El espejo de la historia navarra
El recorrido por el Museo de Navarra es el paseo por una galer¨ªa de espejos hist¨®ricos fidedignos. Ni c¨®ncavos ni convexos. No hay exageraciones ni distorsiones. Cada momento en la vida de este territorio que durante tantos siglos fue reino aparece reflejado con cuidadoso respeto a los hallazgos y aportaciones de la ¨¦poca correspondiente. No se recargan determinados periodos, ni se encuentran lagunas en un recorrido que va desde la Prehistoria hasta el siglo XX, con paradas destacables en la romanizaci¨®n, los distintos periodos de la Edad Media o el Renacimiento.Ubicado en el Hospital de Nuestra Se?ora de la Misericordia, contiguo al lienzo de las murallas de Pamplona, el museo se inaugur¨® en 1956, con unos materiales que se hab¨ªan ido conservando en distintos espacios desde que en 1860 se cre¨® la Comisi¨®n de Monumentos Hist¨®ricos y Art¨ªsticos de Navarra, a ra¨ªz de la Desamortizaci¨®n de Mendiz¨¢bal. El edificio, de cinco plantas y s¨®tano, era ideal para albergar el rico patrimonio que se hab¨ªa ido recuperando en esa centuria. Desde valiosos mosaicos romanos hasta pinturas murales de distintos templos rom¨¢nicos y g¨®ticos, sin olvidar otras aportaciones no por m¨¢s humildes menos interesantes, como las referentes a la Prehistoria. El Museo de Navarra fue rehabilitado en 1990 para adaptarse a las nuevas corrientes muse¨ªsticas y ofrecer sus tesoros al p¨²blico con mejores medios.
De ah¨ª que el recorrido por las seis plantas del antiguo hospital no agote al visitante: las piezas no se acumulan desordenadamente, porque en la exhibici¨®n de los materiales se ha procurado alejarse del concepto de almac¨¦n que todav¨ªa hoy se puede apreciar en algunos museos. Adem¨¢s, se ha establecido un itinerario cronol¨®gico que permite, sin cansarse, repasar toda la historia de Navarra.
A la Prehistoria est¨¢ dedicado el s¨®tano del museo. Los materiales cl¨¢sicos de las culturas del Paleol¨ªtico y el Neol¨ªtico (hachas, flechas, piedras talladas, cajitas cer¨¢micas, vasijas de lujo, botones, etc.) se presentan en las vitrinas que rodean la sala. Y en el centro, como contraste dominante a lo que se exhibe a su alrededor, un impresionante mosaico procedente del yacimiento de Dulcitius Ramalete -en la planta baja hay otro de la misma villa- se presenta como un adelanto de lo que encontrar¨¢ el visitante en el primer piso: una completa muestra de la vida romana de Pompaelo (Pamplona), Cara (Santacara), Andelos (Mendigorr¨ªa), Cascantum, principales civitas de este territorio que cont¨® tambi¨¦n con numerosas villas tanto en tiempos de la Rep¨²blica como del Imperio Romano.
Establecidas alrededor de los distintos aspectos de la vida diaria, las piezas muestran la riqueza de la cultura romana: cuidados mosaicos, exquisitas vajillas, estelas funerarias, miliarios propagand¨ªsticos... Elementos que caracterizaban una forma de vida confortable que parece que se esfuma con la ca¨ªda del Imperio Romano.
As¨ª lo reflejan esos materiales prerrom¨¢nicos de la primera parte de la Edad Media que, sin embargo, se presentan sumamente atractivos en su tosquedad. Es el siguiente paso en el recorrido hist¨®rico que establece el museo. Relieves simples y, no obstante, expresivos, como ese Cristo procedente de la ermita de San Miguel de Villatuerta, con detalles incomprensibles como dos peque?os orificios que se?alan las tetillas del crucificado. De ese templo procede tambi¨¦n la que se considera la primera representaci¨®n escult¨®rica de San Miguel, del siglo X.
El auge de la Iglesia cat¨®lica corre paralelo al refinamiento de sus obras. Como prueba, los capiteles del claustro de la desaparecida catedral rom¨¢nica de Pamplona. Un trabajo meticuloso tanto en los decorativos como en los narrativos. Entre estos ¨²ltimos capiteles se podr¨ªan destacar los referentes a la muerte de Jes¨²s o el que cuenta el Libro de Job con una riqueza de detalles que permiten seguir las penalidades de aquel siervo de Dios sin tener que acudir al libro en ning¨²n momento.
Esta primera planta finaliza con la exhibici¨®n del patrimonio que dejaron la cultura musulmana y la g¨®tica en el territorio navarro, de vida tan ajetreada en aquel final de la Edad Media. Las expresiones de arte g¨®tico todav¨ªa continuar¨¢n en el siguiente piso, con una de las joyas del museo: la excelente colecci¨®n de pinturas murales que hace m¨¢s de 50 a?os se fueron trasladando desde iglesias en las que corr¨ªan el peligro de desaparecer. Con una cuidada t¨¦cnica para trasladar el fresco al lienzo, se consiguieron preservar decenas de obras que en aquel momento peligraban. La sensibilidad que hoy d¨ªa se tiene para con las pinturas murales ha conseguido que ya no sean necesarias estas delicadas labores de extirpaci¨®n de los frescos y que se puedan contemplar en el mismo templo, como ocurre con las recientemente descubiertas en Sang¨¹esa. El g¨®tico se remata con tallas de v¨ªrgenes y santos, adem¨¢s de algunas tablas caracter¨ªsticas de la ¨¦poca.
La segunda planta se completa con el Renacimiento. Aqu¨ª se puede disfrutar con otra pintura mural realmente interesante, procedente del palacio de ?riz y otro de los orgullos del museo. Se trata de una serie de im¨¢genes que en su origen decoraban el sal¨®n de baile de la citada residencia. En ellas se relata la victoria del emperador Carlos V sobre los luteranos en la batalla de M¨¹lberg. La calidad de esta obra se est¨¢ confirmando este a?o, quinto centenario del nacimiento de Carlos V: dos exposiciones conmemorativas de la fecha, en Granada y Toledo, han solicitado al Museo de Navarra, parte de esta composici¨®n pict¨®rica.
El marqu¨¦s de San Adri¨¢n
El recorrido contin¨²a en la tercera planta, dedicada al Barroco y el siglo XIX. Navarra hace tiempo que hab¨ªa dejado de ser reino y, aunque se mantiene cierta actividad econ¨®mica, el territorio languidece o al menos as¨ª lo reflejan las obras que han quedado para la posteridad. Y como en el resto de Espa?a, hasta los ilustrados como el marqu¨¦s de San Adri¨¢n (cuyo magn¨ªfico retrato realizado por Goya es otra de las estrellas del Museo) tuvo que exiliarse por "afrancesado".
Y ya en la cuarta planta, el siglo XX. Artistas de origen navarro que practican desde el costumbrismo caracter¨ªstico de principios de centuria hasta las ¨²ltimas tendencias de vanguardia. El Museo de Navarra se presenta como la memoria de los hechos art¨ªsticos del territorio, recuerdo de sus avatares y sobre todo de las distintas culturas que han pasado por ¨¦l.
LO QUE HAY QUE VER
La variad¨ªsima procedencia de los materiales que ofrece el Museo de Navarra a los visitantes hace dif¨ªcil la selecci¨®n de piezas clave de todo este edificio. Pero hay algunas que destacan por su singularidad, como el arqueta de Leyre, verdadera muestra de la puntillosidad de los artistas ¨¢rabes. Se trata de un cofre de marfil, de mayor tama?o que un joyero, cuya utilidad no est¨¢ clara, aunque se supone que estuviera destinado para guardar alguna joya especial.Est¨¢ realizado por cinco artistas diferentes, uno por cada cara de la arqueta, que dejaron a la posteridad su firma. Decorado con motivos festivos y con una leyenda tallada de elogio a Al¨¢, el arca de Leyre es una muestra indudable de la riqueza de la civilizaci¨®n isl¨¢mica en la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica.
M¨¢s adelante, el visitante podr¨¢ comprobar el trabajo que realizaban los maestros cristianos de esa misma ¨¦poca, en una de las colecciones m¨¢s interesantes de pinturas murales g¨®ticas de toda Espa?a. Las pinturas murales no se agotan en el g¨®tico; tambi¨¦n hay una buena aportaci¨®n renacentista, ya citada, que compite en este periodo hist¨®rico con una serie de ¨®leos sobre cobre realizados por el flamenco Jacob Bouttats, que narran las principales escenas del G¨¦nesis y que se encontraban en un convento de Pamplona.
Ya, como ¨²ltimo atractivo ineludible, el retrato del marqu¨¦s de San Adri¨¢n de Goya. Cosmopolita, mundano, culto, hombre de su tiempo, todos estos calificativos surgen del propio lienzo, un retrato trabajado de quien fuera asesor del rey Jos¨¦, el hermano de Napole¨®n.
Y no hay que olvidar las exposiciones temporales, como la que durante estos d¨ªas presenta escogidas obras de la Escuela Catalana. Como adelanta el propio director de la instituci¨®n, Javier Zufiaur, a partir del mes que viene se ir¨¢n presentando los fondos del museo, con lo que se descubrir¨¢n valores desconocidos u olvidados, como el pintor Francisco S¨¢nchez Moreno, que abrir¨¢ esta serie de exposiciones.
DATOS PR?CTICOS
Direcci¨®n: calle Santo Domingo, s/n. Pamplona. Tel¨¦fono: 948 426492.Horario: de lunes a s¨¢bado, de 10 a 14 y de 17 a 19. Domingos y festivos, de 11 a 14. Lunes, cerrado.
Entrada: 300 pesetas. Reducida: 150 pesetas (para poseedores del carnet joven). Gratuita, para mayores de 65 a?os, menores de 18 a?os y grupos escolares; para todo el p¨²blico, los s¨¢bados por la tarde y domingos.
Fecha de inauguraci¨®n: 24 de junio de 1956, aunque sufri¨® una profunda reforma en 1990. En 1997, se rehabilit¨® la iglesia adyacente y se incorpor¨® al museo.
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