La semana en la que Frutos se convirti¨® en famoso
El candidato de IU contrasta la opini¨®n de susu compa?eros de coalici¨®n con la de amigos, sindicalistas y gente a la que escucha en el vag¨®n del metro
Un zumo de lim¨®n, una hora de gimnasia y una tostada de pan con aceite de oliva. As¨ª, cada ma?ana, con la tenacidad de quien fue capaz de aprender alem¨¢n sin salir de su pueblo, Francisco Frutos empieza su jornada antes de las ocho. Luego, si es d¨ªa de pleno en el Congreso de los Diputados, baja las escaleras del metro, l¨ªnea 1, estaci¨®n Nueva Numancia, barrio de Vallecas, y escucha por los altavoces del vag¨®n la misma retah¨ªla que le sirvi¨® a Joaqu¨ªn Sabina para hacer una canci¨®n: "Tirso de Molina, Sol, Gran V¨ªa...". No es raro, adem¨¢s, que el diputado Frutos -antes Francesc, ahora Francisco, siempre Paco- se pare en el rellano a charlar un rato con su vecina Pilar. Sus colaboradores del PCE o de Izquierda Unida est¨¢n acostumbrados a escucharle: "?A que no sab¨¦is qu¨¦ me ha dicho Pili esta ma?ana?".Todo eso, claro, lo puede hacer Francisco Frutos porque hasta esta semana -y a pesar de casi cuatro d¨¦cadas de militancia pol¨ªtica- era casi un desconocido. "El otro d¨ªa", comentaba el jueves repantingado en su despacho, "me dijeron que, seg¨²n una encuesta, s¨®lo me conoc¨ªa un 17% de espa?oles, y yo dije: ?co?o! ?tanta gente?". Es Frutos -as¨ª lo definen sus amigos y se advierte de un simple vistazo- un tipo sin complejos, alguien convencido de que el tiempo, siempre, juega a su favor. A eso contribuye su af¨¢n desmedido, innato, por aprender. Lo define bien Justiniano Mart¨ªnez, l¨ªder hist¨®rico del PCE madrile?o y compa?ero de Frutos desde los tiempos de la clandestinidad: "Paco es como aquellos viejos anarquistas l¨ªricos: autodidacta, preocupado por la cultura, curioso".
Tan curioso que su origen humilde nunca fue un impedimento para su ambici¨®n de comunista. Nacido de campesinos en Calella de la Costa (Barcelona) hace 61 a?os, trabaj¨® en el campo hasta los 25 y luego fue obrero metal¨²rgico, estampador textil, auxiliar de laboratorio y agente de ventas. Oficios para los que, en principio, no hac¨ªa falta aprender ni alem¨¢n, ni ingl¨¦s, ni franc¨¦s, ni italiano, idiomas que Frutos habla -el alem¨¢n muy bien y el italiano peor- adem¨¢s del catal¨¢n y el castellano. Aunque, m¨¢s que hablar, lo que de verdad le gusta a Francisco Frutos es escuchar. De ah¨ª que durante la ¨²ltima semana -la m¨¢s vertiginosa y p¨²blica de su vida pol¨ªtica- el sucesor de Julio Anguita en el PCE y ahora en IU haya adoptado una actitud tranquila, sosegada a pesar del temporal. Con un aria de Maria Callas de fondo y un ejemplar de la Atl¨¢ntida en la mesa, Frutos -diputado de IU por Madrid desde 1993- ha escuchado en silencio, sin disimulado inter¨¦s, un aluvi¨®n de opiniones sobre lo que deb¨ªa responder a la oferta del PSOE para ara?arle terreno al Partido Popular (PP). Desde dentro de su vida hacia afuera -y seg¨²n su versi¨®n y la de sus m¨¢s directos colaboradores- ¨¦stos son los due?os de las opiniones que m¨¢s valora Frutos:
Esperanza Alonso, actriz, su actual compa?era. Frutos es un hombre m¨¢s bien hogare?o -"no soy de la far¨¢ndula, ni de almorzar fuera ni de salidas nocturnas"- y muy mal se tienen que poner las cosas para que, dando las dos, no est¨¦ entrando por el portal de su casa. "Y adem¨¢s", dice V¨ªctor R¨ªos, portavoz de IU, el hombre de la larga barba, "a Paco le encanta meterse en la cocina. La paella es lo que mejor le sale, y los chipirones en su tinta tampoco se le dan mal". Adem¨¢s de Esperanza, el candidato por IU a la presidencia del Gobierno mantiene una relaci¨®n muy cercana con su ex mujer, sus dos hijas, residentes en Catalu?a, y con sus nietas. Tambi¨¦n ellas se encargan de transmitirle -al igual que su vecina Pili y que los compa?eros del PCE de Vallecas- lo que piensa la gente de la calle. De ah¨ª que, al margen de planteamientos m¨¢s sesudos e inc¨®modas disputas partidarias, Francisco Frutos no ha dejado de tener presente durante toda la semana una realidad: la idea de unir a la izquierda, de quitarle el Gobierno al PP, de escribir las leyes con bol¨ªgrafo rojo en vez de azul, est¨¢ ilusionando a mucha gente, incluso a votantes que dejaron de acercarse a las urnas por cansancio o hast¨ªo. "Si de algo estoy prisionero estos d¨ªas", dijo el viernes mientras esperaba el resultado de la reuni¨®n con el PSOE, "es de una ilusi¨®n".
Inmediatamente despu¨¦s del ¨¢mbito familiar y del rellano de su escalera, Francisco Frutos escucha con especial inter¨¦s lo que tengan que decirle V¨ªctor R¨ªos o Manuel Monereo, considerado como el ide¨®logo del PCE, o Susana L¨®pez, secretaria de Empleo de IU; por supuesto, Julio ?nguita -con quien mantiene una relaci¨®n muy familiar, sin subordinaci¨®n- y otros compa?eros de IU [Frutos no quiso nombrar a ninguno para no olvidarse de alguien]. "Escucha mucho y a mucha gente distinta", dice V¨ªctor R¨ªos, "sindicalistas de Comisiones Obreras que ¨¦l conoce de su etapa en Catalu?a, tambi¨¦n a gente de UGT en Madrid". Otras opiniones que valora Frutos son las de Miguel Riera, el director de la revista Viejo Topo; Francisco Fern¨¢ndez Buey, catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas; Juan Ram¨®n Capella, de Filosof¨ªa del Derecho; Joaqu¨ªn Sempere, soci¨®logo; Jos¨¦ Mar¨ªa Rodr¨ªguez M¨¦ndez, autor teatral; los periodistas Pilar del R¨ªo o Jos¨¦ Luis Mart¨ªn Medem...
Unos y otros -la atracci¨®n del candidato por el mundo del pensamiento y la cultura queda patente- conocen a un Francisco Frutos muy distinto al que proyecta su imagen de hombre serio, austero, duro, estalinista... "Paco gana mucho en las distancias cortas", dice Monereo, que ha compartido con ¨¦l miles de kil¨®metros. "Eso s¨ª", advierte enseguida, "hay que irle por derecho, si sospecha malas artes, no hay nada que hacer". "S¨ª, es verdad", reflexiona Frutos, "me gusta o¨ªr a todo el mundo, incluso a quien est¨¢ muy lejos de mis planteamientos pol¨ªticos, pero, cuidado, no tolero presiones".
Hay todav¨ªa otro punto de referencia que a Francisco Frutos le gusta cultivar en solitario. Desde la estaci¨®n de Nueva Numancia al Congreso, el candidato de IU pone la oreja en el vag¨®n del metro y m¨¢s tarde, durante los m¨ªtines de la precampa?a, va contando lo que oye desde su disfraz de hombre corriente, rostro duro, grandes entradas, chaqueta oscura, normalmente sin corbata: "Iba el otro d¨ªa una muchacha en mi vag¨®n cont¨¢ndole a una compa?era que hab¨ªa acordado con su empresa no quedarse embarazada. ?Para que no la despidieran!".
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