UN CERTAMEN EN CUESTI?N Fitur ANDR?S GARC?A RECHE
Otro a?o que se nos va Fitur, ese magno acontecimiento internacional, marco incomparable del turismo, crisol de razas y culturas, a la que acuden cientos de pa¨ªses, miles de regiones y millones de municipios, buscando todos, justo en ese preciso momento, que el mundo mundial se interese por ellos. O sea, para que nos entendamos, es como si usted estuviera participando en la marat¨®n de Nueva York y pretendiera saludar a su madre, que vive en Tavernes, por la tele. Ya le digo. Y miren que hay d¨ªas al a?o para hacer promociones. Pues no, tiene que ser en Fitur donde hay que hacerlas todas, y a la vez.Por supuesto que Ifema, la feria de Madrid, est¨¢ encantada, ?menudo negocio! Y nosotros, como somos los mejores, ?alguien lo duda?, hemos concurrido con el stand m¨¢s grande; que no se diga. Sumen el dinero que se emplea en Fitur por todos los conceptos y comp¨¢renlo con otros usos alternativos de promoci¨®n; no tiene color, lo sabe todo el mundo que sabe de esto; como tambi¨¦n sabe que de lo que se trata, en realidad, es de financiar unas breves, pero bien merecidas vacaciones, para alcaldes, concejales y dem¨¢s responsables de su entorno, estresados como est¨¢n ellos por la tan dura y callada labor cotidiana en esta ardua tarea de contentar a los turistas.
Entonces, se preguntar¨¢n ustedes, en su candorosa ingenuidad, ?por qu¨¦ siempre parece un ¨¦xito sin precedentes la asistencia a Fitur?; pues, en primer lugar, porque no existe forma humana de medir su impacto real, y por tanto se puede decir lo que se quiera, sin temor alguno a ser contradicho; pero, en segundo lugar, porque hay una especie de extra?a complicidad entre los implicados en el asunto: los pol¨ªticos locales porque siguen creyendo todav¨ªa que una feria de turismo significa una feria para hacer turismo, y se van encantados con nuestro dinero y toda la parentela pol¨ªtica; pero tambi¨¦n algunos corresponsales de los medios de comunicaci¨®n, hartos como est¨¢n de arrastrarse por la mediocridad pol¨ªtica local y de aguantar al redactor jefe, a los que una semanita en Madrid les viene de perlas, para relajarse. ?Que hay que enviar cr¨®nicas inflamadas de amor patrio todos los d¨ªas para que las lean en su pueblo, en la secci¨®n de comarcas?, pues las env¨ªan, si a fin de cuentas no molestan a nadie.
Claro que, a veces, en medio de la vor¨¢gine, alg¨²n periodista termina diciendo en las cr¨®nicas cosas como que la paella es uno de los platos m¨¢s caracter¨ªsticos de la Espa?a verde; pero eso no es culpa suya, los tienen tan atiborrados de almuerzos y cenas, presentaciones nocturnas, y dem¨¢s actividades l¨²dicas, que acaban mareados, sin saber muy bien si los oficiantes provienen del stand de Valencia o del de Asturias.
Por no hablar del turoperador (siempre hay, al menos, un turoperador ingl¨¦s y a veces otro alem¨¢n, para dar la impresi¨®n de que la feria es, en efecto, internacional) al cual llevan de un sitio para otro, encantado por su parte, todo hay que decirlo, porque, como su empresa ya ha cerrado la temporada y no tiene otra cosa que hacer, acude a Madrid, dej¨¢ndose agasajar por unos y por otros, buscando, eso s¨ª, cualquier cosa menos ofertas tur¨ªsticas.
Todo esto, claro est¨¢, no sale en los numerosos espacios prime time que Canal 9 ha dedicado al magno evento, con titular invariable: "Gran ¨¦xito de la representaci¨®n valenciana en Fitur". Raz¨®n por la cual usted puede sentirse algo molesto, ahora que sabe la verdad; sin embargo ser¨ªa un error por su parte porque, gracias a estos sencillos, aunque car¨ªsimos, mecanismos promocionales, se ha conseguido, al fin, que no exista conflicto alguno en el mundo tur¨ªstico valenciano. Y eso es ya muy importante, por s¨ª solo. Ya no hay razones para la discusi¨®n; est¨¢n todos como una pi?a. No es como antes, aqu¨¦llos tiempos tan conflictivos, de gestores prepotentes, cuando se cort¨® la subvenci¨®n de la Generalitat a las visitas festivas multitudinarias a Madrid, con el fin de invertir el coste equivalente en hoteles de interior, duchas, pasarelas o papeleras para las playas. Eso s¨ª que era un conflicto permanente. Ahora no, ahora van todos los que iban siempre, y por tanto se acab¨® la discusi¨®n sobre estrategias y dem¨¢s t¨¦rminos rimbombantes. ?Que usted va este verano a una playa y ya no encuentra duchas?, de acuerdo; ?que se vuelve a quemar los pies, porque nadie repone ya los tramos de pasarela desaparecidos o deteriorados?, bueno; ?que la red de turismo de interior est¨¢ abandonada a su suerte?, se puede aceptar; pero, a cambio, ?qu¨¦ entra?able camarader¨ªa reina ahora en el mundo tur¨ªstico!; no hay m¨¢s que verlos a todos all¨ª, en la capital del Reino, formando legi¨®n, departiendo amigablemente unos con otros, de todos los colores pol¨ªticos, y promocionando, una tras otra, cualquier tipo de gastronom¨ªa; a veces hasta la suya propia. Enternecedor. Y luego, a media tarde, al stand, ?que viene un ministro! (les encantan los ministros), tan felices, a repartir almendras, mistela y carteles. Eso s¨ª es profesionalidad.
Claro que los expertos dicen que es mejor gast¨¢rselo todo en la atenci¨®n al turista en el mismo destino o, en todo caso, dirigirse por otros medios m¨¢s efectivos y en momentos m¨¢s propicios, con menos ruido de fondo, al potencial visitante previamente seleccionado. ?Pero qu¨¦ sabr¨¢n ellos? Bur¨®cratas de sal¨®n, que no pisan la calle. Algunos llegan a decir incluso que Fitur no es m¨¢s que el escaparate de nuestra mediocridad provinciana. ?No ser¨¢ que, en el fondo, les molesta que ese escaparate sea, precisamente, el m¨¢s grande? En fin, que ya me advirti¨® en cierta ocasi¨®n un empresario del sector: en Fitur, vender, lo que se dice vender, no se vende, pero al menos sirve para conocer a gente. No est¨¢ mal, desde luego; de no ser porque, por este procedimiento, cada amigo nuevo que hagamos nos puede salir por dos o tres millones del ala.
Andr¨¦s Garc¨ªa Reche es profesor titular de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Valencia y fue consejero de Industria, Comercio y Turismo con el PSPV-PSOE.
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