Pactos sin coaliciones
El PNV y Euskal Herritarrok han acabado llegando a un punto intermedio en la colaboraci¨®n institucional, a partir de intereses contrapuestos. No fue posible formar un Gobierno vasco de coalici¨®n entre las tres fuerzas nacionalistas, como llegaron a plantear a Arnaldo Otegi el lehendakari Ibarretxe y el PNV-EA, sino s¨®lo un pacto de apoyo parlamentario. Para EH es tab¨² entrar en el Gobierno vasco, una instituci¨®n que nace del Estatuto y que a su juicio "divide" territorialmente a los vascos. A cambio de ofrecerles estabilidad parlamentaria, se asegura que el PNV y EA no se separen del camino de Lizarra y pacten con las fuerzas "espa?olas". Sin embargo, tampoco hay gobiernos forales de coalici¨®n nacionalista, como quer¨ªa EH, sino apoyos presupuestarios, que es como quedarser a medio camino, conform¨¢ndose con condicionar la orientaci¨®n del gasto p¨²blico. En este caso la resistencia era del PNV, que no quer¨ªa tener a EH sentado en los consejos de diputados y con acceso a asuntos tan sensibles como los tributarios. En este juego de intereses contradictorios, cada partido ha vendido hacia dentro que esos movimientos t¨¢cticos ten¨ªan como objetivo consolidar la paz y atraer al otro hacia sus propios postulados. El PNV centraba a EH al meterle en la din¨¢mica y trabajo institucionales, y EH consegu¨ªa que el PNV abandonara su centralidad pol¨ªtica y se adentrara en sus propias ra¨ªces nacionalistas para reivindicar la territorialidad, y la soberan¨ªa de Euskal Herria.
El acuerdo presupuestario con la Diputaci¨®n de Guip¨²zcoa cierra ese proceso sinuoso que comenz¨® con la firma, en mayo, del pacto de apoyo en el Parlamento vasco, y que sigui¨® con el acuerdo in extremis del 23 de diciembre con la Diputaci¨®n de Vizcaya.
La imagen del portavoz de EH, Arnaldo Otegi, en el Parlamento vasco, hablando de estabilidad institucional tras las elecciones de octubre de 1998, fue novedosa en aquel momento en el que la tregua de ETA parec¨ªa abrir un tiempo distinto. La actualidad no deja de ser un laberinto de argumentos. El lehendakari ha dejado en suspenso el pacto con EH, al no condenar ¨¦sta el asesinato de ETA. Pero los mismos partidos del Gobierno llegan a acuerdos en Vizcaya y Guip¨²zcoa, e incluso pactan proposici¨®nes en el Parlamento vasco. Los firmantes de Lizarra, sin IU, siguen adelante, aunque sea m¨¢s despacio.
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