Aerolitos
Durante los d¨ªas pasados, los medios de comunicaci¨®n han informado sobre la ca¨ªda de los denominados "aerolitos" y sobre las circunstancias y reacciones de los organismos encargados de su investigaci¨®n y explicaci¨®n.Env¨ªo esta carta con la intenci¨®n de aportar algo de luz sobre el fen¨®meno propiamente dicho y sobre las reacciones suscitadas, y con el prop¨®sito de defender a los profesionales de la meteorolog¨ªa -agrupados o no en la asociaci¨®n que presido en la actualidad- que no pueden investigar un hecho si no reciben el encargo de hacerlo.
En este sentido, le ruego que haga p¨²blicos los siguientes comentarios:
1.Que existen referencias bibliogr¨¢ficas climatol¨®gicas referidas a este fen¨®meno con el nombre m¨¢s correcto de "piedras de hielo" por parte de expertos como N. Calder (1983), y que en los casos m¨¢s cre¨ªbles revelan una estructura en capas y composici¨®n similar a la del agua de nube, y que, no obstante, no est¨¢n explicados por su rareza.
2.Que dichas referencias recogen la ca¨ªda de "enormes bolas de hielo" en junio de 1829 en C¨®rdoba (2 kilos), en 1971 en el pueblo franc¨¦s de Romen (900 gramos), en 1972 en Surrey (Reino Unido) y en diversos lugares de Estados Unidos.
3. Que los estudios realizados en Estados Unidos no han llegado a conclusiones definitivas, aunque han comprobado que en un tercio de los casos estudiados no hab¨ªa presencia de nubes ni perturbaciones en un entorno de 1.000 kil¨®metros.
4.Que en las ocasiones en que se ha producido el fen¨®meno se
han estudiado las mismas hip¨®tesis que en Espa?a en los d¨ªas pasados: a)procedencia del espacio exterior a nuestra atm¨®sfera; b)procedencia de las capas altas de la atm¨®sfera terrestre, y c)formaci¨®n de hielo en los fuselajes de aviones u otros objetos en ¨®rbita.
5.Que ninguna de las hip¨®tesis formuladas ha sido satisfactoria por razones te¨®ricas o pr¨¢cticas.
En consecuencia:
1.No deber¨ªa confundirse un fen¨®meno no explicado con un fen¨®meno desconocido.
2.No deber¨ªa presentarse como fen¨®meno nuevo un fen¨®meno conocido desde antiguo e inusual.
3.Deber¨ªa entenderse que la actividad cient¨ªfica no consiste en "opinar", sino en trabajar hasta lograr una explicaci¨®n, se tarde lo que se tarde. En esto se diferencia de las actividades "no cient¨ªficas". Una fase elemental del trabajo cient¨ªfico es la de informaci¨®n y documentaci¨®n.
4.No deber¨ªa confundirse el "an¨¢lisis" con el "diagn¨®stico" posterior. A nadie se le ocurrir¨ªa hacerlo en medicina y no hay por qu¨¦ hacerlo en meteorolog¨ªa. Los meteor¨®logos pueden estudiar las condiciones de la atm¨®sfera sobre la zona de ca¨ªda, hasta la estratosfera, con independencia de que despu¨¦s puedan o no extraer conclusiones del mismo, y no se les debe privar de esta posibilidad de actuaci¨®n profesional.
Finalmente, creo necesario aclarar que los funcionarios del Instituto Nacional de Meteorolog¨ªa no pueden investigar aquello que no tienen encomendado y mucho menos si, para hacerlo, precisan utilizar tecnolog¨ªas y sistemas avanzados de acceso restringido. De forma personal, s¨®lo podemos informarnos en las bibliotecas. - Presidente de la Asociaci¨®n Meteorol¨®gica Espa?ola. Madrid.
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