federaci¨®n de Ense?anza de CC OO, que inclu¨ªa otro de este autor sobre El pensamiento alternativo. Mendiluce apuesta en ¨¦ste por "construir una tercera izquierda", ya que "nada hay m¨¢s acient¨ªfico que los an¨¢lisis lamentables de la izquierda testimonial y la renuncia a los cambios de la pragm¨¢tica" (o sea, las dos izquierdas tradicionales). Sin embargo, al resumir Mendiluce recupera el discurso "segundista" contra el ultraliberal, pues -asegura- lo que hay que hacer es "volver a colocar la pol¨ªtica en el puesto de mando y salvar la democracia herida".
Este embridamiento del mercado por parte de la pol¨ªtica es un mensaje que repite con frecuencia la Internacional Socialista, donde conviven partidarios de la segunda y de la tercera v¨ªa. En el art¨ªculo en EL PA?S, reci¨¦n elegido presidente de Greenpeace (Green, peace: Greenpeace), Mendiluce aclara algunas cosas del otro art¨ªculo, como que la ecolog¨ªa est¨¢ ausente "de la pol¨ªtica y de la econom¨ªa", por lo que, en vez de embridar a la econom¨ªa con el control pol¨ªtico, prefiere hablar ahora de "cuestionar lo pol¨ªtico y lo econ¨®mico con una nueva l¨®gica ecol¨®gica". En cuanto a la tercera izquierda "utilizadora de las nuevas tecnolog¨ªas", a la que se refer¨ªa en el otro art¨ªculo, aclara que la nueva generaci¨®n de ciudadanos, cansada de "ret¨®ricas", prefiere "la postal reivindicativa o el e-mail solidario a la asamblea previsible o la reuni¨®n conspirativa". Por eso se alegra de lo acontecido en Seattle, con ocasi¨®n de la cumbre de la OMC, y promete actuar desde Greenpeace como un "catalizador de esfuerzos e iniciativas rebeldes, concretas, locales y globales" que vayan m¨¢s all¨¢ de "la b¨²squeda del beneficio como ¨²nico horizonte".
Otro ejemplo de defensa de la segunda v¨ªa lo ofrece F. Buey en su respuesta al art¨ªculo de L¨®pez Garrido en que ¨¦ste, a la pregunta sobre "el futuro de los partidos comunistas", asegura que "el comunismo no es reformable; los PC, s¨ª" (27-6-99). Buey declara: "Decir que los partidos comunistas existentes deben disolverse o cambiar de nombre o de naturaleza no es un argumento sobre el futuro de los partidos comunistas", pues "si lo que se pide es su desaparici¨®n como tales, no hay futuro", y "nadie tiene derecho a exigir la muerte de otro y a sermonearle al mismo tiempo sobre su futuro". Y concluye que "hay al menos una raz¨®n moral para no escuchar el 'disu¨¦lvanse' de la guardia civil intelectual del momento: es Hamlet quien tiene que decidir sobre su ser o no ser".
Por su parte, Estefan¨ªa critica frecuentemente a la tercera v¨ªa, como cuando la denunci¨® como "pensamiento ¨²nico" (EL PA?S, 25-7-99). O el prestigioso Birnbaum, en su De Florencia a Seattle, expone que "lo que est¨¢ claro es que la Tercera V¨ªa, como un intento de Blair y Clinton de organizar una capitulaci¨®n honrosa por parte de los Gobiernos democr¨¢ticos ante el mercado, no conduce a ninguna parte" (20-12-99). En cambio, El Roto nos recuerda que "todas las terceras v¨ªas llevan a Wall Street" (21-12-99). Por ¨²ltimo, los propios periodistas de EL PA?S no dejan de ser cr¨ªticos, desde la izquierda, con la tercera v¨ªa. As¨ª, por ejemplo, O. M., desde Par¨ªs, comenta, con ocasi¨®n de la cumbre socialista de Buenos Aires (27-6-99) que Jospin no quiso firmar el famoso manifiesto de Blair y Schr?der, pero que, "no obstante, Jospin, que form¨® Gobierno con el apoyo de los comunistas", ha "privatizado en dos a?os m¨¢s empresas que los dos ex primeros ministros conservadores Jupp¨¦ y Balladur en cuatro".
Est¨¢ claro, por tanto, que las tres v¨ªas est¨¢n bien representadas en EL PA?S, porque son manifestaciones distintas de los planteamientos democr¨¢ticos contempor¨¢neos. El problema estriba precisamente en esto de la contemporaneidad, porque nos puede dejar fuera a los que vivimos a caballo entre el pasado y el futuro, sin pisar el suelo de la realidad presente, flotando en nuestra ucr¨®nica utop¨ªa. Confesado mi pecado, agrego que s¨®lo querr¨ªa tener la oportunidad de publicar varias preguntas en EL PA?S, ya que otras veces no he podido: ?qu¨¦ se ha hecho de quienes no creen en esta democracia porque, como se dec¨ªa antes, piensan que es una simple democracia burguesa, formal, sin contenidos reales? ?Queda alguno aparte de m¨ª? ?Tienen cabida en el di¨¢logo democr¨¢tico con las otras tres v¨ªas? ?Cabe pensar que representan una cuarta v¨ªa que comienza a expresarse en el presente, o m¨¢s bien que est¨¢ condenada a esperar que el futuro se haga m¨¢s presente para que estas esperanzas de publicaci¨®n se conviertan en realidad? ?Significar¨¢ la publicaci¨®n de un art¨ªculo como ¨¦ste que est¨¢ comenzando a abrirse esa nueva v¨ªa, y no s¨®lo en EL PA?S?
Diego Guerrero es profesor titular de Econom¨ªa Aplicada V en la Universidad Complutense.
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